Pacífico
Pacífico La inmensidad del océano Pacífico sobrecoge. Sus distancias parecen no acabar nunc a. D e l S u r a l Norte, del Este al Oeste, generando mundos aparte. Las costas americanas casi rectilíneas, casi sin inflexiones y casi sin diferencias culturales en origen.
Las asiáticas, en cambio, cortadas por islas enormes, grandes y pequeñas; por mares, golfos y bahías que forman verdaderos mares interiores al estilo de nuestro pequeño Chiloé pero en otra escala, constituyendo accidentes que separan pueblos y culturas, a la vez que los vinculan en un intercambio ancestral que no lima las diferencias. En medio, un sembrado de islas muy distantes unas de otras forman la Polinesia, que revela una notable unidad cultural. Para agrandar las distancias, los de acá, los de las costas americanas, desconocemos a los del frente. Y los de allá, los del Asia, nos ignoran. Más aún, los de fuera, los europeos, nos enseñaron a los americanos a pensar que nada nos vincula con los de allá, en circunstancias que venimos de allá y numerosos rasgos culturales acusan esta filiación. También los europeos les enseñaron a los del Asia a creer que estaban en los bordes mismos del mundo, de manera de imponer una superioridad cultural, asunto muy discutible. Y para reafirmar ello, partieron nuestro Pacífico con una línea que cambia el día para los de un lado y para los del otro, incrementando la distancia. Recién, en estas últimas décadas, hemos comenzado a mirarnos y a descubrirnos: agrupaciones, tratados y reuniones intentan unir lo que las distancias y los extraños han permitido que haya permanecido separado.
Sin embargo, debemos preguntarnos hidalgamente, ¿qué hemos aportado o qué pretendemos aportar los de acá? Más bien parece que solo nos mueve el afán de colgarnos del activismo y creatividad de los de allá por si logramos algún beneficio. Nuestra permanente inestabilidad nos limita y, una vez más, nos identifica como vagón de cola. En nada nos parecemos al vigor con que se desarrolla la vida allá.
A pesar d e l o s p r o b l e mas que enredan a japoneses y chinos hoy día, y a otros de sus vecinos también, sorprende la vitalidad y el empuje que los impulsa, guardando su pasado y abriendo futuro simultáneamente. ¿Constituyen una lección que debemos aprender? Ya sabemos cómo hemos reprobado sucesivamente, manteniéndonos en primero básico a pesar de tanto discurso prosopopéyico que nos aplasta. Necesitamos fortalecernos interiormente para así, finalmente, lograr crecer y ser grandes.
C O L U M N A D E O P I N I Ó N Pacífico Los de acá, los de las costas americanas, desconocemos a los del frente... Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog Por Adolfo Ibáñez. - -