Autor: Jessica M. Igor Chacano
Columnas de Opinión: Cómo entendemos la solidaridad
Columnas de Opinión: Cómo entendemos la solidaridad Periodista y Licenciada en Comunicación Social Mg. en RRII (Universidad del Salvador) Desde hace muchos años el mes de agosto se viste de solidaridad.
Todos o la mayoría sabe quién fue San Alberto Hurtado o bien conocen su obra el Hogar de Cristo, y en nuestro imaginario colectivo resuenan frases como, "dar sin pedir nada a cambio" o "dar hasta que duela". Pero ¿ qué entendemos por solidaridad? Se trata sólo de entregar una cuota mensual, donar una bolsa con alimentos o desprendernos de una prenda usada, y con esto tranquilizar nuestra conciencia. Pienso que si concebimos la solidaridad como una mera asistencia material nos estamos quedando cortos, y no hemos entendido nada. Particularmente, entiendo el ser solidario como un acto de humanismo puro, más allá del compromiso moral.
Porque si la solidaridad se reduce a un gesto puntual y condescendiente, lo que estamos practicando es una forma de caridad pasiva y cómoda, que no incomoda ni cuestiona las causas estructurales de la desigualdad, sólo es "hacer el bien" que no incomoda a nadie, mucho menos al orden establecido. En cambio la solidaridad auténtica, incomoda, se planta y toma posición. Hablar de solidaridad en serio, es hablar de justicia, eso implica incomodarse, implica mirar las raices de la pobreza, de la exclusión, y de la discriminación. No basta con dar limosna al que vive en la calle si, al mismo tiempo, miramos para otro lado cuando se criminaliza la pobreza. No basta con apoyar una colecta si callamos cuando se recortan fondos a la educación pública o a la salud mental.
Solidaridad es también levantar la voz por quienes no tienen microfono, apoyar politicas que redistribuyan oportunidades, y defender los derechos humanos sin apellidos, Solidaridad es acompañar causas que no necesariamente nos benefician de forma directa, pero que representan un bien común.
Como escribió el filósofo Jean-Paul Sartre, "Cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren". Esa cita, aunque suene fuerte, nos recuerda que la neutralidad muchas veces es un privilegio, y que optar por no tomar postura es, en si misma, una postura. Desde la ética, autores como Adela Cortina han insistido en que la solidaridad no puede ser sólo emocional o impulsiva, sino que debe institucionalizarse. Es decir, debe traducirse en políticas públicas, en marcos legales que promuevan una sociedad más justa y menos dependiente de la caridad ocasional.
Porque mientras la caridad repara, la solidaridad transforma; mientras la caridad es vertical, la solidaridad es horizontal, Por eso, ser solidario no siempre es popular, muchas veces se malinterpreta como ideologia, activismo, o incluso resentimiento, pero defender la dignidad de todos y todas no debería tener bando politico. Lo verdaderamente deológico es tolerar la desigualdad y vestirse de "buena persona" una vez al año.
Agosto es un buen mes para recordar a San Alberto Hurtado, pero también puede ser una oportunidad para ir más allá del eslogan. ¿ Estamos dispuestos a cambiar estructuras o sólo a parchar sus consecuencias? ¿ Estamos dispuestos a pensar en un "nosotros" más amplio, o sólo a sentimos mejores con un gesto puntual? La solidaridad que necesitamos no se mide en transferencias, ni en likes. Se mide en compromiso, en coherencia, en acciones que quizás no se ven, pero que construyen otra forma de vivir juntos.
Asi lo entendia San Alberto Hurtado, quien dijo, "hay muchos que estan dispuestos a hacer la caridad, pero no se resignan a cumplir con la justicia; están dispuestos a dar limosna, pero ho a pagar el salario justo". Han pasado más de setenta años, pero aún hoy esa frase cobra vigencia. Opinión.