Lo que pasó en la semana
Lo que pasó en la semana en la semana SECUESTROS Y EXTORSIONES: CADENAS DEL CRIMEN ORGANIZADO EN CHILE Por Pablo Urquízar Coordinador Observatorio del Crimen Organizado y Terrorismo UNAB. urante la última década, Chile ha sido testigo de un cambio alarmante en su panorama delictual.
El secuestro, antes un fenómeno aislado, creció un 74% entre 2014 y 2024, alcanzando 3.649 casos, mientras las extorsiones se dispararon más de 7.000%, pasando de apenas cuatro casos en 2014 a 303 en 2024, según el Observatorio de Crimen Organizado y Terrorismo de la UNAB. Ambos delitos generan un impacto devastador sobre las víctimas y configuran un ecosistema criminal cada vez más estructurado y transnacional. Actualmente operan en Chile al menos 12 organizaciones criminales transnacionales: cinco venezolanas, dos colombianas, dos peruanas, una dominicana, una mexicana y una china, siendo el Tren de Aragua la más conocida. Estas estructuras no se limitan al tráfico de drogas O armas, sino que han diversificado sus delitos hacia secuestros y extorsiones. Mientras el secuestro busca el cobro de rescates o intimidar rivales, la extorsión funciona como un verdadero impuesto criminal, silencioso pero constandadero impuesto criminal, silencioso pero constante, aplicado a comerciantes, transportistas y familias. Lo más preocupante es la transformación cultural y social que estos delitos generan. Instalan un régimen de miedo que erosiona la cohesión comunitaria y la legitimidad del Estado. La ciudadanía comienza a percibir la violencia como un "costo de hacer negocios" o un riesgo inevitable para quienes viven en determinados territorios, debilitando así la libertad. Pero el problema no es solo del Estado.
Como señaló Héctor Barros, fiscal jefe del ECOH, en entrevista con este diario: "Si consume servicios de niñas explotadas sexualmente o compra un celular robado, usted tiene las manos con sangre igual que el Tren de Aragua". Su afirmación evidencia una verdad incómoda: el crimen organizado requiere mercados, consumidores y redes de complicidad social para sostenerse. Chile aún está a tiempo de impedir que estas organizaciones criminales consoliden un poder paralelo. Pero lograrlo requiere más que operativos reactivos: exige decisión política, inteligencia estratégica y liderazgo que comprenda que la seguridad no es solo un problema policial, sino también un desafío moral, cultural y social. y social..