COLUMNAS DE OPINIÓN: Soy el mejor
COLUMNAS DE OPINIÓN: Soy el mejor Ni Messi se atrevería a hacer esa afirmación; sin embargo, por estos días esa frase se hará frecuente en boca de muchos sujetos mientras se candidatean. ¡Qué descaro! Es que a candidato llega cualquiera, sin que el atrevido se mire al espejo para descubrir las condiciones verdaderas que posee para tal cargo.
Si llevar adelante un sencillo curso básico para unas decenas de estudiantes, niños aún, es una responsabilidad importante que hace a sus profesores estudiar, observar con atención las aptitudes de sus alumnos, buscar con ahínco las herramientas que favorezcan el aprendizaje, bucear sus situaciones familiares, socioeconómicas, todo eso conforma el motivo de atención permanente en los maestros exprimiendo sus capacidades, lo que nos demuestra que toman en serio su trabajo y la enorme responsabilidad que conlleva.
En el caso de los candidatos basta un impulso. ¿Contaré con la preparación necesaria? ¿ Podré fundamentar correctamente una idea? Son preguntas que esos espontáneos no se hacen y la prueba está a la vista (espontáneo se dice del aficionado a los toros que, llevado por su entusiasmo, salta al ruedo e intenta emular al torero). Hay, entre esos espontáneos, un afán, para muchos incomprensible, por hacerse de un cargo público que les otorgue un nombre, un status, un valor que calme su ansiedad, dejando a un lado la obligación de ocuparse, más que de él, de los ciudadanos.
Y así llegan a presidentes de centros de alumnos, de presidentes de juntas de vecinos y conseguida ya esa calidad, se lanzan con empeño a obtener el apoyo de familiares y amigos que en adelante, serán su corte y convocatoria ante un partido político que los apadrine, que nunca falta por supuesto. El partido los mide por su apariencia, simpatía, carisma que le llaman, capacidad económica, vigor. No sea cosa que en medio de la campaña éste se nos caiga por cansancio. Porque el juego comienza por un puerta a puerta caminando.
El aspirante debe contar desde ya con un aguante importante para soportar y sonreír, cargar con volantes y pancartas, atreverse a detener a personas en la calle y endilgarles con humildad ( hasta entonces) un breve discurso y un papel en el que afirma ser el mejor: allí aparece fotografiado con su mujer testimoniando ella que él es un excelente marido y padre de familia; más abajo, en otra foto, el aspirante a candidato aparece con traje de futbolista haciendo unos pases con algunos partidarios, disimulando el sobrepeso.
Acompañan al texto unas sentencias pretensiosas: `por el bien del país', `sentido común', sin o con comunismo (dependiendo de sus intereses), `la unión hace la fuerza', `vengo de abajo'. A propósito, ¿por qué a todos les gusta `venir de abajo'?: todos dicen haber caminado casi descalzos a sus escuelas y liceos durante kilómetros. Otros, estudiaron algo con beca y si no, ¿qué hubiera sido de ellos? No faltan los que hoy adhieren a alguna iglesia, evangélica en lo posible, porque hacen más ruido. Sonreír siempre y con ojos de entusiasmo es la regla, especialmente a periodistas, locutores de radio, mejor de televisión. Como es sabido, una vez logrado el anhelado cargo, no vuelven ni a sonreír, arrugan el entrecejo y practican el distanciamiento.
Lo curioso es que la ciudadanía acepta esas frases embaucadoras. `Soy el mejor' ¿ En qué y para qué? Eso es muy posible que no se pueda saber durante todo el período que dure su cargo..