Columnas de Opinión: No hay lugar para el USAID
Columnas de Opinión: No hay lugar para el USAID COLUMNA DE OPINIÓN“Este es un regalo del pueblo de los Estados Unidos. Prohibida su venta”. Así rezaban las cajas y latas con leche y queso que circulaban en el campo chileno en los años sesenta.
E r a a y u d a d e l a Agencia de los Es-tados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), creada por el Presidente Kennedy en 1961 para mitigar la pobreza en el mundo e ir en ayuda de países golpeados por hambrunas y desastres. Desde su fundación, la izquierda chilena y mundial ha acusado al USAID y a sus funcionarios de ser instrumentos de la CIA.
Menuda sorpresa se ha llevado días atrás cuando Elon Musk, director del Departamento de Eficiencia Gubernamental de la administración Trump, la tildó de ser una “organización criminal” que está al servicio de intereses antiamericanos y anunció su abolición. Sin mediar ley alguna, paralizó sus programas y desvinculó a la gran mayoría de sus empleados. Putin abandonó su mutismo para aplaudir.
No deja de ser sarcástico que sea el hombre que posee una fortuna personal que supera la de los mil millones de personas más pobres del planeta (según el NYT) quien haya tomado en sus manos la cruel tarea de arrojar al USAID “a la trituradora de madera”. Es otro indicador del gigantesco poder de Musk en la nuevaadministración, donde actúa como lo ha hecho siempre: como un ingeniero dotado de una confianza infinita en sí mismo, que se rodea de incondicionales, que juzga la “empatía” como una traba para la buena gestión y que trabaja con tanta intensidad que se ha trasladado con camas y petacas al mítico West Wing de la Casa Blanca, donde están sus oficinas. “No creo en los procesos”, ha dicho Musk. Prefiere ensayar, y si falla en su propósito, retroceder, descubrir dónde está el error, en quién recayó la responsabilidad, enmendarlo e intentarlo de nuevo. Así lo hizo en Tesla y SpaceX, y así lo está haciendo ahora en su plan de eficiencia gubernamental. Primero dispara yEl protagonismo actual de Elon Musk es solo la punta de un iceberg. luego, si es necesario, explica o retrocede, igual que Trump. Musk no es un lobo solitario. Lo rodea un dream team de brillantes ingenieros, muchos de los cuales llegaron a EE.UU. desde de todos los rincones del mundo gracias a la visa destinada a extranjeros con habilidades en campos técnicos específicos. Los viejos adherentes de Trump desean eliminarla, porque quita oportunidades a los estadounidenses.
Musk y los titanes de Silicon Valley (entre otros, Zuckerberg, Bezos, Pichai, Cook, Ellison y otros más desconocidos, pero igualmente relevantes, como Peter Thiel, Marc Andreessen y el ucraniano Max Levchin) defienden esta visa a morir, pues les da acceso a su recurso más valioso. Steve Bannon acusa a estos “broligarchs” (algo así como “oligarquía de amigotes”) de apropiarse de MAGA para sus propios fines. No le falta razón.
Como el propio Musk, ellos históricamente se inclinaron por los demócratas y fueron agentes activos de la hoy estigmatizada “cultura woke”. ¿Por qué este giro? Marc Andreessen, quien pasó semanas en Mar-a-Lago armando el plan de gobierno y el staff de Trump, lo dice abiertamente. Sus compañías se están haciendo ingobernables por la presión de la cultura anticapitalista, antipatriarcal y anticolonial que traen consigo los jóvenes formados en las universidades estadounidenses. De otro lado, la demanda política por fragmentar las “big-techs” e imponerles nuevas regulaciones, que desde Europa se disemina hacia China y los propios Estados Unidos, es imposible de detener sin el control del gobierno. El protagonismo actual de Musk es solo la punta de un iceberg. Como anuncia Andreessen, los “broligarchs” pretenden desplegar un rol político a lo menos en los próximos treinta años. Lo que está en curso, en suma, es mucho más que el triunfo de los conservadores sobre los liberales.
Estamos frente a una reconfiguración donde la solución de los problemas de la humanidad se traslada desde las instituciones políticas a las “bigtechs”, y donde el poder se ejerce siguiendo las rudas leyes del mercado y no de la diplomacia. En este nuevo mundo, donde todo está a la venta, no hay lugar para el USAID. Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog. COLUMNA DE OPINIÓN Por Eugenio Tironi