Autor: IVÁN MARTINIC
La Antártica les recuerda a los chilenos que, a veces, es más fuerte
La Antártica les recuerda a los chilenos que, a veces, es más fuerte Desde la Antártica“Era imposible”. Con nueve campañas antárticas de experiencia, el teniente Jaime Riquelme, piloto de helicóptero de la Aviación Naval, confirma que no hay condiciones para aterrizar con seguridad en la isla Alejandro I, el destino más austral de esta travesía del nuevo rompehielos “Almirante Viel”. Allí, el objetivo era que el Instituto Antártico Chileno (Inach) instalara una antena con sensores para profundizar el monitoreo del cambio climático en el Continente Blanco. “Eran paredones tremendos de hielo que, finalmente, hacían infranqueable la isla”, relata el oficial. Junto a la piloto Catalina Galleguillos, la sobrevoló tres veces en busca de un lugar apropiado para el Inach. “No había costa. Era hielo directamente sobre el mar”, ratifica Galleguillos, la primera mujer piloto naval que vuela en la Antártica y al sur del círculo polar. “Tiene mucha presencia de hielo y nieve, y es muy escarpada en las orillas, entonces no hay ninguna playa, no hay un sitio plano”, confirma Bastián Oyarce, encargado del programa Sensores Longitudinales del instituto. Y como además el hielo exhibía numerosas grietas que multiplicaban el riesgo, la misión se frustró. Por ahora, no habrá sensores meteorológicos chilenos en Alejandro I. “Es arisca, es mañosa”ZAR RUSODescubierta por el ruso Fabian von Bellingshausen en 1821, el nombre de la isla Alejandro I recuerda al zar que gobernó ese país entre 1801 y 1825.
Tal como al inglés Robert Falcon Scott en 1912 (murió de hipotermia en la barrera de hielo de Ross cuando volvía de alcanzar el Polo Sur), al irlandés Ernest Shackleton en 1915 (su barco “Endurance” fue devorado por los hielos del Mar de Weddell) y a tres militares chilenos en 2005 (fallecieron al caer en una grieta), la Antártica les recordó a los expedicionarios de 2025 que, a veces, es más fuerte que el ser humano.
“ E s u n m u n d o muerto después de quizás qué terribles y horrorosos cata-clismos, que ha enmudecido y lleva eternamente el peso de ignorados acontecimientos”, describía hace ocho décadas el explorador y diplomático Óscar Pinochet de la Barra en su libro “La Antártica chilena”. Desde una perspectiva más personal, Oyarce lo ve así: “¿ Por qué estamos acá? La Antártica dice váyanse. Es así, es arisca, es mañosa.
Y (solo) quiere la presencia de los que tienen que estar aquí, la flora y la fauna (). Nosotros estamos haciendo ciencia, pero muchas veces en nombre del progreso se hacen cosas que afectan la zona”. Una confusión de 120 añosSegunda travesía del nuevo rompehielos “Almirante Viel”:No había acceso a tierra, además de icebergs agrietados. solo icebergs por todos lados, Eso hace súper complejo el trabajo de la gente, porque ellos necesitan roca para instalar los sensores”..................................................................................... TENIENTE JAIME RIQUELMEPILOTO DE HELICÓPTERO NAVALSiempre digo, ¿por qué váyanse. Es así, es arisca, esestamos acá? La Antártica dicemañosa.
Y (solo) quiere la presencia de los que tienen que estar aquí, la flora y la fauna”..................................................................................... BASTIÁN OYARCEINSTITUTO ANTÁRTICO CHILENOplorado ahora por los chilenos, para que los aviones que se internan en el Continente Blanco sean reabastecidos de combustible. “Al ya existir datos meteorológicos de esa zona, no tiene mucho sentido que nosotros instalemos algo (en el mismo lugar)”, argumenta Oyarce. Situada al suroeste de la Península Antártica, fue descubierta en 1821 por el ruso Fabian von Bellingshausen, aunque recién 120 años más tarde la expedición estadounidense Finne Ronne comprobó que en realidad era una isla. La confusión se debió a que está conectada al continente por una plataforma de hielo flotante.
Datos abiertos al públicoSi bien por ahora no habrá sensores en Alejandro I, la red del Inach que monitorea datos como dirección y velocidad del viento, temperatura del aire, concentración de CO2, presión atmosférica, altura de nieve, radiación solar y temperatura del suelo ya posee 14 estaciones instaladas entre cabo Melville (en el archipiélago de las Shetland del Sur) por el norte y Glaciar Unión por el sur, con una cobertura de más de mil kilómetros. El Inach publica esos datos en su sitio web (inach. cl). “Nosotros no somos meteorólogos ni investigadores del cambio climático, entonces entregamos los datos para que se hagan esas investigaciones”, detalla Oyarce. Tras el sinsabor de Alejandro I, el “Viel” navegó hacia otras misiones.
Realizó nuevas y exitosas pruebas de rompimiento de hielo en una semicongelada bahía Margarita las más australes que ha hecho hasta ahora, donde focas leopardo y pingüinos Adelia miraban con interés el paso del buque chileno de 10.500 toneladas. Además, apoyó logísticamente a las bases Presidente Frei Montalva y Arturo Prat, ayudó al cierre de la estación temporal Yelcho del Inach y trasladó al personal saliente de la base ecuatoriana Maldonado. Ayer, en tanto, el buque se desplazó hasta la isla Snow para que el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) actualice las cartas náuticas. El viento y las marejadas, sin embargo, lo impidieron. La Antártica, de nuevo, fue más fuerte. EMLEUQIREMIAJLos encarga-dos de la red de sensores del Inach sí lograron actualizar la estación de monitoreo de la base Teniente Carvajal, en la isla Adelaida. La isla Alejandro I es un coloso de hielo. Con 43 mil km2, es la mayor de la Antártica. Si fuera una región de Chile, sería la sexta en superficie. Triplica la de la Región Metropolitana. Pero apenas tiene cuatro habitantes, y solo en verano. Viven en Fossil Bluff (Acantilado Fósil), una estación meteorológica británica levantada en 1961 en la latitud 71 grados 19 minutos sur más “abajo” de lo ex-GREBNEZRAWHCSAÍFOSCINITRAMNÁVI.
La instalación de sensores para monitorear el clima se vio frustrada, porque la isla más grande del Continente Blanco resultó ser un coloso de hielo, sin un centímetro de tierra o roca disponible para los investigadores del Instituto Antártico Chileno. Segunda travesía del nuevo rompehielos “Almirante Viel”: s cuadrados, Alejandro I es la isla más grande de la Antártica. El helicóptero Bolkow de los tenientes Riquelme y Galleguillos sobrevoló tres veces la isla sin hallar un sitio