Mosca de la fruta: urgencia de una respuesta nacional
Mosca de la fruta: urgencia de una respuesta nacional La Región de Coquimbo enfrenta una crisis fitosanitaria que no puede minimizarse: la presencia de la mosca de la fruta ha obligado a eliminar más de 95 mil kilos de fruta en cuatro comunas, dejando a productores con pérdidas totales o parciales de sus cosechas. Para el agricultor, esto no es solo un daño económico directo; es también el derrumbe de meses -y a veces añosde trabajo, inversión y esperanza. El problema va más allá de un insecto que daña la fruta. Está en juego la sustentabilidad de un sector clave para nuestra región y el país.
La mosca de la fruta, si no es controlada de manera oportuna, amenaza con cerrar mercados internacionales. provocar desempleo estacional y generar un efecto dominó que afectará a toda la cadena productiva, desde el transporte y la comercialización, hasta los ingresos de familias que dependen exclusivamente de la agricultura. En terreno, las medidas de control están activas: zonas bajo cuarentena, destrucción de fruta, fiscalizaciones y campañas informativas. Sin embargo, la magnitud de esta crisis exige algo más: una respuesta nacional, articulada y urgente.
No basta con que la seremi de Agricultura y el SAG coordinen acciones regionales; se necesita un plan de contingencia extraordinario, con recursos frescos, refuerzos técnicos y un respaldo político que reconozca esta emergencia como un asunto de Estado. La experiencia internacional demuestra que la erradicación temprana y masiva es la única forma efectiva de contener esta plaga. Cada día que pasa sin una intervención a gran escala es un día ganado para la mosca y perdido para nuestros productores. El Estado debe garantizar compensaciones económicas justas, apoyo logístico y campañas sostenidas de prevención, pero también, promover una mesa de trabajo permanente que incluya a gremios, municipalidades y académicos especializados. Hoy la región no puede ni debe enfrentar sola este desafío. La mosca de la fruta no conoce límites comunales ni regionales, y su impacto -si no se actúa ahorapodría ser devastador para la agricultura nacional. Las autoridades centrales tienen la obligación de ver más allá de la estadística y dimensionar que detrás de cada kilo de fruta destruida hay familias, historias y economías locales que no resisten otro golpe. El llamado es urgente: que Santiago mire al norte no solo cuando la crisis esté desbordada, sino ahora, cuando aún es posible controlar la situación.
La agricultura es parte de nuestra identidad y motor económico; protegerla es un deber ineludible.. La plaga amenaza no solo la producción agrícola, sino también la economía, el empleo y la estabilidad social de la Región de Coquimbo.