Autor: POR ROBERTO AMPUERO ESCRITOR, EX MINISTRO Y EMBAJADOR.
Columnas de Opinión: Valparaíso y el perro del hortelano
Columnas de Opinión: Valparaíso y el perro del hortelano H e seguido en estas jornadas el intenso debafue el destrozo (no definitivo) del alma de los porteños, la trizadura de su comedido orgullo por su ciudad y la pérdida de sus esperanzas.
El vandalismo insurreccional que conocimos entonces y entre cuyas ruinas y consecuencias sobrevive hoy Valparaíso, permitió también arrinconar a las expresiones políticas y culturales de quienes aman la paz, el orden, el pluralismo, la libertad y la democracia. Hoy Valparaiso es un cuerpo llagado que agoniza abandonado a orillas del Pacifico. A diferencia de las anteriores tragedias porteñas, esta fue planeada y llevada a cabo desde el interior de la ciudad, ejecutada por porteños y afuerinos que la odian y la hirieron de muerte. Yace agónica alli donde mueren las olas.
Ha sido abandonada a su suerte por el gobiemo y el estado de Chile, por gran parte de la clase politica, esa que transita cada semana por una avenida de la ciudad en coches fiscales leyendo la pantallita para no ver lo que todo ser sensible ve: el cuerpo de un viejo gigante, bueno, extenuado y desharrapado que suelta sus últimos suspiros al lado de ellos. Esta decadencia, anomia y destrucción la asocio con los escombros en zonas de las actuales La Habana y Caracas, y del Berlin Oriental, Varsovia y Bucarest cuando las regia el comunismo. Lo que las asemeja y/o asemejó es ser o haber sido dirigidas por politicos e ideólogos que aborrecen la iniciativa privada y a los emprendedores y visionarios. Los aborrecen porque desdeñan la libertad de emprendimiento que se basa en el derecho a la propiedad privada. Son personas convencidas de que el estado todo lo hace mejor, y de que toda riqueza o fortuna -salvo la que cosechan sus lidereses fruto de la explotación humana. De testan a los creadores de trabajo y de la riqueza y, en especial a los filántropos. Su ideología influida por el marxismo se nutre del resentimiento irracional que sentia Karl Marx hacia los burgueses.
Esto a pesar de que Friedrich Engels, coautor de varias de sus obras revolucionarias, el mecenas que mantuvo a Marx, su esposa Jenny y te porteño entre quienes hacen o han hechoaportes significativos al progreso de Valparaiso, por un lado, y quienes pareclesen estar empeñados, desde la otra vereda, en obstaculizar la materialización de obras -sean de impacto material, social o culturalen favor de la ciudad chilena con más personalidad, más referencias en lasartes y la literaturay mayor caudal simbólico a nivel internacional. Los primeros son o han sido los pilares e inspiradores del progreso de este Valparaiso que se viene desplomando como si estuviese sometida a bombardeos despladados. Los de la otra orila me recuerdan al perro del hortelano, ese que "no come ni deja comer", que nada hace pero que a todos impide hacer algo. Les hostiga cuando impulsan obras propias, financiadas del propio bolsillo, que contribuyen a sacar al Puerto del marasmo en que se halla.
Atrincherados entre resquícios burocráticos, campañas mal intencionadas, declaraciones que son pretextos para enrevesar, retrasar, paralizar o frustrar proyectos, premunidos de una verborrea utópico-estatista, sádicamente indiferentes ante la tragedia de la única "ciudad UNESCO" de Chile, parecen deleitarse como Nerón en Roma mientras la ciudad ardia por los cuatro costados. Valparaiso ha sufrido numerosas caidas y tropiezos en su historia -ataques de piratas, el bombardeo español de 1866, el terremoto de 1906, incendios, epidemias, en fin. Pero nada de eso supera al calibre destructivo del estallido octubrista del 2019, pues entonces no sólo tuvo lugar la brutal destrucción material de Valparalso sino también la de su almay la de sus habitantes.
Esa "fuerza popular" violentista -integrada por izquierdistas de variado color, anarkos, delincuencia organizada y narcospuso los rieles para que autoridades locales avanzaran posteriormente por la via política ante un pais y una oposición paralizada y atemorizada por el shock del estallido. Lo peor ge R. R. Martin. Pero hace veinte o treinta años Valparaiso fue diferente. Parecia resurgir de su anterior decadencia gracias a autoridades, emprendedores y empresarios que apostaron por el renacimiento del Puerto. Valparaiso se reinventó una vez más, y la UNESCO reconoció esa voluntad y esfuerzo declarando, en 2003, a parte de Valparaíso, Patrimonio de la Humanidad. Celebraba así la singularidad de la ciudad, sus cerros y quebradas, su arquitectura rica y variada, y su pasado como centro marítimo, y su voluntad de restaurar y cuidar su patrimonio urbano. Se abrió una gran oportunidad, una alameda promisoria pero para todos. Lo recuerdo perfectamente. Treinta años no es nada para una ciudad que nació en 1536: recuerdo la aparición gradual, luego explosiva, de restaurantes, cafés, galerías de arte, hoteles boutique, casas restauradas. Se notaba preocupación por la limpieza y el trato honesto al turista, le restauración de iglesias, ascensores y adoquinados, la llegada de cruceros.
Se podia pasear con seguridad por callejones y miradores, y la gente se sentaba a cenar en mesas puestas en la calle, y la noche era amable y despreocupada, y la ciudad creía en si misma, se sentia bella y promisoria. Llegaban estudiantes estadounidenses y europeos a tomar cursos, atraidos por la estabilidad, seguridad y modernidad de Chile, y por la singular belleza de Valparaiso. Recuerdo haberla promovido entre mis alumnos en Estados Unidos como lugar ideal para pasar un semestre en un universidad. Era una ciudad estudiantil vibrante, segura y de costo bajo para ellos y con clima californiano. Al regreso los alumnos hablaban de una etapa inolvidable entre el antiguo Valparaiso y la moderna Viña del Mar, aunque preferian alquilar cuarto en casas porteñas. Parecia que la ciudad despegaba mientras se reinventaba, lo que nos enorgullecia e ilusionaba. ¿ Habrá un renacimien to? Recorri la magnifica restauración del antiguo Colegio Alemán (1857), donde hice mi educación básica y media. A mi juiclo, constituye el más grande, delicado y ambicioso proyecto cultural levantado en muchos decenios en Valparaiso. Es una obra del filántropo Eduardo Dib. Ojalá pronto pueda ser inaugurado, permisos mediante, con la presencia de altas autoridades, tal como si estuviese en Santiago o Punta Arenas.
La legendaria Deutsche Schule puede convertirse en el gran velero en que se embarque Valparaiso para alejarse de las corrientes que nos están llevando a encallar quizas para siempre en los mundos infernales de los "bizarros", "Niños del hombre" o de "Juego de Tronos". 08 sus hijos durante casi toda la vida, era un riquísimo empresario industrial. Hoy pareciera que algunos en Valparaiso se refocilan en medio de los escombros, la suciedad, los grafitis, el hedor, la fealdad, la violencia y la delincuencia desatada. Son los que aun celebran la ciudad en llamas, "el que baila, pasa", el"pemro mata pacos", las hoguerasy banderas que traerian "transformaciones profundas" a Chile. Creo que son los admiradores del siniestro "mundo bizarro" del legendario Superman; de la destrozada y violenta ciudad de la película distópica "Niños del hombre", del director mexicano Alfonso Cuarón. En esa ciudad presa de la anomia, la destrucción y la fealdad, ha muerto casi toda esperanza de supervivencia humana. Derrotada la policía y desmembradas las fuerzas armadas, demenciales grupos armados se apoderan de una ciudad que fue bella, próspera, democrática y segura. En Valparaiso parecen haber desembarcado tambien el Rey de la Noche y sus Caminantes Blancos de las novelas de Geor-.