Autor: Nelson Cárcamo Barrera profesor
Columnas de Opinión: Magallanes: acciones urgentes para frenar la violencia escolar
Columnas de Opinión: Magallanes: acciones urgentes para frenar la violencia escolar D urante años, quienes hemos estado ligados al sistema educativo albergamos la esperanza de que la violencia escolar sería un fenómeno pasajero, limitado a casos puntuales y excepcionales. Imaginábamos que vendría un periodo de reflexión seria, capaz de ayudarnos a comprender la raíz del problema y a generar soluciones duraderas. Sin embargo, la realidad nos demuestra algo distinto hoy enfrentamos una problemática cada vez más grave, compleja y extendida, cuya magnitud muchas veces no alcanzamos a dimensionar en su totalidad. Esa falta de comprensión también dificulta la búsqueda de respuestas y medidas efectivas. El primer paso, ineludible, es reconocer que estamos atravesando un escenario critico de violencia escolar que afecta a las comunidades educativas. No podemos minimizarlo ni esperar que desaparezca de forma espontánea.
Por el contrario, resulta urgente escuchar las voces de quienes conviven dia a día en las aulas -estudiantes, docentes, asistentes de la educación y familiasy articular acciones que fortalezcan el buen trato, la convivencia y el clima escolar. Las cifras oficiales son un llamado de alerta. En abril, la Superintendencia de Educación informó que entre enero y marzo de este año se registraron 2.501 denuncias de violencia escolar, un aumento de 14,2% en comparación con el mismo periodo de 2024. Estos números, correspondientes solo al primer trimestre, permiten anticipar un escenario aún más complejo hacia fin de año. El organismo detalló además que la categoria con mayor crecimiento fue el maltrato a miembros adultos de la comunidad educativa, con un alza del 121,2%, pasando de 33 a 73 casos a nivel nacional. Y estos datos reflejan únicamente las situaciones denunciadas, dejando en la sombra un número probablemente mayor de hechos que no llegan a formalizarse. En el caso de Magallanes, inicialmente se informo una disminución: de 11 denuncias en 2024 a solo 3 en el primer trimestre de 2025. Sin embargo, la actualización del portal de datos abiertos de la Superintendencia muestra un panorama muy distintoc durante el segundo trimestre ya se habían registrado 85 denuncias en la región. Es decir, un aumento explosivo que confirma que también aqui vivimos un momento critico. ¿Cómo llegamos hasta este punto? La violencia escolar no tiene un único origen ni responde a una sola causa. Más bien es el resultado de un entramado de factores sociales, culturales, familiares y educativos que se expresan dentro de la escuela. Lo que si está claro es que sus consecuencias no se limitan a los muros del aula. Además, es importante comprender que la violencia escolar no se manifiesta de una sola forma. Puede expresarse en agresiones físicas, verbales, psicológicas, en exclusión, discriminación, acoso presencial o virtual. También puede dirigirse tanto a estudiantes como a docentes y equipos de gestión. Esa diversidad de expresiones hace más difícil dimensionar sus impactos, que van desde el deterioro de la convivencia hasta efectos emocionales profundos en quienes los sufren. Frente a ello, se impone un enfoque integral y preventivo.
No basta con reaccionar ante los hechos consumados: se requiere construir comunidades educativas que promuevan la participación activa de sus integrantes, que generen espacios de escucha efectiva y que prioricen la formación en habilidades socioemocionales, resolución pacifica de conflictos y respeto a la diversidad. El desafio no es menor. Sin embargo, mientras no asumamos colectivamente que la violencia escolar nos concierne a todos, será difícil revertirla. Hoy más que nunca, Magallanes necesita impulsar un trabajo sostenido y colaborativo, donde familias, escuelas, autoridades y sociedad civil se comprometan en un esfuerzo común..