Autor: JOSÉ FRANCISCO YURASZECK KREBS, S.J. Capellán General del Hogar de Cristo
Columnas de Opinión: Fuego
Columnas de Opinión: Fuego San Lucas (12,49-53) El evangelio que proclamamos hoy nos sorprende con palabras de Jesús que no suenan tranquilizadoras: “He venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! () No he venido a traer paz, sino división”. Este mensaje no busca una paz cómoda ni acuerdos superficiales, sino una verdad que transforma, aunque duela. Un fuego que purifica, que nos obliga a tomar partido, incluso si eso significa distanciarnos de personas queridas. Este fuego no es de destrucción, sino de amor exigente, como el que ardía en el corazón de San Alberto Hurtado. Él encendió Chile con una llama que iluminó los oscuros rincones de nuestras ciudades, a los pobres, y con esa luz desafió a los indiferentes y despertó conciencias.
El Hogar de Cristo, que se honra de tenerlo por fundador y que hoy pertenece a todos los chilenos, no fue un refugio asistencialista, sino un movimiento que distinguía lo que es humano de lo que degrada, aun a costa de incomodar. Hurtado fue, como se decía al tiempo de su muerte, “un fuego que enciende otros fuegos”. En Chile estamos en pleno tiempo de elecciones. El evangelio nos recuerda que hay causas que valen más que cualquier cálculo político o conveniencia personal: la justicia, la dignidad de cada persona, la lucha contra la pobreza y la exclusión.
En el Hogar de Cristo hemos presentado hace algunas semanas a quienes aspiran a la presidencia nuestras propuestas “Hacia un Chile sin pobreza”, construidas con base en evidencia y con testimonios elocuentes de quienes han sido protagonistas de su propia superación. Pablina, Héctor y Mirna nos contaron sus historias con convicción y profunda dignidad.
Ellos no piden caridad humillante, sino oportunidades reales: ser tratados no como víctimas, sino como personas plenas, sujetas de derechos y agentes de su propia vida. activo de organizaciones de la sociedad civil y también de instituciones del Estado, colaborando estrechamente, ha sido gravitante en sus vidas. Mañana lunes 18 de agosto, Chile celebra el Día Nacional de la Solidaridad en memoria precisamente del Padre Hurtado.
Esta fecha no debiera ser solo ocasión de un homenaje inerte, sino un llamado a encender nuestra propia llama, a dejar que el fuego del Evangelio nos mueva a actuar, con la mirada atenta a lo que ocurre entre nosotros, especialmente entre quienes por distintas razones van quedando al lado del camino. En ese marco, daremos a conocer la primera versión de la “Cartografía Social de Chile”, elaborada con los pies en la tierra por organizaciones inspiradas en el legado de San Alberto Hurtado.
Esos testimonios, esta memoria viva, los anhelos profundos que nos mueven, nos muestran que la verdadera paz se forja cuando se derriban las barreras que impiden a tantos chilenos desplegar sus talentos y contribuir al bien común. Esa paz, como la que anunció Jesús, no siempre es tranquila: separa la indiferencia de la compasión activa; la comodidad de la solidaridad; la injusticia de la dignidad. Este domingo, el Evangelio y la vida de Alberto Hurtado nos interpelan a encender y sostener ese fuego.
No para destruir, sino para iluminar caminos; no para enemistar por enemistar, sino para que arda lo único por lo que vale la pena arriesgarlo todo: la dignidad del hermano, el “nosotros” del que somos parte, la justicia que incluye y la esperanza que transforma. “Pero también he de recibir un bautismo y ¡ qué angustia siento hasta que no se haya cumplido!”. (Lc, 12,50). El apoyo Capellán General del Hogar de Cristo. EL EVANGELIO HOY “Pero también he de recibir un bautismo y ¡ qué angustia siento hasta que no se haya cumplido!”. (Lc, 12,50).