Autor: José Sandoval Díaz Director Centro de Estudios Ñuble UBB
Columnas de Opinión: Desastres socionaturales: memoria y educación
Columnas de Opinión: Desastres socionaturales: memoria y educación 70.5% a 72.8%. También subió el uso de Facebook como medio de información en emergencias (de 54.1% a 60.6% ). Sin embargo, el colectivas del desastre y la acción preventiva es una de las principales brechas.
Con frecuencia, los aprendizajes permanecen circunscritos a “mitos locales” o se desvanecen con el paso del tiempo, sin integrarse plenamente en políticas públicas, programas de intervención ni currículos educativos. terremoto de magnitud 9.5 Mw -el más fuerte registrado instrumentalmente en la historia, a nivel mundialimpactó al sur de Chile, seguido por un tsunami que El 22 de mayo de 1960, un cruzó el océano Pacífico. Ese evento dejó más de 2.000 fallecidos y transformó radicalmente la geografía, la vida cotidiana y la conciencia de riesgo en el país.
En conmemoración, se instauró el “Día Nacional de la Memoria y Educación sobre Desastres Socionaturales”, una fecha orientada a fortalecer la educación y la reflexión sobre el proceso de riesgo de desastre y los eventos extremos intensificados por el cambio climático que seguirán afectándonos. Chile es un territorio altamente expuesto a amenazas naturales y socionaturales. Terremotos, incendios forestales, aluviones, inundaciones y sequías forman parte del repertorio histórico de nuestras comunidades. Sin embargo, esta recurrencia no siempre se traduce en una preparación adecuada. La desconexión entre las memorias La ciudad de Chillán es un claro ejemplo: ha vivido terremotos en 1751,1835, 1939 y 2010. Aunque estas vivencias están arraigadas en el imaginario colectivo, no siempre logran traducirse en preparación adaptativa. Recordar no basta. La memoria debe ser un recurso activo, vinculado a procesos educativos sostenidos e intergeneracionales, especialmente en territorios expuestos e históricamente vulnerados. En este contexto, el Centro de Estudios Ñuble de la Universidad del Bío-Bío ha impulsado dos versiones de la Encuesta Regional de Percepción y Preparación ante Desastres.
Los resultados muestran avances parciales: los hogares con plan de emergencia familiar pasaron de 20% (2023) a 24.4% (2024), y la tenencia de alimentos y agua aumentó de conocimiento del Sistema de Alerta de Emergencia (SAE) cayó de 59.5% a 39.8%, lo que plantea una alerta sobre el vínculo entre ciudadanía e institucionalidad. Aunque más del 97% de las personas encuestadas ha vivido al menos un evento desastroso, persiste una brecha entre la experiencia vivida y la acción preventiva.
Conmemorar el 22 de mayo implica no solo mirar hacia atrás, sino activar -y agenciarla memoria colectiva como base para una educación transformadora, articulada con saberes comunitarios, planes locales y estrategias participativas de reducción del riesgo. Fortalecer la memoria es cultivar resiliencia. Solo integrando saberes populares, conocimiento técnico y prácticas territoriales podremos construir una ciudadanía crítica, informada y preparada para enfrentar los desafíos climáticos y socioambientales del presente y del futuro. Opinión. Opinión