Autor: POR ALFONSO SALINAS M,, PRESIDENTE DE ASIVA
COLUMNAS DE OPINIÓN: No necesitamos más diagnósticos
COLUMNAS DE OPINIÓN: No necesitamos más diagnósticos LA TRIBUNA DEL LECTOR LA TRIBUNA DEL LECTOR LA TRIBUNA DEL LECTOR No necesitamos más diagnósticos POR ALFONSO SALINAS M., PRESIDENTE DE ASIVA uién podría no e compartir la frus1d tración queserespira en Valparaíso? ¿ Quién, conalgo de apegoa esta ciudad, no ha sentido rabia, tristeza o verglienza al ver su deterioro? Tres intervenciones recientes --la columna de Eduardo Dib, la denuncia sobre la inoperancia de la Corporación del Sitio Patrimonio Mundial publicada en un editorial de El Mercurio de Valparaíso, y ahora la presentación ante la Unesco realizada por el abogado Juan Carlos Manríquez, connotado penalista conocido por representar afiguras públicas en casos de alta visibilidad--expresan con crudeza esa sensación de abandono.
Valparaíso pareceir de mal en peor, y eso es visible no sólo en el deterioro físico de su entorno --edificios patrimoniales quemados, fachadas sucias y rayadas, veredas rotas, espacios públicos descuidados---, sino también en sus calles vacías, en eléxodo de sus vecinos y en la impotencia de quienes aún luchan por revertir el destino.
Pero después del lamento viene la pregunta esencial. ¿Qué hacemos? Más allá de interpelaral Estado, al municipio oa cualquier institución pública, ¿qué se espera exactamente quese haga? ¿ Qué es realista pedir? ¿ Quées posible ejecutar, más allá dela retórica? Porque si algo no necesitamosesrepetir diagnósticos. Lo que urgees pasar delaindignaciónala acción, reconociendo primero que este no es un problema simple, ni nuevo, ni exclusivo de Valparaíso. Los deterioros urbanos ocurren en muchas partes del mundo. Los centros históricos tienden a despoblarse, los serviciosse trasladan, el comercio seretrae. Pasa en Santiago, está comenzando pasaren Viña del Mar, y hasta Reñaca muestrasignos de desplazamiento hacia Concón. Se trata de procesoscomplejos, donde se cruzan múltiples variables como pobreza, abandono, marginalidad, falta de demanda, inseguridad, fragilidad estructural, informalidad y desempleo. Y mientras más tiempo se deja estar, más dificil es revertir la pendiente. En Chile, además, todo estose agrava por una condición estructural aún más profunda. Hemos perdido la capacidad de hacer. Resolver problemas pareceuna hazaña. Las pensiones, la salud, el crecimiento, la seguridad, losimpuestos, la vivienda... todo se entrampa en discursos, trámites, permisos, peleas ideológicas. Y Valparaíso no hasido la excepción. Al contrario, se ha transformado enel emblema de esa parálisis nacional. Pese atodo, hay una base sobre la cual construir. La Corporación del Sitio Patrimonio Mundial, más allá desus limitaciones, ha desarrollado catastros detallados, diagnósticos técnicos, identificación de proyectos e incluso una estimación preliminar de los costos involucrados. No se parte de cero. Reconocer ese trabajo es un primer paso para pasar del lamento ala propuesta. Tampoco sería justo decir que todo depende del Estado. Algunos privados ya han comenzado ainvertir --con timidez, pero con convicción en la recuperación de espacios pala recuperación de espacios pala recuperación de espacios patrimoniales. Esos esfuerzos merecen ser reconocidos y valorados. Pero, precisamente porque aún no alcanzan escala ni coordinación suficiente, se requiere un impulso mayor quegenere condiciones favorables para que esas iniciativas se 'multipliquen. Ese impulso inicial sólo puede venir del Estado. En zonas deterioradas, sin condiciones mínimas de seguridad, infraestructura ni rentabilidad, la inversión privada no llega por sí sola. Por eso, una intervencióninicial debe ejecutarsecon financiamiento 100 por ciento público, no como un fin en sí mismo, sino como estrategia para atraer inversión privada futura. Esa intervención debe concentrarse territorialmente para no diluirse. Muchas veces, por tratar de abarcar todo al mismo tiempo, se termina haciendo poco y nada. La experiencia muestra que los esfuerzos que se focalizan, se completan y generan impacto. Los quese dispersan, se frustran. Esa primera etapa --estimada en 30 a40 millones de dólares debecentrarseen limpiar, res debecentrarseen limpiar, ordenar, dar seguridad, mejorar elespacio público yrecuperar algunas edificaciones emblemáticas. A partir de ahí, puede proyectarse una segunda etapa de inversión mixta, donde por cada peso público se induzcan dos o tres veces más en inversión privada, con esquemas de cofinanciamiento. Luego, una tercera oleada permitiría nuevas inversiones públicas focalizadas, y finalmente, una cuarta etapa podría sostenerse con inversión privada autónoma, sin subsidios, porque elentorno yaofrecería condiciones adecuadas. Los impactos pueden proyectarse con cierta precisión. Existen herramientas que permiten estimar el efecto multiplicador de la inversión públicaenempleo directo e indirecto, superficie recuperada, inmuebles rehabilitados, aumento del turismo, repoblamiento y recuperación del comercio. Avanzar hacia esetipo de planificación, con metas cuantificables y una institucionalidad capaz de coordinar actores públicos y privados, es posible. Hablo con conocimiento de causa. Me tocó liderar la unidad ejecutora del Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano de Valparaíso (PRDUV) ensuetapa inicial, luego de habernegociado el crédito con el BID. El diseño era sólido, con foco territorial y mirada i gral. Pero suimplementación evidenció las tensiones entre la lógica técnica de largo plazo y las urgencias institucionales del corto. Parte del financiamiento terminó desviándose, y el programa perdió fuerza.
Los expertos del BID advertían que estosesfuerzos no debían quedar atrapados en la lógica tradicional de inversión pública, sino operar con estructuras más ágiles, como corporaciones público-privadas, capaces dereinvertir la plusvalía y sostenerel esfuerzo en el tiempo. Hoy, con veinte años de distancia, no se trata de sermonear ni de buscar culpables. Se trata de actuar con la madurez que el momento exige. Y de canalizar toda esa frustración hacia un trabajo serio, colectivo, con presupuesto, indicadores y metas claras. Porquesíes posible. 63 63 63.