Chile ante los cambios que vienen
Chile ante los cambios que vienen Editorial Chile ante los cambios que vienen n el marco de sus 74 años de existencia, La Tercera ha preparado una serie de reportajes que ilustran los cambios que se han registrado alo largo de tres generaciones -abarcando desde los años 50 hasta el presente-, lo cual no solo permite visualizar las profundas transformaciones que hemos experimentado como sociedad -por ejemplo, de pasar de una expectativa promedio de vida de 54 años a más de 80-, sino que también permite poner en perspectiva los desafíos que enfrentará la sociedad y quienes hoy son jóvenes.
La gran interrogante que surge es sicomo país nos estamos preparando adecuadamente para enfrentar ese entorno que, aunque abundante en oportunidades, también será mucho más desafiante, en especial por el vertiginoso desarrollo de las tecnologías, lo que ha significado un cambio de paradigmas. Una mirada general a lo largo de estas siete décadas permite apreciar un país muy diferente al que era en los años 50.
Chile ya dejó atrás el subdesarrollo, y ahora el debate es cómo acercarse a mayor velocidad a los estándares propios de un país desarrollado, donde cobra especial relevancia la preocupante ralentización que ha experimentado nuestra tasa de crecimiento. Probablemente uno de los indicadores más simbólicos de este progreso es que 1,4 millones de estudiantes se encuentran en la educación superior, un nivel sin precedentes en nuestra historia. Otros indicadores también dan cuenta de estos avances.
La desnutrición ha quedado atrás -por el contrario, ahora el gran problema es que más del 50% de los niños de primero básico presentan sobrepeso-, y el acceso a bienes y servicios alcanza niveles que las generaciones del pasado nunca imaginaron.
Disfrutamos de un nivel de bienestar sin precedentes, y en la fase que nos encontramos podemos aprovechar las ventajas de una sociedad "joven", considerando que la mayor parte de la población chilena se ubica en edades que van entre los 30 y 34 años.
Pero frente a la bajísima natalidad que registra el país, esta ventaja irá rápidamente perdiéndose, al punto que ya se proyecta que de aquí a tres décadas la mayoría estará entre los 55 y 59 años, con expectativas de vida que podrían rondar los 100 años. No parece que esta temática esté siendo abordada a través de políticas públicas con la urgencia que requiere.
El debate sobre cómo ir recuperando la natalidad es prácticamente inexistente -por ahora podemos descansar en lainmigración-, y nuestro debate previsional sigue entrampado en cuestiones ideológicas, donde urge internalizar que los mayores esfuerzos deben estar concentrados en el ahorro para las futuras pensiones.
Las generaciones que hoy sonjóvenes y quienes están en una mediana edad tendrán que enfrentar el desafío que implica el vertiginoso desarrollo de la inteligencia artificial (IA), la cual está transformando a la sociedad en sus más diversos planos.
Desde luego, hay un debate mundial si acaso el desarrollo de estas tecnologías podría ser nuestra propia condena, particularmente porque muchos empleos podrían terminar perdiéndose en la medida que sean desempeñados por máquinas con inmensa capacidad para aprender y procesar información. der y procesar información.
Desde los años 50 al presente, el país ha avanzado mucho, pero ahora pareciera que no nos estamos haciendo cargo del reto que supone la IA en empleo y educación, o el que plantea la caída en la natalidad. la caída en la natalidad. La IA sin duda abrirá enormes posibilidades para aumentar la productividad, y la clave para poder sacar partido de ello será contar con habilidades cognitivas que permitan complementar y extraer todo su potencial.
Un reciente informe del FMI ha señalado que afectará de algún modo a casi el 40% de los empleos a nivel global, y paradojalmente el mayor impacto podría estar en aquellas actividades profesionales que se basan en el intelecto más que en aquellas que descansan en la fuerza física. Esto impone grandes desafíos en el sistema educacional, donde es fundamental que desde ya se vayan adquiriendo las habilidades requeridas e ir capacitando a quienes están en una edad media o más avanzada. Cabe preguntarse si la educación chilena se está haciendo cargo de esta tarea, y la respuesta es más bien desalentadora.
Pese a la masificación de la educación superior, una parte importante de nuestra fuerza de trabajo es "analfabeta funcional". Por otra parte, la última prueba TIMSS (2023) -que mide conocimientos en matemáticas y ciencias en alumnos de 4" y 8" básico reveló un preocupante estancamiento, pues seguimos en los niveles de 2015, dejándonos muy lejos de potencias como Singapur, China o Corea del Sur.
Esto está revelando que las nuevas generaciones no están contando con habilidades clave para desempeñarse en un mundo altamente tecnificado, lo que se agrava considerando que a nivel OCDE estamos entre los países con mayor número de horas lectivas escolares, pero sin que ello se traduzca en los rendimientos esperados.
En materia de educación superior, se observa que las universidades siguen en general entregando carreras que son extensas y caras -en promedio son dos años más que la media de la OCDE-, formando de la misma manera que lo han hecho en las décadas pasadas.
Debe comenzar a repensarse el sistema, donde además de carreras más cortas y con mayores habilidades, exista también un fuerte énfasis en la educación técnica, mucho más especializada, pues con los actuales niveles de productividad no lograremos estar a la altura del desafío. Pese a ello, nuestro debate educacional sigue entrampado en discusiones más propias del siglo XX o muy cortoplacistas. Las nuevas tecnologías imponen también retos fundamentales en cómo la sociedad será informada y el rol que jugará la prensa.
Los cambios son evidentes, pues los jóvenes se informan fundamentalmente a través de redes sociales, y aunque la TV y los medios tradicionales siguen teniendo un espacio, la tendencia de privilegiar las tecnologías digitales parece irreversible.
Esto por supuesto que tiene ventajas como la instantaneidad y un ecosistema informativo muy diverso, pero a la vez deja más expuestas a las personas a los caprichos de los algoritmos como también a la desinformación. Esto refuerza la importancia de seguir contando con medios de comunicación tradicionales, los que al trabajar con estándares éticos, y contar con verificación de fuentes y datos, siguen siendo insustituibles para asegurar información confiable.
A lo largo de estas décadas La Tercera también se ha ido adaptando a las nuevas tendencias, y es así como hoy es un medio con una apuesta fuertemente digital, abarcando amplias audiencias. una apuesta fuertemente digital, abarcando amplias audiencias..