LA APUESTA DE KAMALA HARRIS
La apuesta de Kamala Harris ajar su candidatura ala reelección fue duro para Joe Biden. En su campaña de 2020 aspiraba a ser una figura que creara un nuevo pacto social con el pueblo estadounidense, como lo hicieron en su momento Franklin D. Roosevelt y Lyndon B. Johnson, pero su desempeño inseguro y vacilante durante el debate con Donald J. Trump el 27 de junio destruyó su viabilidad como candidato. Solo debía demostrar que su edad no le impediría seguir en a Casa Blanca otros cuatro años, una vara baja pero que le fue imposible de superar. Aunque le tomó más de tres semanas admitir que su postulación era inviable, será recordado por el gesto de reconocer su debilidad.
Deja un legado importante: lideró el país durante la pandemia; guio la recuperación de la economía tras los encierros; apoyó a Ucrania y la OTAN; logró la aprobación de leyes para reconstruir la infraestructura y proteger el medio ambiente. Su mayor aporte fue devolver tranquilidad y dignidad ala Casa Blanca tras la caótica presidencia de Trump, que culminó con el ataque al Congreso.
Todo mandatario de Estados Unidos desea ser reelegido, aun cuando los segundos períodos suelen ser considerados inferiores a los primeros, por el desgaste propio del cargo y la inevitable competencia para llenar el vacío de poder por su retiro forzado. Los presidentes más valorados generalmente sirvieron por ocho años, pero algunos de un solo período son considerados figuras importantes, como Gerald R. Ford, que apaciguó los ánimos tras el escándalo de Watergate y el fin de la Guerra de Vietnam, y George H. W. Bush, que enfrentó el fin de la Guerra Fría y expulsó Sadam Hussein de Kuwait. A pesar de sus logros, el valor de Biden será decidido por la capacidad de Kamala Harris de sucederlo. De lo contrario, se verá como un intervalo de ecuanimidad entre dos trastornados gobiernos de Trump. El grave error de Biden fue de no reconocer su debilidad antes del comienzo de las primarias y permitir que el Partido Demócrata seleccionara al candidato más fuerte posible. En la historia de Estados Unidos se vislumbran dos posibles caminos a la presidencia. Uno, ser impulsado por la fuerza de su personalidad al escenario nacional, como John F. Kennedy, Ronald Reagan, Barack Obama y Trump.
El segundo es de formar parte de esferas del poder en Washington, ser elevado por pertenecer a una familia política de renombre o ser heredero de una administración anterior, como Harry Truman y Bush padre e hijo.
Como señaló el Economist, la vicepresidenta de Biden, Kamala Harris definiti vamente forma parte del segundo grupo, y no el de los visionarios e ideólogos Durante las primarias, Biden ganó la nominación prácticamente sin competencia, a pesar de preocupaciones de muchos por su edad y capacidad. Con su retiro, Harris inmediatamente prometió “merecer y ganar” la nominación del Partido Demócrata. Biden tardó seis horas en endosar su candidatura y su ejemplo fue seguido por varios líderes del partido. Uno de los pocos que evitó hacerlo fue Barack Obama, quien dijo que esperaba que hubiese un proceso del cual surgiera un postulante sobresaliente. Una competencia entre varios candidatos habría evitado una designación a dedo por jefes políticos y hubiese enfocado la atención sobre el proceso durante todo un mes, antes de la convención partidaria. Pero también corría el riesgo de dividir al partido. El tema quedó zanjado cuando Obama le entregó su apoyo la semana pasada. La desginación de Harris inmediata'mente pulverizó la estrategia electoral de Trump, enfocada en la edad y debilidad cognitiva de Biden.
A los 59 años, Harris político”. Para revertir la ventaja de Trump, Harris deberá atraer electores del reducido centro vuelca el argumento a dudas sobre la edad de Trump, quien cumpliría 82 años al término del próximo período presidencial.
La ventaja de seis puntos que Trump gozaba sobre Biden fue reducida a solo un punto sobre Harri Debido a su experiencia como fiscal en California, Harris muestra habilidad en debates públicos, pero su candidatura a la presidencia en 2020 fue desalentadora antes de su derrumbe en medio de conflictos internos. Haber sido fiscal también la destacará contra Trump, que ha si do declarado culpable de delitos federales. Hace tiempo que los demócratas cuentan con una ventaja en el voto femenino superior a la que tienen los republicanos entre los hombres, pero un creciente apoyo masculino de Trump equiparó esa diferencia.
Harris deberá entusiasmar a las mujeres, especialmente en torno al aborto, recuperar los electores jóvenes y de minorías raciales que habían abandonado a Biden y, a la vez, mantener su fortaleza entre mayores de edad y blancos de clase media. En la elección entre Harris y Trump, ambos representan a los extremos de sus respectivos partidos. Para revertir la ventaja de Trump, Harris deberá atraer electores del reducido centro político. No será una tarea fácil, y, de lograrlo, el país tendrá que superar la ya anunciada y quizás violenta protesta de Trump y sus seguidores, quienes difícilmente aceptarán una derrota en las urnas.