Autor: Marcelo Sánchez Gerente general de Fundación San Carlos de Maipo
Columnas de Opinión: Prevenir hoy para tener un futuro mañana
Columnas de Opinión: Prevenir hoy para tener un futuro mañana ColumnaC hile está en una encrucijada. No podemos resignarnos a vivir con miedo ni aceptar que nuestras calles se han convertido enel territorio de las bandas y delas armas. La inseguridad no es simplemente una sensación, es una realidad pavimentada por el crimen organizado que está afianzándose en Chile. El Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Be-seasfixia la cohesión social, abriendo brechas que ocupa el Narcotráfico y el Crimen Organizado. Percepción y realidad de inseguridad que erosionalla calidad de vida y que, además, se va sumando a otras modalidades de discriminación que viven los grupos más vulnerables. Chile ha registrado un salto cualitativo en su delincuencia. La llegada del crimen organizado hasido pródiga en nuevos delitos (que eran) poco frecuentes, como el secuestro, la extorsión y el Sicariato. Lamentablemente, estamos viendo un nivel de violencia delictual que transforma los códigos de convivencia y que, a la vez, destroza las relaciones interpersonales en el barrio. Hoy, en que laacción del crimen organizado está acotada territorialmente, aún estamos atiempo. Cambiar estarealidad supone instalar con fuerza una agenda temprana de prevención social, que aborde las causas y no sólo las consecuencias.
Necesitamos fortalecer la prevención social, crear factores protectoresen la familia, en la escuela, en la comunidad, así como dar una lucha frontal contra la exclusión social, recuperar los espacios degradados, de tal manera de cerrar la llave del involucramiento delictivo de niños y jóvenes para avanzar en torno al desarrollo positivo de la Infancia. Tenemos que atacar con fuerza hoy para tener un futuro mañana. No podemos esperar más. Dejemos de llegar tarde. llo (UNAB), a través de su estudio sobre movilidad social multidimensional de 2024, entregó interesantes datos de la percepción de inseguridad. Los disparos, que solían ser episodios excepcionales, se han transformado en un hecho cotidiano. Solamente el 45,9% de los encuestados aseguró no haber sido testigo de balaceras en su barrio, enrelación con el 79,9% que afirmó no haberlas presenciado en su etapa de adolescentes. Las estadísticas también dan cuenta de un alarmante crecimiento dela exposición altráfico de drogas y delitos violentos. Estose dibujacon claridad en determinados gruposcomo las mujeresy los niños, quienes son los más perjudicados conlas acciones delictivas en los territorios.
Sin embargo, no son los únicos segmentos quese ven obligados a estaratentos para caminar asolos enla noche o jugar en una cancha convertida en campo de tiro, sino que también la transformación de los entornos de protección y socialización han derivado en un lugar violento y hostil, donde.