Virtud tan ausente como necesaria
Virtud tan ausente como necesaria EDITORIALel llamado que este año hizo la Unesco al conmemorar ayer el Día Internacional para la Tolerancia, proclamado en 1996 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. pronuncian sentencias, afirman verdades sagradas y suelen descalificar al que tiene otro punto de vista. Nadie es dueño total de la verdad. Hay muchas pequeñas verdades que cada uno carga en su mochila y deberíamos respetar las razones que las originaron. Comprender el dolor, la frustración, la ansiedad y las circunstancias que marcaron a aquellos que están en otras veredas. Ese fue el llamado que este año hizo la Unesco al conmemorar ayer el Día Internacional para la Tolerancia, proclamado en 1996 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Es lógico, comprensible y necesario que cada uno sostenga sus ideas y principios, pero también es interesante oír otras opiniones para coincidir, rechazar o intentar -por un momentoponerse en la vereda opuesta. No quiere decir que vayamos a cambiar nuestras convicciones, pero podemos quizás repensar algunas cosas que pueden ser posibles de nuevos y enriquecedores puntos de vista.
En este especial momento que vive nuestro país, donde siguen gravitando las tensiones sociales y persiste un ambiente político altamente crispado, debemos exigir a nuestros representantes real capacidad de diálogo y menos superficialidad para interpretar las opiniones ajenas. En Chile, todos los sectores, sin excluir a ninguno, deberían participar de este espíritu de tolerancia y pluralismo. Ni el oficialismo, ni ninguna de las colectividades de oposición, aun las que se han caracterizado por su conservadurismo, intolerancia y aspereza, deberían estar ausentes en este esfuerzo. Hay algunas cosas que en el actual momento de la vida nacional tanto políticos como ciudadanos podríamos hacer para vivir con cierta armonía y relativa tranquilidad. Una de ellas es no creer que nuestro pensamiento es el mejor, y mucho menos el único que puede existir. En épocas no tan lejanas, el hombre común solía enterarse de los hechos modificadores de su existencia por medio de una prensa limitada y generalmente manejada por los adinerados. De más está decir que las informaciones e interpretaciones estaban teñidas de una excesiva subjetividad.
Con el tiempo las cosas se fueron modificando y los grupos minoritarios u opositores tuvieron sus espacios, clandestinos en épocas de dictadura y públicos en las democráticas, pero aún en los períodos de libertad plural siguen (y seguirán) apareciendo las zonas grises. Obviamente, siempre habrá diferentes posiciones sobre qué es el desarrollo y cómo se logra. También de cómo mejoramos la seguridad pública, nuestra educación, la salud y las pensiones. Esos son los debates relevantes que deberían realizarse desde las ideas y no desde las simples opiniones o eslóganes populistas. Pero lamentablemente eso no está pasando. Descalificaciones personales y la famosa teoría del empate es lo que vemos a diario en la política nacional. Una práctica que nos lleva al peligroso juego de los buenos versus los malos. Cuando se llega ahí, se acabó la discusión relevante.
Lo que para unos es blanco para otros es negro, y así, con esa valoración obtusa y delimitada por el nivel de cultura e información que hayamos llegado a poseer,. Nadie es dueño total de la verdad. Hay muchas pequeñas verdades que cada uno carga en su mochila y deberíamos respetar las razones que las originaron. Comprender el dolor, la frustración, la ansiedad y las circunstancias que marcaron a aquellos que están en otras veredas. Ese fue EDITORIAL