Desastres socionaturales: memoria y educación
Desastres socionaturales: memoria y educación Opinión Desastres socionaturales: memoria y educación José Sandoval Díaz Director Centro de Estudios Ñuble UBB E l 22 de mayo de 1960, un terremoto de magnitud 9.5 Mw -el más fuerte registrado instrumentalmente en la historia, a nivel mundialimpactó al sur de Chile, seguido por un tsunami que cruzó el océano Pacífico. Ese evento dejó más de 2.000 fallecidos y transformó radicalmente la geografía, la vida cotidiana y la conciencia de riesgo en el país.
En conmemoración, se instauró el "Día Nacional de la Memoria y Educación sobre Desastres Socionaturales", una fecha orientada a fortalecer la educación y la reflexión sobre el proceso de riesgo de desastre y los eventos extremos intensificados por el cambio climático que seguirán afectándonos. Chile es un territorio altamente expuesto a amenazas naturales y socionaturales. Terremotos, incendios forestales, aluviones, inundaciones y sequías forman parte del repertorio histórico de nuestras comunidades. Sin embargo, esta recurrencia no siempre se traduce en una preparación adecuada. La desconexión entre las memorias colectivas del desastre y la acción preventiva es una de las principales brechas. Con frecuencia, los aprendizajes permanecen circunscritos a "mitos locales" o se desvanecen con el paso del tiempo, sin integrarse plenamente en políticas públicas, programas de intervención ni currículos educativos. La ciudad de Chillán es un claro ejemplo: ha vivido terremotos en 1751,1835, 1939 y 2010. Aunque estas vivencias están arraigadas en el imaginario colectivo, no siempre logran traducirse en preparación adaptativa. Recordar no basta. La memoria debe ser un recurso activo, vinculado a procesos educativos sostenidos e intergeneracionales, especialmente en territorios expuestos e históricamente vulnerados. En este contexto, el Centro de Estudios Ñuble de la Universidad del Bío-Bío ha impulsado dos versiones de la Encuesta Regional de Percepción y Preparación ante Desastres.
Los resultados muestran avances parciales: los hogares con plan de emergencia familiar pasaron de 20% (2023) a 24.4% (2024), y la tenencia de alimentos y agua aumentó de 70.5% a 72.8%. También subió el uso de Facebook como medio de información en emergencias (de 54.1% a 60.6% ). Sin embargo, el conocimiento del Sistema de Alerta de Emergencia (SAE) cayó de 59.5% a 39.8%, lo que plantea una alerta sobre el vínculo entre ciudadanía e institucionalidad. Aunque más del 97% de las personas encuestadas ha vivido al menos un evento desastroso, persiste una brecha entre la experiencia vivida y la acción preventiva.
Conmemorar el 22 de mayo implica no solo mirar hacia atrás, sino activar -y agenciarla memoria colectiva como base para una educación transformadora, articulada con saberes comunitarios, planes locales y estrategias participativas de reducción del riesgo. Fortalecer la memoria es cultivar resiliencia. Solo integrando saberes populares, conocimiento técnico y prácticas territoriales podremos construir una ciudadanía crítica, informada y preparada para enfrentar los desafíos climáticos y socioambientales del presente y del futuro.. - - -