Autor: LEONARDO RIvAS, ACADéMICO UNIvERSIDAD AUTóNOMA
Columnas de Opinión: Chile-OCDE: Radiografía de un potencial dormido
Columnas de Opinión: Chile-OCDE: Radiografía de un potencial dormido En estos 15 años bajo la lupa de la OCDE, Chile no sólo aprendió el lenguaje de las economías avanzadas, sino que su incorporación expuso desafíos estructurales. Celebramos avances como la mejora en gobierno corporativo y una reducción de la pobreza al 6,5%. Sin embargo, la alegría se diluye ante la tozuda realidad de una productividad estancada. La revisión del organismo revela que pasar el “checklist” no garantiza el desarrollo sostenido. Chile internalizó métricas, pero la reciente revisión desnuda una dicotomía entre el potencial económico dormido y reformas postergadas. La productividad, variable esquiva pero crucial, sigue siendo nuestro talón de Aquiles. Una formación bruta de capital proyectada en 4,6% para 2025 es síntoma de una inversión privada que no encuentra el impulso adecuado. Atribuirlo únicamente a factores externos sería simplista. Debemos analizar barreras internas como la complejidad regulatoria que desincentiva y la incertidumbre que erosiona la confianza. La solución no es una mera inyección de capital público, sino la creación de un entorno propicio para la inversión productiva. La OCDE señala la necesidad de “espacio fiscal”, pero lograrlo exige sofisticación. Aumentar la carga tributaria, especialmente a las empresas, podría ser un tiro por la culata, ahogando la inversión.
La urgencia radica en la eficiencia del gasto público, donde cada peso debe traducirse en valor tangible. ¿De qué sirve más recaudación si se diluye en una administración poco eficiente? La reforma pasa por optimizar recursos, combatiendo la elusión y evasión con rigor. La persistente desigualdad como país con un Gini en 0.444, es una variable económica limitante.
De aquí también surge un tema que, aunque menos visible en los informes tradicionales, es un fenómeno endémico en la región, la informalidad laboral, que precariza vidas, erosiona la base tributaria y limita el capital humano. Combatirla requiere incentivos a la formalización, simplificación de trámites y políticas activas de empleo. Una fuerza laboral con déficit de competencias digitales y una brecha salarial de género representan otro ámbito de divergencia entre capacidad y resultados. La inversión en I+D es otro punto donde Chile exhibe distancia con el promedio OCDE. La transición a una economía verde es una oportunidad, pero requiere integrar los riesgos climáticos en la planificación fiscal. Esto implica no solo aumentar el gasto en I+D, sino fortalecer la vinculación academia-empresa, fomentar el emprendimiento tecnológico y un marco regulatorio que incentive nuevas tecnologías.
Sin embargo, los resultados en la prueba PISA por debajo de la OCDE, son una clara señal de alerta sobre la calidad de nuestro capital humano futuro, directamente ligado a nuestra capacidad de innovar y competir globalmente. La membresía en la OCDE ha sido un ejercicio de autocrítica. La próxima década exige pasar de “buenas prácticas” a reformas estratégicas propias, con foco en la eficiencia del Estado y la inversión inteligente en capital humano. No se trata de un recetario único, sino de un diagnóstico preciso para construir una estrategia país que libere el potencial dormido. El desafío es transformar esos “checklist” en una hoja de ruta personalizada, abordando las particularidades de nuestra realidad, transformando recomendaciones en políticas públicas efectivas y construyendo una economía más resiliente, inclusiva y competitiva..