Trump y un país polarizado
Trump y un país polarizado E N F O Q U E S I N T E R N A C I O N A L E S Venezuela mantiene la esperanza Nicolás Maduro juró ante los militares que el "bastón de mando de comandante en jefe seguirá en buenas manos en los años por venir", y que "jamás caerá en manos de un oligarca, títere o traidor". ¿Será que el dictador venezolano prepara alguna estrategia para no entregar el poder si pierde en las elecciones del 28 de este mes? Esa promesa la hizo Maduro durante un desfile de las Fuerzas Armadas, poco después de que el principal candidato opositor, Edmundo González Urrutia, pidiera a los soldados "hacer respetar los resultados". A dos semanas de los comicios, crece la incertidumbre acerca de la voluntad del régimen de reconocer un triunfo de la oposición, reunida en la Plataforma Unitaria Democrática, PUD.
Preocupa, por ejemplo, que, en medio de la campaña, el fiscal general Tarek William Saab informara de una supuesta denuncia de paramilitares colombianos que habrían sido "contactados por sectores de extrema derecha venezolana para desencadenar actos terroristas". No es primera vez que la dictadura hace este tipo de denuncias. En casos anteriores, las investigaciones respectivas le han servido al gobierno para perseguir y encarcelar disidentes. En este contexto, marcado además por la escasez de recursos y dificultades logísticas, la oposición enfrenta una campaña desafiante. Sin embargo, González no ha tenido problemas en reunir a miles de partidarios en diversas regiones del interior, acompañado de María Corina Machado, a quien el chavismo tiene inhabilitada hasta 2036.
Siendo un poco conocido diplomático, González asumió la responsabilidad de representar a la oposición unida cuando el régimen impidió inscribir a Corina Yoris en reemplazo de Machado, ganadora de las primarias de la Plataforma, anuladas arbitrariamente por el ente electoral. Durante este año, una decena de opositores han sido encarcelados, y desde que comenzó la campaña, varios miembros del equipo de Machado fueron detenidos, mientras otros se refugiaron en la embajada de Argentina. A las detenciones arbitrarias se suman otras acciones de acoso a la disidencia, como el cierre de restaurantes y hoteles que han atendido a la caravana política opositora.
La semana pasada fue detenido un empresario de Táchira que alojó a Machado en su casa: según el fiscal Saab, están investigando si "está implicado en actividades ilícitas". A Machado no le permiten subirse a un avión, por lo que sus desplazamientos los hace por carreteras en las que habitualmente se instalan bloqueos policiales que atajan a la comitiva. Pese a todo, la oposición persiste en su lema de mantener la esperanza, porque dicen que en este proceso los venezolanos volvieron a creer que tienen un futuro. Las encuestas parecen darles la razón.
Un sondeo de ORC Consultores muestra que el 69% de los venezolanos "está esperanzado en la elección" y que el mismo porcentaje está decidido a ir a votar, lo cual mejora las perspectivas de un gran triunfo opositor. De ser así, a Maduro le resultará más difícil cometer un fraude o desconocer el resultado. Un tema que juega en contra de esa esperanza es lo que algunos han llamado el "fraude preelectoral", que tiene que ver con la imposibilidad de los venezolanos en el exterior de registrarse. Hay entre cuatro y cinco millones y medio de posibles electores entre los siete millones 700 mil que emigraron; muchos de ellos votarían contra Maduro, pero apenas 69 mil están habilitados.
Fueron tantos los requisitos y dificultades --papel de residencia, largas colas en las sedes diplomáticas, pocas horas de atención y un período muy corto, de solo un mes, para hacerlo-que solo 508 venezolanos en todo el mundo pudieron concretarlo este año, según datos de Votoscopio, una ONG de seguimiento electoral.
Todas las informaciones que hasta ahora se conocen apuntan a que Thomas Matthew Crooks, el joven veinteañero identificado por el FBI como el autor del ataque y abatido por agentes del Servicio Secreto, habría actuado en solitario, utilizando un arma --un fusil semiautomático-que aparentemente pertenecía a su padre y que habría sido adquirida legalmente. Según se ha establecido, se encontraba registrado como votante republicano, aunque en 2021 efectuó una donación --de monto mínimo, unos US$15-a un proyecto de participación electoral vinculado a la izquierda. El perfil que de él han hecho excompañeros habla de un joven solitario, poco integrado y objeto frecuente de bullying. Más allá de cuáles hayan sido las motivaciones, el frutrado atentado parece sintomático del durísimo clima en que se está llevando a cabo la campaña, con un país radicalmente dividido por la figura de Trump. Lo graficó bien un análisis del New York Times, al hacer notar cómo en 1981, luego del atentado contra Ronald Reagan, todo el país --incluidos sus principales adversarios-pareció unirse en su apoyo.
Ahora, en cambio, han abundado las recriminaciones mutuas: mientras los republicanos culpan a los demócratas por demonizar a Trump, los demócratas acusan al exmandatario y sus seguidores de haber introducido una dinámica de violencia política que tuvo su expresión máxima en el asalto al Capitolio, en enero de 2021. Como suele ocurrir con acciones como esta, inaceptables desde todo ángulo, es probable que también sus efectos políticos terminen beneficiando a quien se quiso atacar. En la víspera de la Convención Republicana --que parte hoy en Milwaukee, Wisconsin--, el haber salvado prácticamente ileso de un atentado como este, solo fortalece la imagen de Trump y la adhesión de sus seguidores. Trump y un país polarizado Los episodios de violencia política han constituido un lado oscuro de la democracia estadounidense. El frustrado atentado del sábado contra Donald Trump añade un nuevo capítulo en esa lamentable historia, junto con poner en evidencia el clima de tensión en que se desarrolla la actual campaña presidencial..