Autor: MATÍAS VALENZUELA
La empresa bajo asedio regulatorio
La empresa bajo asedio regulatorio OPINIÓNVivimos en una era donde cada actividad parece requerir una nueva ley o manual. Solo en los últimos dos años hemos visto un diluvio normativo, desde la Ley de Delitos Económicos hasta la Ley Karin, pasando por la Ley de 40 Horas. Por fortuna, la reforma tributaria del Gobierno no prosperó, sino vaya a saber usted dónde estaríamos. Las empresas han pasado de ser actores económicos a ciudadanos corporativos. En teoría suena bien, pero en la práctica significa asumir roles de policías, fiscalizadores y promotores de salud pública. Mientras tanto, subimos impuestos. Porque si algo funciona en Chile con la eficiencia de Nvidia, es la capacidad del fisco para recaudar. ¿Dónde está el límite? Parece que ni siquiera hemos empezado a buscarlo. Las empresas son motores de progreso que cumplen un rol social fundamental: proveen bienes, generan empleo de calidad y aportan al desarrollo de las comunidades. Pero bajo capas de regulaciones que sofocan su competitividad, tanto grandes corporaciones como pymes luchan por sobrevivir en un entorno hostil. Según el último Informe de Libertad Económica, Chile cayó seis puestos en el ranking global, en parte por la carga regulatoria. Es como cuando un jefe obsesivo exige reportes inútiles: todos terminan trabajando para él en lugar de atender al cliente. Hoy, los directorios dedican más tiempo a compliance que a tomar decisiones estratégicas. ¿Tiene sentido? El problema es profundo. Muchos políticos legislan alegremente sobre industrias que no entienden. La nueva Ley de Pesca que avanza en el Congreso esun ejemplo claro. Pareciera que ahogar la inversión es la nueva estrategia de desarrollo. ¿El resultado? Capital y talento toman sus maletas y se van. En Argentina, la fuga de capitales de las últimas dos décadas alcanzó los 350 mil millones de dólares, más de lamitad del PIB. En Chile, CMPC y Arauco prefirieron Brasil para realizar enormes inversiones. Ejemplos que deberían hacernos reflexionar. Si asfixiamos a las empresas con más regulaciones y cargas fiscales, pronto el motor se apagará. La receta es clara: desregular, bajar impuestos y capacitar en habilidades como el uso de inteligencia artificial y nuevas tecnologías. Inclusión y diversidad son importantes, pero deben traducirse en acciones concretas que agreguen valor real.
Si no ponemos freno, pronto llegará el día en que las empresas, atrapadas en la burocracia, exclamen como en el Chapulín Colorado: “Oh, ¿y ahora quién podrá defendernos?”. Y en Chile no tendremos un Elon Musk que venga a desenredar el sistema.
Sin una colaboración público-privada que simplifique procesos y fomente la inversión, solo habrá más papeles y un coro de políticos celebrando el supuesto progreso “para todos y todas”. Sin empresas pujantes e innovadoras, lo único que crecerá será el tamaño del Estado. ¿Eso es progreso? n. OPINIÓN