COLUMNAS DE OPINIÓN: efectos locales
COLUMNAS DE OPINIÓN: efectos locales Opinión Guerra entre Irán e Israel: efectos locales Mauricio Oyarzo Aguilar Académico EAN Universidad de Concepción A unque la distancia geográfica entre Medio Oriente y Chile podría sugerir que los conflictos en esa región tienen un impacto marginal sobre nuestra vida cotidiana, la realidad es distinta.
La reciente escalada de tensiones entre Irán e Israel no solo ha reconfigurado el tablero geopolítico global, sino que también ha comenzado a reflejarse en el bolsillo de millones de chilenos, principalmente a través del aumento en los precios de los combustibles y sus efectos colaterales.
En el actual contexto internacional, caracterizado por una fuerte interdependencia de mercados, cualquier alteración significativa en zonas estratégicas como el estrecho de Ormuz, por donde transita una quinta parte del petróleo global (Rystad Energy, 2025), provoca un efecto dominó que alcanza incluso a economías periféricas como Chile. Tras el ataque de Irán a territorio israelí en abril, el precio internacional del barril Brent superó los 90 dólares, y analistas advierten que podría acercarse a los 100 si la situación se agrava. Esta volatilidad no es nueva, pero en un escenario postpandemia e inflacionario, resulta más preocupante. Para Chile, país importador neto de hidrocarburos, esta alza tiene consecuencias directas: un mayor precio de la gasolina y el diésel, con efectos inmediatos en el costo del transporte, la producción y la canasta básica. A esto se suma el tipo de cambio, que tiende a sobrerreaccionar ante el aumento del riesgo global.
La combinación de ambos factores podría presionar aún más la inflación, afectando de manera desproporcionada a los hogares más vulnerables, especialmente en regiones donde el transporte público es limitado y el acceso a bienes esenciales depende de extensas cadenas de distribución. Un alza sostenida del precio del petróleo podría incluso frenar la incipiente recuperación económica, elevando los costos de vida y generando tensiones sociales adicionales. Además del impacto económico, existe una dimensión política que no debe subestimarse.
En tiempos de incertidumbre global, los gobiernos se ven obligados a reaccionar con rapidez, lo que a veces implica tomar decisiones impopulares como el reajuste del Mecanismo de Estabilización de Precios de los Combustibles (MEPCO) o posponer reformas estructurales.
En este escenario, el debate sobre nuestra vulnerabilidad energética cobra renovada relevancia: ¿ hasta cuándo dependeremos tan intensamente del petróleo importado? ¿ Qué tan preparados estamos para enfrentar un shock prolongado en los mercados energéticos? La guerra entre Irán e Israel, además del profundo drama humano que representa y de las tensiones que genera a nivel internacional, nos interpela como país a reflexionar sobre nuestras fragilidades estructurales y la necesidad de prepararnos mejor frente a los choques externos. No podemos controlar los conflictos internacionales, pero sí podemos decidir qué tan preparados estamos para enfrentarlos. Apostar por una economía menos dependiente del petróleo es también apostar por una mayor estabilidad para las familias chilenas y para el desarrollo futuro del país.
La promoción de la electromovilidad, el impulso a las energías renovables, el desarrollo futuro del hidrógeno verde, el fomento a la eficiencia energética y otras iniciativas de transición son pasos ineludibles si aspiramos a una economía más resiliente y sostenible.. - -