Autor: Dr. Orlando Llanos Contreras Decano FACEA UCSC
Columnas de Opinión: MIPYMES, el impulso pendiente en Ñuble
Columnas de Opinión: MIPYMES, el impulso pendiente en Ñuble Cada 27 de junio, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) nos invita a reflexionar sobre el rol de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) en el desarrollo económico y social. En Chile, estas representan el 98 % del total de empresas y generan más del 50 % del empleo formal. Son fundamentales para la cohesión territorial, especialmente en Biobío y Ñuble. Pero, ¿qué necesitan realmente las MIPYMES para crecer, competir y sostenerse? Las MIPYMES se han destacado por su resiliencia, pero enfrentan brechas que erosionan su capacidad de mantenerse en el tiempo y escalar.
En nuestra experiencia, como Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, asesorando a emprendedores de ambas regiones, los diagnósticos se repiten: bajo acceso a financiamiento, limitaciones para incorporarse a cadenas de valor sofisticadas y problemas estructurales en digitalización, formalización y acceso a talento. Un 70 % de las PYMES del Biobío declara tener dificultades para cumplir con la ley de pago a 30 días, lo que evidencia una fragilidad estructural en sus flujos de caja. A esto se suma el acceso limitado al crédito, especialmente en empresas jóvenes o informales que enfrentan mayores restricciones para financiar su crecimiento.
En Ñuble, la situación presenta características propias: con una estructura económica dominada por el agro, el comercio y la manufactura ligera, las brechas se agravan por una menor densidad institucional y por un menor volumen de inversión pública en fomento productivo. La creación de la región en 2018 generó grandes expectativas, pero fortalecer su capacidad competitiva requiere mucho más.
Se necesita un ecosistema que facilite el acceso a mercados dinámicos, que desafíen a las empresas a innovar y mejorar constantemente, y también instituciones que fortalezcan la confianza, promoviendo así la inversión y el desarrollo de largo plazo.
A esto se suma la necesidad de una mayor capacidad empresarial: no en términos de empresarios visionarios, que los hay, sino de industrias ancla que arrastren a proveedores, prestadores de servicios y sectores conexos hacia estándares más altos de competitividad. Ante este panorama, urge avanzar en tres frentes. Primero, se requiere una política pública que reconozca las particularidades territoriales, con instrumentos focalizados, flexibles y con pertinencia local. Biobío presenta un tejido empresarial más diversificado y una mayor densidad institucional. Ñuble todavía lucha por consolidar una oferta productiva articulada, con déficits en conectividad y acceso a mercados de mayor valor. Segundo, es fundamental fortalecer los ecosistemas de colaboración. La articulación entre universidades, CFTs, municipios, gremios y empresas tractoras es clave para los procesos de innovación, encadenamiento productivo y formación de capacidades.
Y por último, debemos reorientar el enfoque desde un “emprendimiento por necesidad” a un “emprendimiento con propósito”. No basta con incentivar la creación de empresas, se requiere acompañar a las MIPYMES en procesos de escalamiento, transformación y generación de valor. Celebrar a las MIPYMES debe ir de la mano con hacernos cargo de sus obstáculos.
Como afirma la ONU: “no hay desarrollo sostenible sin MIPYMES sostenibles”. Que este 27 de junio nos convoque no solo a reconocer lo que han logrado, sino también a comprometernos con lo que aún falta por hacer.. Opinión