Autor: Juan José Vega Rodríguez
Humo y café a la italiana
Humo y café a la italiana E l 18 de noviembre de 2004, la vida política daría un brusco giro para el entonces diputado (DC) Pablo Lorenzini Basso. Esa noche, en la comuna de San Javier, el colapso de una de las cepas del puente Loncomilla provocó su derrumbe en una longitud cercana a los 90 metros.
A 276 kilómetros al norte en su domicilio en Santiago, el entonces presidente de la Cámara de Diputados se informaba por televisión de los acontecimientos y solicitaba a su jefe de gabinete, Rodrigo Sepúlveda, mayores antecedentes de lo ocurrido. La decisión ya estaba tomada. La atención mediática estaría centrada en el viaducto y, por tanto, no había que quedarse abajo del tema. Así, a la semana siguiente en el regreso al trabajo legislativo, Lorenzini pidió la palabra en el hemiciclo y con inusitada vehemencia lanzó su pesada artillería. El blanco fue el ministro de Obras Públicas, Javier Etcheberry, a quien acusó de actuar a favor de las concesionarias y fraguar "arreglines" con ellas, y de estar esperando unos "billetitos" para ser más eficiente. El terremoto político no se hizo esperar, tampoco la reacción en el Maule, donde su figura se afianzaba. Dos días después, Lorenzini llegaba hasta el mismo puente Loncomilla y era recibido como héroe. Lo propio ocurría horas después en Constitución, donde una multitudinaria caravana le daba la bienvenida a la ciudad costera. A todas luces ese episodio lo ponía en el foco de la atención y lo catapultaba a las "ligas mayores", adquiriendo notoriedad entre la ciudadanía. Muchos vieron en él a un fiscalizador incisivo, agresivo y que se ponía del lado de la gente y no de los poderosos. Esta vez su olfato no falló, pero su actuar no fue gratis.
Su beligerancia e ímpetu también le conllevó el reproche de colegas, de dirigentes políticos y del propio presidente de la República, Ricardo Lagos, quien en dos oportunidades declinó estrecharle la mano en ceremonias oficiales en la Escuela Militar y posteriormente en la Escuela de Carabineros. Desde ese momento, el apellido Lorenzini se convertiría en marca registrada en el Maule. Aunque a nivel ciudadano, el legislador gozaba del reconocimiento; en el mundo político, sobre todo en la extinta Concertación, lo ocurrido fue catalogado como un torpedo al corazón de La Moneda. Un exabrupto mayor y una "humillación" que no se dejaría pasar. En el intertanto, el titular del MOP dejaba el cargo de manera indeclinable. Las presiones y las críticas se hicieron insostenibles, así como las amenazas de censura a la mesa de la Cámara Baja. Finalmente, el 4 de enero de 2005, Pablo Lorenzini renunciaba a la presidencia de la Corporación. Pablo Lorenzini Basso, dedicó su vida en pleno a la política. Fue el líder y rostro de un grupo de maulinos que vivieron el servicio público como un estilo de vida.
Tras luchar contra un agresivo cáncer, en la intimidad familiar y lejos de las cámaras y flashes que siempre buscaba, el ex diputado DC falleció a la edad de 75 años Juan José Vega Rodríguez Compartiendo con niños deportistas en Constitución. Con el senador Juan Antonio Coloma pagando una apuesta política. El diputado Lorenzini junto a Ximena Rincón. El diputado Lorenzini entrenando como bombero. El diputado Lorenzini con agricultores beneficiarios del INDAP. Lorenzini acompañando a la Presidenta Michelle Bachelet en el hospital de Curepto. SIGUE EN LA PÁGINA 12.
Humo y café a la italiana Maquina electoral Lo que para algunos pudo ser un traspié difícil de superar, para Pablo Lorenzini fue el impulso para ir construyendo una maquinaria política y electoral muy bien aceitada. Esa red, bajo el alero del Partido Demócrata Cristiano, se sustentó no sólo en su figura, sino también en alcaldes, concejales, secretarios ministeriales y una militancia bien disciplinada. Las comunas rurales de la provincia de Talca, que en ese entonces conformaban el distrito 38, tenían un amo y señor. Claro está que, en días de ausencia del diputado en la zona, era su jefe de gabinete Rodrigo Sepúlveda quien conducía las huestes, convirtiéndose en una pieza clave del andamiaje de la gestión parlamentaria territorial.
El ex concejal de Maule, Jorge Domínguez, recuerda el trabajo de joyería que se hacía en esos años y que tenía en el entonces consejero regional a su principal artífice. "Parte fundamental de la gestión parlamentaria de Lorenzini era sostenida por Rodrigo Sepúlveda. Era quien llevaba el trabajo territorial y ejecutaba todo lo que estaba en el papel. Cuando había que apretar, lo hacía; pero también era quien se vinculaba más desde la amistad y lo humano con quienes estábamos en las comunas", señaló. Fue cuestión de tiempo para que los resultados comenzaran a dar sus frutos, y como si fuera un imperio en expansión, los éxitos se extendían a través de todo el territorio maulino. Lorenzini y el PDC gozaban de excelente salud. Así, período tras período, sus votaciones se incrementaban; sus candidatos copaban los municipios y en el gabinete regional sus hombres de confianza asumían roles preponderantes. Tal era el viento a favor que, en 20 años de gestión, el italiano -como le llamaban sus detractoresnunca perdió una elección. Tal era ese nivel de engranaje, "obediencia" y mecanización que todos conocían sus roles, responsabilidades y dónde apretar para el éxito en las urnas. "Cuando se trataba de elecciones, Pablo Lorenzini era frío y calculador. No dejaba cabos sueltos. La línea se bajaba una vez y desde ese momento todo debía caminar como él lo decía. Su fórmula de encarar las urnas siempre fue exitosa, y es que detrás del ´cerebro´ tuvo un equipo comprometido", enfatizó el ex presidente comunal DC de Constitución, Miguel Vergara. Su única y gran derrota la enfrentó en su último año de ejercicio legislativo. Ya con un equipo desmembrado y el desgaste propio de los años, aspiró a ser presidente regional del PDC. En esa oportunidad fue derrotado por la lista encabezada por el curicano Gerardo Muñoz. el curicano Gerardo Muñoz. Olfato y estrategia Pese a contar con un amplio y diverso equipo a sus espaldas, Lorenzini siempre manejó sus decisiones de manera extremadamente reservadas.
Tanto así, que por muchos años no dispuso de oficina parlamentaria, siendo su espacio de operaciones las dependencias del antiguo Consejo Regional del Maule ubicado en calle 1 Poniente o, cuando la urgencia lo ameritaba, el vehículo de su mano derecha era el lugar propicio para una reunión. Muchos no entendían cómo sin disponer de esa logística y de un núcleo cercano de asesores, su receta funcionaba, era exitosa en materia de votos y se mantenía en el tiempo. Ahí sus ex colaboradores no tienen dos lecturas. Un gran olfato político, el ser un estratega a la hora de "pelear" los votos y enfrentar con inteligencia una elección, eran sus grandes secretos. "La palabra derrota no estaba en su diccionario. Siempre fue muy competitivo y en su cabeza desarrollaba los escenarios, analizaba los actores y proyectaba resultados. Ponía todos los factores en la mesa y en eso, pocos le llevaban la delantera", comentó su entonces jefe de gabinete, Rodrigo Sepúlveda. El uso de encuestas ciudadanas en forma semestral fue uno de los instrumentos en los que Lorenzini confiaba a rajatabla.
Más allá de sus "puntas de lanzas" en cada comuna, recuerda el ex seremi de Obras Públicas, José Arancibia, estos estudios de opinión fueron sus ojos y la luz del faro que dirigía el trabajo parlamentario. "Siempre pedía reportes de las comunas, pero las encuestas eran claves en su gestión. Los números y estadísticas siempre fueron lo suyo. No importando si había o no elección, los sondeos eran esenciales -como un buen barómetropara medir la presión ambiental", aseveró el hoy concejal (DC) de Pencahue. Copar los medios de comunicación fue otro elemento de su meticulosa estrategia política. Sagrado eran los "circuitos" que hacía jueves y viernes con visitas o bien llamados a las radios de Curepto, Pelarco, Talca y Constitución. Y qué decir de las conferencias de prensa, donde la presencia de la televisión debía ser obligatoria. "Sin ser un gran orador, Pablo siempre resultó atractivo para los medios. Su gracia estaba en que, usando la jerga periodística, era muy ´cuñero´ y eso era manjar para la prensa. Las radios le encantaban, pero salir en TV era lo máximo y es que como él decía: con eso se pagaba el día", comentó Rodrigo Sepúlveda. Como buen animal político, siempre fue exigente con el trabajo territorial.
Si bien eso le valió fuertes encontrones con sus cercanos, a la hora de los balances siempre reconocía el despliegue de su contingente en el mundo rural; aun cuando eso durara sólo unos minutos. "Conocido los resultados de la elección, comenzaba de inmediato a sacar cálculos y a poner escenarios futuros. Uno quería disfrutar el triunfo, pero él ya tenía la cabeza y la calculadora en la elección siguiente. Vivía y respiraba la política como ninguno", rememora Marcelo Bravo, quien fuera asesor del ex senador Andrés Zaldívar. Sangre italiana Quienes conocieron de cerca a Lorenzini, sabían que a veces sus "formas"no eran No podían faltar Sin café y sin cigarros no había reunión o discusión política que empezara. La ausencia de uno de ellos era para Lorenzini comenzar con el pie izquierdo.
Así lo recuerda su secretaria en el distrito, Fabiola Torres, quien sabía que después del "buenos días", la pedida de la tacita con el cargado y dulce café era segura. "Su taza de café en el escritorio era obligatoria, como también abrir la ventana y encender un cigarro. Con ambas cosas a su disposición, fuera en verano o invierno, ya podía comenzar la jornada", señaló. Pero había otro elemento que no podía fallar por ningún motivo. Ese era su famoso e inseparable celular. Un equipo análogo y que para la época estaba obsoleto, y que, aunque estaba amarrado con elásticos, por nada del mundo quería cambiar. "Con ese teléfono tuvimos más de un dolor de cabeza. Ese viejo equipo era su contacto con el mundo, con los ministros, con los medios de comunicación y también con la familia; así que había que mantenerlo encendido como fuera", recuerda. Tal era la precariedad del aparato, explica su ex colaboradora, que costaba un mundo cargarlo. Los antiguos cables ya no cumplían su función. "Para salir del paso, el diputado no encontró nada mejor que comprar 3 o 4 baterías y así mantener con vida el celular. Ni cuento cómo era el lío cuando viajaba fuera del país, porque ahí debía llevar todo su arsenal y así no quedar incomunicado", puntualizó. Lorenzini con el Presidente Sebastián Piñear en Talca. VIENE DE LA PÁGINA 10 Lorenzini de motorista en Talca. Lorenzini en terreno con el Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Lorenzini en visita a Sergio Jadue cuando era presidente de la ANFP.. Humo y café a la italiana las más adecuadas. A su ímpetu, fuerza y pasión, sumaba la porfía y una terquedad que sacaba ronchas entre sus pares. Qué decir cuando a nivel de la bancada DC había que negociar las comisiones.
Y es que, por su formación como Doctor en Economía, ingeniero comercial y contador auditor, su único interés era ser miembro de la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, lo cual desarrolló, ininterrumpidamente, en sus 24 años como parlamentario.
Fue en esta instancia donde el congresista, no sólo mostraba su capacidad, manejo y experiencia en los temas de la billetera fiscal, también fue el escenario donde "mostraba los dientes" y una "muñeca" que le permitía obtener dividendos para sus comunas representadas. Lorenzini no tenía problema alguno en llegar a Teatinos 120, subir al ascensor y llegar hasta el mismo despacho del ministro de Hacienda de turno.
Habitual también, eran los almuerzos de los días lunes en esa cartera, y donde el entonces diputado maulino llegaba con su carpeta bajo el brazo en busca de financiamiento para dar respuesta a algún requerimiento alcaldicio. Pobre de aquel ministro que le negara recursos o expresara su negativa ante alguna solicitud. La reacción no se hacía esperar.
Así lo vivieron secretarios de Estado como Eduardo Aninat, Felipe Larraín, Andrés Velasco o Alberto Arenas quienes al momento de discutir el presupuesto de la Nación o en los debates del sueldo mínimo, más de una vez vieron pasar por sus narices un Chocman o uno que otro cuchuflí. "Tal era su fuerza en esa comisión que logró lo que nunca nadie hizo antes, que fue sacar a terreno y traer al Maule a dos ministros de Hacienda. Aninat y Velasco tuvieron que someterse a una estricta agenda por Talca, San Clemente, Pencahue y Constitución. Lorenzini no le temía ni al dueño de las platas fiscales", indicó Rodrigo Sepúlveda. Pero en la región, otras autoridades también vivieron en carne propia los efectos de esa sangre italiana.
A la usanza del más estricto de los árbitros de fútbol, en más de alguna oportunidad Lorenzini desenfundó sus tarjetas Pocos pero buenos Aun cuando Pablo Lorenzini era un hombre de pocos amigos, lo cierto es que en sus años en la región formó sólidos vínculos, independiente de las ideologías partidistas. Habitual era que en sus recorridos por el distrito surgiera una invitación a almorzar, instancias que celebraba entre tan apretada agenda. No perdía la ocasión de compartir con el alcalde de Río Claro, Américo Guajardo, tal como antes también lo hizo con los ex jefes comunales Claudio y Arturo. En sus idas a Empedrado no podía faltar el crujiente asado al horno en casa de Gonzalo Tejos. En Curepto era sagrado visitar a sus "socialistas" amigos, Enrique Muñoz y Doris Sepúlveda. Allí el queso fresco, el pan amasado y el café, no podían faltar. Cuando el destino era San Clemente, obligada era la pasada por el municipio y ahí, junto al alcalde Juan Rojas, cargaba las pilas con un café y un sanguchito. Lo propio en Maule, donde nunca faltaba ese caldito reponedor en casa del ex alcalde Luis Vásquez. Pero si de confianza y amistad se trataba, Claudia Díaz es quien se llevaba los premiados. Una relación que comenzó cuando la ex alcaldesa y hoy concejala de San Rafael, daba sus primeros pasos como dirigente social en esa naciente comuna. Para muchos, éste es el más claro ejemplo -y también uno de los más exitososde cómo Lorenzini proyectaba y conformaba a sus equipos. "Sin duda el diputado fue fundamental en mi formación. Su conocimiento, su experiencia y sus consejos resultaron claves para todo lo que he logrado en política. Bajo su alero fui concejal, luego alcaldesa tres períodos y también presidenta regional del PDC. El fue muy generoso conmigo y con mi familia, y eso no se olvida", indicó la actual edil. Tanta era la cercanía que fue ella, una de las pocas con quien el legislador mantuvo contacto hasta los últimos días de vida, "y eso habla que había un cariño y un respeto mutuo. Siempre tenía un minuto para un café, compartir un cigarro o comerse algo rápido. Cuando no pasaba al municipio lo recibía en mi casa y ahí bajaba en algo las revoluciones de su intenso trajín". amarillas.
Ese rigor y las "amonestaciones" lo sufrieron sus camaradas y entonces intendentes regionales Norman Merchak y Christian Suárez. "Sabía que haciendo una crítica en forma distinta atraería la atención, no sólo de la autoridad, sino que de los medios de comunicación. En eso era inteligente e intuitivo. Nada lo hacía al azar. Veía pro y contras, y ahí actuaba", comentó el ex concejal de San Clemente, Pablo Hernández. Sus últimos cartuchos Pero como todo en la vida, los años de luces comienzan a declinar. Lo que en un momento fue exitoso, después no lo fue, y en el caso de Pablo Lorenzini, no fue la excepción. Muchos fueron los factores que incidieron ello.
El desgaste propio de más de dos décadas en la palestra, la llegada de nuevos actores al ruedo político, la desarticulación de su equipo territorial y un elemento legal que sería la bajada de bandera obligatoria: el límite para la reelección de los cargos de representación popular. Con ese elemento en la mesa, muchos coinciden en que Lorenzini debió jugar sus cartas pensando en el Senado, y haber apostado ahí a su crecimiento político y también al de sus hombres más cercanos. Pero en la interna y con esa frialdad que le caracterizaba, siempre puso en la balanza el costo y beneficio. Claro que no sólo existía un aspecto económico, que por cierto era importante al tener que abarcar un rango mayor de territorio, también lo eran los nombres con los cuales había que competir. El miedo a la derrota era evidente.
Jaime Gazmuri en su momento, luego Juan Antonio Coloma y un eventual compañero de lista como Andrés Zaldívar, eran pesos pesados y frenaban esos deseos que surgían desde su equipo, y que de paso permitirían dar tiraje a una chimenea que bullía expectante.
El alcalde de San Clemente, Juan Rojas, los ex seremis Baldemar Higueras y Felipe Martínez, y sobre todo su "delfín" Rodrigo Sepúlveda, ya habían cumplido con el duro servicio militar y esperaban con ansias tomar el testimonio y pelear un cupo como diputado. Pero no, la Cámara Baja -votos más, votos menosera lo más seguro para Lorenzini la decisión estaba tomada y algunos heridos optaron por el camino propio. Pero hubo otro elemento que también incidió en descartar la opción senatorial. Esa fue la distancia histórica de Lorenzini con el también diputado (DC) del distrito 36 Curicó, Roberto León. Las insalvables diferencias y las discrepancias públicas entre ambos hacían imposible generar el consenso que permitiera materializar ese salto. Lorenzini sabía que sin el apoyo curicano era imposible llegar al Senado.
Y al igual que él, León tenía ordenada su casa y un equipo forjado en la lealtad, y, por tanto, éste no permitiría que un "talquino" cruzara el río Claro en busca de los votos del Maule Norte. Ese engranaje sólido y ordenado, que funcionó a la perfección por años, comenzó a fisurarse y con ello el declive político de Lorenzini comenzó a hacerse evidente. Esa potente red que en un momento sostuvo una gestión, comenzó a hacerse permeable; las diferencias internas fueron quebrando las confianzas y dispersando esos objetivos que un día fueron comunes. En marzo de 2022, Pablo Lorenzini terminaba su último período legislativo, aquel que comenzara un lejano marzo de 1998. Desde ese momento, y en el más absoluto silencio, bajó la cortina de su vida pública. También, salvo el contacto con contadas personas, cerró su vínculo con el territorio maulino. Meses después de su alejamiento de la actividad política y mientras se disponía a realizar un viaje familiar, un fuerte dolor abdominal lo obligó a internarse en una clínica en Santiago. Los exámenes arrojaron el peor de los diagnósticos: un cáncer de páncreas e hígado. Tras meses de sesiones de quimioterapias e intensos tratamientos, Lorenzini perdía la batalla, falleciendo la noche del pasado domingo 29 de junio. Con sus luces y sombras, Lorenzini marcó una época.
Con su muerte, se cierra un extenso capítulo de la política nacional y regional; poniendo término también al ciclo del que quizás sea el equipo político más exitoso en el Maule de los últimos 20 años. Lorenzini pagando apuesta política. Lorenzinicon su reconocido teléfono sin acceso a redes sociales o Internet..