Cómo Estados Unidos podría terminar haciendo a China grande de nuevo
Cómo Estados Unidos podría terminar haciendo a China grande de nuevo Mientras Donald Trump lanza una andanada de aranceles y su administración enarbola la fortaleza de sus alianzas militares en Asia, uno podría pensar que se viven tiempos de inquietud en el país que Estados Unidos considera su principal adversario. Sin embargo, nuestro reporteo desde Beijing revela una imagen muy distinta. El movimiento MAGA ("Make America Great Again") está presionando a los líderes chinos para corregir sus peores errores económicos. También está creando oportunidades para redibujar el mapa geopolítico de Asia a favor de China. China salió mal parada del d i s c u r s o d e Trump en el Rose Garden.
Sumando el nuevo gravamen del 34% a los aranceles ya existentes, el total llega al 65%, e inc l u s o u n p o c o más si se considera la eliminación de la exención arancelaria para paquetes pequeños. Dado que las exportaciones siguen representando cerca del 20% del PIB --como en 2017--, esto perjudicará la economía china. La táctica china de desviar sus cadenas de producción hacia países como Vietnam para evadir los aranceles funcionará peor ahora que EE.UU. levanta barreras de manera global. La guerra comercial llega en un momento en que China sigue lidiando con la deflación, el colapso del mercado inmobiliario y una demografía desalentadora. Durante los últimos cinco años, el Partido Comunista ha descuidado el débil consumo interno y ha abrazado un estatismo imprudente que ha sofocado al sector privado. China ha exportado su exceso de capacidad, inundando al mundo con productos, y ha fomentado un chovinismo punzante que incomoda tanto a los aliados de EE.UU. en Asia como en Europa. A pesar de todo eso, China entra en esta nueva era de MAGA más fuerte que en el primer mandato de Trump. El Presidente Xi Jinping ha sostenido durante mucho tiempo que Estados Unidos está demasiado polarizado y sobreextendido como para mantener su rol global. Uno de sus eslóganes advierte sobre "cambios trascendentales no vistos en un siglo". Su nacionalismo paranoico solía parecer una hipérbole distópica. Ahora que Trump comete daños autoinfligidos tan caprichosos y destructivos, esa visión parece adelantada a su tiempo. Xi se ha estado preparando para este mundo caótico desde que asumió el liderazgo en 2012. Ha impulsado la autosuficiencia económica y tecnológica. China ha reducido su vulnerabilidad ante los bloqueos de EE.UU., como sanciones y controles de exportación. Aunque sus bancos aún necesitan acceso a dólares, ahora realiza la mayoría de los pagos internacionales no bancarios en yuanes. La economía interna de China posee fortalezas poco reconocidas. La competencia y el enfoque en la tecnología permiten que sus empresas industriales superen a sus contrapartes occidentales en todo, desde vehículos eléctricos hasta la "economía de baja altitud", es decir, drones y taxis voladores. Vista desde China, la política arancelaria de Trump condenará a Detroit a una obsolescencia estilo años 70, mientras su cruzada contra las universidades frenará la innovación. Un ejemplo del potencial chino es DeepSeek, considerada una señal de que el país puede innovar incluso frente a los embargos estadounidenses sobre semiconductores. El partido está cómodo con la inteligencia artificial local, lo que podría permitir que esta tecnología se difunda más rápido en China que en Occidente, impulsando la productividad.
Eso, junto con señales de que Xi podría estar más dispuesto a tolerar a los emprendedores, ayuda a explicar por qué el índice MSCI de acciones chinas ha subido un 15% en 2025, mientras que las acciones estadounidenses han caído. Cuatro años después del estallido de la burbuja inmobiliaria, el sector finalmente deja de ser un lastre para el crecimiento. En algunas ciudades, como Shanghái y Nankín, los precios incluso han comenzado a subir. El partido también ha comenzado --tarde-a tomar medidas para impulsar el consumo. Los gobiernos locales podrán refinanciarse con 6 billones de yuanes (US$ 830.000 millones) en nuevos bonos durante tres años, y con otros 4,4 billones en bonos "especiales" este año. Parte de ese dinero irá a los hogares. Para aprovechar plenamente las oportunidades económicas, el partido debe dejar de perseguir al sector privado. Incluso los autócratas leninistas de China comprenden que la ofensiva por la "prosperidad común" contra los empresarios, iniciada en 2021, fue excesiva. Aunque algunos funcionarios siguen siendo demasiado celosos, Li Qiang, el vice de Xi, elogió en un discurso del 23 de marzo a los "dragones" de Hangzhou, capital china de la innovación. La economía también necesitará más estímulos para alentar el consumo y esfuerzos más decididos para estabilizar el mercado inmobiliario, que aún afecta la confianza de los hogares. Un mayor consumo también mejoraría las relaciones internacionales de China, al ayudar a absorber el exceso de capacidad. Mientras EE.UU. levanta muros, China tendrá la oportunidad de redefinir sus relaciones comerciales globales, ofreciendo inversiones en manufactura en países socios en lugar de inundarlos con exportaciones. Estas oportunidades económicas van de la mano con una oportunidad geopolítica. La política estadounidense hacia China es alarmantemente poco clara. Halcones en la administración insisten en que, al alejarse de Europa, EE.UU. está liberando recursos para contener a China. Sin embargo, Trump admira a Xi y ha enviado a Beijing a un aliado, el senador Steve Daines, para sondear un posible acuerdo. En su primer mandato, Trump firmó un acuerdo comercial con China; ahora quiere negociar sobre TikTok. China apuesta a que la idea MAGA de un "Kissinger inverso" --es decir, que EE.UU. se aleje de Rusia para separarla de China-es absurda. Y el proteccionismo trumpista junto con el maltrato a aliados e indiferencia por los derechos humanos representan una negación de los valores estadounidenses: el faro del mundo libre ahora parece caprichoso y peligroso. Xi no tiene intención de ocupar el vacío que deja el Tío Sam, pero sí tiene una oportunidad para expandir la influencia china, especialmente en el sur global. Si además de difundir tecnologías limpias, China se atreve a reducir sus propias emisiones, podría ejercer liderazgo en cambio climático. El desprecio de Trump por la OTAN y por Ucrania ha deteriorado la confianza en su compromiso con los aliados asiáticos y su disposición a defender Taiwán. Si EE.UU. fabrica más semiconductores avanzados por su cuenta, su incentivo para proteger Taiwán disminuirá. Esto es un regalo para Xi. Aun así, hay riesgos por delante para China. Una guerra comercial podría desencadenar una recesión global. Si Trump no logra un acuerdo con Beijing, podría arremeter contra las divisas e imponer más sanciones. China también podría deteriorar sus relaciones con el resto del mundo si decide volcar sus exportaciones al exterior. Que logre aprovechar este momento depende de un solo hombre: Xi. Pero el hecho de que esta oportunidad exista se debe, en gran parte, a otro hombre: Trump. Artículo traducido del inglés por Economía y Negocios de "El Mercurio". Una gran y hermosa oportunidad. La política estadounidense hacia China es alarmantemente poco clara. Halcones en la administración insisten en que, al alejarse de Europa, EE.UU. está liberando recursos para contener a China. Sin embargo, Trump admira a Xi. AP D E R E C H O S E X C L U S I V O S.