Autor: Por Pablo Retamal Navarro
Pedro aguirre cerda
Pedro aguirre cerda ubo un antes y un después para Pedro Aguirre Cerda.
El 23 de diciembre de 1937, los kioscos chilenos exhibían el nuevo número de la revista satírica Topaze (“El barómetro de la política chilena”). En las páginas centrales de su número 283 traía un juego de mesa: “La carrera del poder”, que simulaba la suerte de quienes aspiraban a llegar a La Moneda el año siguiente. Ahí, Aguirre Cerda recibió el sobrenombre de “Don Tinto”. El dato lo rescata el historiador Cristóbal García-Huidobro.
“En ese número de Topaze fue la primera vez que salió el apodo de *Don Tinto”. Le decían así por sus negocios vitivinícolas y por su activismo gremial -comenta a Culto-. Él se tomó el sobrenombre con mucho humor, además de que haber sido bautizado por la Topaze implicaba ser alguien importante en la política nacional, pero sabía perfectamente que la línea editorial de la revista era partidaria de la candidatura de Ibáñez y no de la de él”. Aguirre Cerda pasó a ser “Don Tinto” ya en el otoño de su vida, cuando había acumulado una respetable trayectoria como un político de estirpe.
Miembro del Partido Radical, había sido diputado en dos períodos (por San Felipe y Santiago, respectivamente), ministro durante los gobiernos de Juan Luis Sanfuentes y Arturo Alessandri Palma, e incluso estuvo en el exilio tras el episodio del “Ruido de sables” de 1924.
Esa carrera, sumado a su esfera más personal y privada, fue la que motivó la curiosidad de García-Huidobro para trabajar en un completo libro sobre el mandatario, quizás uno delos más célebres, pero a la vez menos conocidos de nuestra historia. Ya está en librerías y se titula El presidente de todos los chilenos. Una biografía de Pedro Aguirre Cerda (Ediciones B). “Hace varios años surgió en mí la inquietud de explorar nuevos derroteros históricos.
Mi especialidad y gusto por la historia siempre ha sido -y sigue siendoel siglo XIX, pero a veces es necesario obligarse a dar golpes de timón, para probarse en el oficio de historiador -dice García-Huidobro a Culto.
Así fue como hace ocho años decidí sumergirme en lecturas sobre el siglo XX, y encontré a este personaje fascinante que es don Pedro, sobre el cual se había escrito bastante, pero me dio la impresión de que pocos le habían dado la palabra para que él contase su historia, su vida; cuáles eran sus pasiones, más allá del relato canónico de su amor por la educación.
Mientras exploraba su archivo personal, me di cuenta de que Aguirre Cerda tenía muchas más dimensiones de lo que tradicionalmente se contaba, y que una personalidad y liderazgo como el que ejerció merecía ser rescatado, más allá de los clásicos abanderamientos políticos”. En el volumen, García-Huidobro muestra nosolo al político, también al hombre.
“Era un bromista empedernido, muy socarrón y con mucho sentido del humor, pero pese a ello era un hombre tímido, muy autoconsciente de su propio aspecto, que él mismo consideraba que no era atractivo, lo que quizás lo convirtió en una persona retraída. También era sencillo, sin pretensiones ni mucha vanidad, muy amigo de sus amigos. Era un intelectual más que un político, con varias publicaciones científicas en el cuerpo, lo que esraro en la política nacional, tanto en su época como hoy. En general, los políticos son personas de acción, no de reflexión, y Aguirre Cerda tenía algo de ambos, pero su pasión estaba en lo académico e intelectual, sin duda. Esa era su catedral. La política era solo una capilla.
De repente eso le jugaba un poco en contra, lo hacía dudar en momentos claves, pero siempre sabía cómo salir jugando, y ese también era uno de sus talentos”. De hecho, el libro revela una dimensión de Pedro Aguirre Cerda como un político hábil, “muñequero”, que siempre buscaba llegar a puerto mediante acuerdos. “Buscaba acercar posiciones, generar acuerdos y lograr consensos entre las distintas fuerzas políticas. Sinceramente, esto era un arte en el que Aguirre Cerda salió victorioso muchas veces, pero las derrotas también fueron muchas y dolorosas, con varias puertas cerradas en su cara. Y aun así, nunca perdió la fe en aquel viejo dicho de que *'conversando, la gente se arregla.
Fue un muñequero eximio, y por ello fue condenado como oportunista, pero la política es el arte de lo posible, y en ese sentido, para Aguirre Cerda, siempre estuvo primero el bien común de la sociedad”. Derribando mitos Quizás el gran aporte de este volumen es que derriba bastantes mitos sobre Don Tinto.
Partiendo con algo que siemprese destaca de él: que su prioridad era la educación, amén de su condición de profesor de castellano y del slogan que inmortalizó: “gobernar es educar”. Sinembargo, García-Huidobro asegura que, en rigor, esefue solo uno de los ejes centrales de su administración. “En primer lugar, no solo la educación fue uno de los principios rectores de su gobierno.
También lo fue producir, expandir la industria, colaborar mano a mano con los privados para estos fines, proveer a todos los chilenos de lo que fue su slogan de campaña: *pan, techo y abrigo”; de que su visión no se reducía solamente a “gobernar es educar”, sino que gobernar era crear la mejor vida posible para todos y cada uno de los chilenos.
En pocas palabras, que el fin de todo gobierno debía ser el bien común”. Asimismo, García-Huidobro también entrega otros datos poco conocidos de su actividad política: “Su oposición a la creación del Frente Popular y su desconfianza hacia los comunistas no ha sido particularmente relevada. Aguirre Cerda quería reconstituir la vieja Alianza Liberal, pero integrando a los socialistas, si estos estaban dispuestos.
Por cierto que esto fue un error de cálculo importante de don Pedro, que quizás no había percibido que la política chilena, por lo menos desde la década delos 30, había dado varios giros, que hacían imposible su sueño”. Además, García-Huidobro entra en un aspecto crucial. El abanderamiento de la figura de Pedro Aguirre Cerda con la izquierda, que ha reivindicado su legado.
“Ha habido una intención de convertir a Aguirre Cerda en una bandera de lucha para ciertos gruposOZZZZZZZZZZZZZApolíticos -algo similar también ha ocurrido mucho antes con José Manuel Balmaceda-, desdibujando el aporte completo de don Pedro, que no se reduce solamente a su presidencia, que pareciera muchas veces que es lo único que importa. Tres años no pueden serlo que definan más de un cuarto de siglo de vida política. Por eso el libro se titula El Presidente de todos los chilenos, porque su legado nos pertenece a todos, no solo a algunos.
Sus ideas, su vida y su esfuerzo por hacer de este país un lugar mejor es patrimoniode los chilenos que fueron, de losquesomos y de los que vendrán”. Eso sí, García-Huidobro es claro al señalarla orientación de Pedro Aguirre Cerda en el espectro político. “Él era un hombre de ideas de izquierda, y ese era su domicilio político, él lo dijo y en eso no hay que perderse. Por cierto que las ideas de la izquierda de los primeros cuarenta años del siglo XX son bien distintas a las actuales.
Sinembargo, el sectarismo político de la época en que vivió, y que ha revivido en Chile en los últimos años, pareciera tener dos efectos: Aguirre Cerda le pertenece y solo puede ser reivindicado por personas de pensamiento progresista, de izquierda, o como se le quiera llamar, pero haciendo una selección de aquello que se amolda a las ideas actuales de la izquierda, dejando de lado aquello que puede parecer incómodo, inconveniente o demasiado cercano a la derecha.
Y segundo, en la vereda política contraria la miopía política impide ver las bondades de gobierno, las buenas ideas que intentó implementar, concentrándose solo en lo que divide, y noen lo que une”. Otro aspecto que García-Huidobro discute es la admiración que Pedro Aguirre Cerda habría tenido por Adolf Hitler, sustentada en el profundo nacionalismo de Don Tinto y en una carta credencial escrita por él al mismísimo Fúhrer al asumir como presidente. Esta tesis ha sido planteada por historiadores como Sergio Villalobos. Pero GarcíaHuidobro desmiente tal postura: “Ser nacionalista no convierte a alguien en admirador del nazismo o del fascismo. Esa ha sido una cantinela muy extendida por ciertos elementos del espectro político, pero es un craso error.
Por otro lado, ha habido intención clara de difundir dicho mito en una forma, por decir lo menos, falaz”. “El argumento se centra en la carta credencial que presenta como embajador en Alemania Tobías Barros Ortiz, y cuya redacción la realiza el Ministerio de Relaciones Exteriores. Esta carta siempre tiene el mismo texto, incluso hoy, pero se toma como si fuera una profesión de fe de Pedro Aguirre Cerda a favor del nazismo.
Cuando se entablaron relaciones diplomáticas con la Unión Soviética a finales de los cuarenta, cuando Stalin gobernaba, el texto de la carta credencial que presentaba al embajador Luis Cruz Ocampo era el mismo. ¿Eso convierte a Gabriel González Videla, presidente de la época, automáticamente en admirador del estalinismo? La acusación, entonces, es intelectualmente deshonesta”. Gabriela y Salvador Otro aspecto que rescata este libro es el vínculo de Pedro Aguirre Cerda con otrospersonajes. Por ejemplo con Gabriela Misa quien ayudó a empujar su carrera al tral, Premio Nobel de Literatura.
“Fue uno de los grandes promotores de Gabriela Mistral, en Chile y en el extranjero, y efectivamente existe correspondencia entre ambos, en la que como presidente de la República Aguirre Cerda habla sobre la necesidad de promover la candidatura al Nobel.
Ahora bien, lamentablemente, don Pedro murió en 1941 y no alcanzó a ver a la poeta recibiendo sus merecidos laureles, pero colaboró activamente a dar el puntapié inicial a la candidatura”. “Aguirre Cerda gustaba de su poesía, además de ser amigos durante décadas y dedicarse obras mutuamente. Gabriela Mistral lo admiraba y creo que sentía por Aguirre Cerda un amor casi fraternal, que creaba entre ambos un ambiente de confianza para hablar de lostemas importantes.
Gabriela Mistral no tenía empacho en reconvenirlo siempre en privadosobre política e incluso de su vida personal, y muchas veces Aguirre Cerda acusaba el golpe, y otras tantas se hacía el loco ¡ Esa sí que es una verdadera amistad! Amistad humana y también amistad cívica”. Otro nexo que rescata García-Huidobro es el que tuvo Pedro Aguirre Cerda con un joven político socialista llamado Salvador Allende. ¿Hubo una influencia real? El libro indica que durante la mañana del 25 de agosto de 1939, el día del “Ariostazo” -la inel getentona de golpe de Estado liderada por neral Ariosto se reHerrera-, Aguirre Cerda fugió en La Moneda y su orden fue clara. “De aquí no me sacarán sino muerto”. Allende habría sido testigo de aquella conducta, y la replicó en 1973. “A lo largo de su vida, Allende dio algunas entrevistas y discursos en que Aguirre Cerda era la figura central -señala GarcíaHuidobro-. 'Su admiración era clara. Apreciaba su sencillez, su bonhomía y profundos deseos de ayudar a quienes menos tenían. No obstante, me parece que Allende sabía perfectamente que él y Aguirre Cerda estaban políticamente en lugares bien distintos. Allende se consideraba un 'revolucionario' y consideraba a Aguirre Cerda como un “reformista”, pero claro, esasideas son de un Allende más maduro en los años 60.
No sé si don Pedro haya influido mucho en su forma de ver la política, pero Allende siempre estuvo muy agradecido de la confianza que depositó en él, nombrándolo ministro, y apreciaba su entereza y rectitud de principios mientras fue testigo de su presidencia”. Pedro Aguirre Cerda falleció el 25 de noviembre de 1941 producto de una tuberculosis, casi en la mitad de su mandato. El libro recrea con precisión los días finales del mandatario, cuando debió dejar el cargo y someterse a los tratamientos médicos que fueron infructuosos, quizás pagando precio a su excesivo tabaquismo. “No soy médico, pero creo que fumar cuatro cajetillas de cigarrillos al día puede colaborar a tener enfermedades pulmonares”, dice García-Huidobro. Siguió fumando durante buena parte de 1941, cuando se manifestó la enfermedad, y creo queeso ayudó a que esta tomara su vida en noviembre de ese año”. OEl presidente de todos los chilenos. Una biografía de Pedro Aguirre Cerda Cristóbal García-Huidobro Ediciones B 536 páginasY, y CULTO. Llega completa biografía del que un político” un intelectual más expresidente: “Era Pedro aguirre cerda ubo un antes y un después para Pedro Aguirre Cerda.
El 23 de diciembre de 1937, los kioscos chilenos exhibían el nuevo número de la revista satírica Topaze (“El barómetro de la política chilena”). En las páginas centrales de su número 283 traía un juego de mesa: “La carrera del poder”, que simulaba la suerte de quienes aspiraban a llegar a La Moneda el año siguiente. Ahí, Aguirre Cerda recibió el sobrenombre de “Don Tinto”. El dato lo rescata el historiador Cristóbal García-Huidobro.
“En ese número de Topaze fue la primera vez que salió el apodo de *Don Tinto”. Le decían así por sus negocios vitivinícolas y por su activismo gremial -comenta a Culto-. Él se tomó el sobrenombre con mucho humor, además de que haber sido bautizado por la Topaze implicaba ser alguien importante en la política nacional, pero sabía perfectamente que la línea editorial de la revista era partidaria de la candidatura de Ibáñez y no de la de él”. Aguirre Cerda pasó a ser “Don Tinto” ya en el otoño de su vida, cuando había acumulado una respetable trayectoria como un político de estirpe.
Miembro del Partido Radical, había sido diputado en dos períodos (por San Felipe y Santiago, respectivamente), ministro durante los gobiernos de Juan Luis Sanfuentes y Arturo Alessandri Palma, e incluso estuvo en el exilio tras el episodio del “Ruido de sables” de 1924.
Esa carrera, sumado a su esfera más personal y privada, fue la que motivó la curiosidad de García-Huidobro para trabajar en un completo libro sobre el mandatario, quizás uno delos más célebres, pero a la vez menos conocidos de nuestra historia. Ya está en librerías y se titula El presidente de todos los chilenos. Una biografía de Pedro Aguirre Cerda (Ediciones B). “Hace varios años surgió en mí la inquietud de explorar nuevos derroteros históricos.
Mi especialidad y gusto por la historia siempre ha sido -y sigue siendoel siglo XIX, pero a veces es necesario obligarse a dar golpes de timón, para probarse en el oficio de historiador -dice García-Huidobro a Culto.
Así fue como hace ocho años decidí sumergirme en lecturas sobre el siglo XX, y encontré a este personaje fascinante que es don Pedro, sobre el cual se había escrito bastante, pero me dio la impresión de que pocos le habían dado la palabra para que él contase su historia, su vida; cuáles eran sus pasiones, más allá del relato canónico de su amor por la educación.
Mientras exploraba su archivo personal, me di cuenta de que Aguirre Cerda tenía muchas más dimensiones de lo que tradicionalmente se contaba, y que una personalidad y liderazgo como el que ejerció merecía ser rescatado, más allá de los clásicos abanderamientos políticos”. En el volumen, García-Huidobro muestra nosolo al político, también al hombre.
“Era un bromista empedernido, muy socarrón y con mucho sentido del humor, pero pese a ello era un hombre tímido, muy autoconsciente de su propio aspecto, que él mismo consideraba que no era atractivo, lo que quizás lo convirtió en una persona retraída. También era sencillo, sin pretensiones ni mucha vanidad, muy amigo de sus amigos. Era un intelectual más que un político, con varias publicaciones científicas en el cuerpo, lo que esraro en la política nacional, tanto en su época como hoy. En general, los políticos son personas de acción, no de reflexión, y Aguirre Cerda tenía algo de ambos, pero su pasión estaba en lo académico e intelectual, sin duda. Esa era su catedral. La política era solo una capilla.
De repente eso le jugaba un poco en contra, lo hacía dudar en momentos claves, pero siempre sabía cómo salir jugando, y ese también era uno de sus talentos”. De hecho, el libro revela una dimensión de Pedro Aguirre Cerda como un político hábil, “muñequero”, que siempre buscaba llegar a puerto mediante acuerdos. “Buscaba acercar posiciones, generar acuerdos y lograr consensos entre las distintas fuerzas políticas. Sinceramente, esto era un arte en el que Aguirre Cerda salió victorioso muchas veces, pero las derrotas también fueron muchas y dolorosas, con varias puertas cerradas en su cara. Y aun así, nunca perdió la fe en aquel viejo dicho de que *'conversando, la gente se arregla.
Fue un muñequero eximio, y por ello fue condenado como oportunista, pero la política es el arte de lo posible, y en ese sentido, para Aguirre Cerda, siempre estuvo primero el bien común de la sociedad”. Derribando mitos Quizás el gran aporte de este volumen es que derriba bastantes mitos sobre Don Tinto.
Partiendo con algo que siemprese destaca de él: que su prioridad era la educación, amén de su condición de profesor de castellano y del slogan que inmortalizó: “gobernar es educar”. Sinembargo, García-Huidobro asegura que, en rigor, esefue solo uno de los ejes centrales de su administración. “En primer lugar, no solo la educación fue uno de los principios rectores de su gobierno.
También lo fue producir, expandir la industria, colaborar mano a mano con los privados para estos fines, proveer a todos los chilenos de lo que fue su slogan de campaña: *pan, techo y abrigo”; de que su visión no se reducía solamente a “gobernar es educar”, sino que gobernar era crear la mejor vida posible para todos y cada uno de los chilenos.
En pocas palabras, que el fin de todo gobierno debía ser el bien común”. Asimismo, García-Huidobro también entrega otros datos poco conocidos de su actividad política: “Su oposición a la creación del Frente Popular y su desconfianza hacia los comunistas no ha sido particularmente relevada. Aguirre Cerda quería reconstituir la vieja Alianza Liberal, pero integrando a los socialistas, si estos estaban dispuestos.
Por cierto que esto fue un error de cálculo importante de don Pedro, que quizás no había percibido que la política chilena, por lo menos desde la década delos 30, había dado varios giros, que hacían imposible su sueño”. Además, García-Huidobro entra en un aspecto crucial. El abanderamiento de la figura de Pedro Aguirre Cerda con la izquierda, que ha reivindicado su legado.
“Ha habido una intención de convertir a Aguirre Cerda en una bandera de lucha para ciertos gruposOZZZZZZZZZZZZZApolíticos -algo similar también ha ocurrido mucho antes con José Manuel Balmaceda-, desdibujando el aporte completo de don Pedro, que no se reduce solamente a su presidencia, que pareciera muchas veces que es lo único que importa. Tres años no pueden serlo que definan más de un cuarto de siglo de vida política. Por eso el libro se titula El Presidente de todos los chilenos, porque su legado nos pertenece a todos, no solo a algunos.
Sus ideas, su vida y su esfuerzo por hacer de este país un lugar mejor es patrimoniode los chilenos que fueron, de losquesomos y de los que vendrán”. Eso sí, García-Huidobro es claro al señalarla orientación de Pedro Aguirre Cerda en el espectro político. “Él era un hombre de ideas de izquierda, y ese era su domicilio político, él lo dijo y en eso no hay que perderse. Por cierto que las ideas de la izquierda de los primeros cuarenta años del siglo XX son bien distintas a las actuales.
Sinembargo, el sectarismo político de la época en que vivió, y que ha revivido en Chile en los últimos años, pareciera tener dos efectos: Aguirre Cerda le pertenece y solo puede ser reivindicado por personas de pensamiento progresista, de izquierda, o como se le quiera llamar, pero haciendo una selección de aquello que se amolda a las ideas actuales de la izquierda, dejando de lado aquello que puede parecer incómodo, inconveniente o demasiado cercano a la derecha.
Y segundo, en la vereda política contraria la miopía política impide ver las bondades de gobierno, las buenas ideas que intentó implementar, concentrándose solo en lo que divide, y noen lo que une”. Otro aspecto que García-Huidobro discute es la admiración que Pedro Aguirre Cerda habría tenido por Adolf Hitler, sustentada en el profundo nacionalismo de Don Tinto y en una carta credencial escrita por él al mismísimo Fúhrer al asumir como presidente. Esta tesis ha sido planteada por historiadores como Sergio Villalobos. Pero GarcíaHuidobro desmiente tal postura: “Ser nacionalista no convierte a alguien en admirador del nazismo o del fascismo. Esa ha sido una cantinela muy extendida por ciertos elementos del espectro político, pero es un craso error.
Por otro lado, ha habido intención clara de difundir dicho mito en una forma, por decir lo menos, falaz”. “El argumento se centra en la carta credencial que presenta como embajador en Alemania Tobías Barros Ortiz, y cuya redacción la realiza el Ministerio de Relaciones Exteriores. Esta carta siempre tiene el mismo texto, incluso hoy, pero se toma como si fuera una profesión de fe de Pedro Aguirre Cerda a favor del nazismo.
Cuando se entablaron relaciones diplomáticas con la Unión Soviética a finales de los cuarenta, cuando Stalin gobernaba, el texto de la carta credencial que presentaba al embajador Luis Cruz Ocampo era el mismo. ¿Eso convierte a Gabriel González Videla, presidente de la época, automáticamente en admirador del estalinismo? La acusación, entonces, es intelectualmente deshonesta”. Gabriela y Salvador Otro aspecto que rescata este libro es el vínculo de Pedro Aguirre Cerda con otrospersonajes. Por ejemplo con Gabriela Misa quien ayudó a empujar su carrera al tral, Premio Nobel de Literatura.
“Fue uno de los grandes promotores de Gabriela Mistral, en Chile y en el extranjero, y efectivamente existe correspondencia entre ambos, en la que como presidente de la República Aguirre Cerda habla sobre la necesidad de promover la candidatura al Nobel.
Ahora bien, lamentablemente, don Pedro murió en 1941 y no alcanzó a ver a la poeta recibiendo sus merecidos laureles, pero colaboró activamente a dar el puntapié inicial a la candidatura”. “Aguirre Cerda gustaba de su poesía, además de ser amigos durante décadas y dedicarse obras mutuamente. Gabriela Mistral lo admiraba y creo que sentía por Aguirre Cerda un amor casi fraternal, que creaba entre ambos un ambiente de confianza para hablar de lostemas importantes.
Gabriela Mistral no tenía empacho en reconvenirlo siempre en privadosobre política e incluso de su vida personal, y muchas veces Aguirre Cerda acusaba el golpe, y otras tantas se hacía el loco ¡ Esa sí que es una verdadera amistad! Amistad humana y también amistad cívica”. Otro nexo que rescata García-Huidobro es el que tuvo Pedro Aguirre Cerda con un joven político socialista llamado Salvador Allende. ¿Hubo una influencia real? El libro indica que durante la mañana del 25 de agosto de 1939, el día del “Ariostazo” -la inel getentona de golpe de Estado liderada por neral Ariosto se reHerrera-, Aguirre Cerda fugió en La Moneda y su orden fue clara. “De aquí no me sacarán sino muerto”. Allende habría sido testigo de aquella conducta, y la replicó en 1973. “A lo largo de su vida, Allende dio algunas entrevistas y discursos en que Aguirre Cerda era la figura central -señala GarcíaHuidobro-. 'Su admiración era clara. Apreciaba su sencillez, su bonhomía y profundos deseos de ayudar a quienes menos tenían. No obstante, me parece que Allende sabía perfectamente que él y Aguirre Cerda estaban políticamente en lugares bien distintos. Allende se consideraba un 'revolucionario' y consideraba a Aguirre Cerda como un “reformista”, pero claro, esasideas son de un Allende más maduro en los años 60.
No sé si don Pedro haya influido mucho en su forma de ver la política, pero Allende siempre estuvo muy agradecido de la confianza que depositó en él, nombrándolo ministro, y apreciaba su entereza y rectitud de principios mientras fue testigo de su presidencia”. Pedro Aguirre Cerda falleció el 25 de noviembre de 1941 producto de una tuberculosis, casi en la mitad de su mandato. El libro recrea con precisión los días finales del mandatario, cuando debió dejar el cargo y someterse a los tratamientos médicos que fueron infructuosos, quizás pagando precio a su excesivo tabaquismo. “No soy médico, pero creo que fumar cuatro cajetillas de cigarrillos al día puede colaborar a tener enfermedades pulmonares”, dice García-Huidobro. Siguió fumando durante buena parte de 1941, cuando se manifestó la enfermedad, y creo queeso ayudó a que esta tomara su vida en noviembre de ese año”. OEl presidente de todos los chilenos. Una biografía de Pedro Aguirre Cerda Cristóbal García-Huidobro Ediciones B 536 páginasY, y CULTO. Llega completa biografía del que un político” un intelectual más expresidente: “Era