Brillar en la ADVERSIDAD
Brillar en la ADVERSIDAD Cecilia Roa estaba trabajando en la feria de Laraquete donde vende ropa, cuando recibió un llamado de Benjamín, el nieto al que crió como a un hijo. --Me dijo, "mami, ¿adivine quién me llamó?"; entonces yo le respondí: "Tu papá"... es que su papá no lo llama nunca. "Ay, mami", me dijo, "no, me llamó el Presidente"--relata Cecilia desde Curanilahue, en la Región del Biobío--. Yo pensé que estaba bromeando, entonces tomó el teléfono mi hija y me contó que era cierto. "Es que sacó puntaje nacional", me dijo.
En las horas venideras se haría viral un video de Gabriel Boric contactando a estudiantes destacados en la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), partiendo por Benjamín Rivas Beltrán, de 18 años, recién egresado del Liceo Polivalente Bicentenario Mariano Latorre de Curanilahue. "Te fue muy bien en la prueba, sacaste 1.000 puntos en la PAES de Matemática", le dijo el mandatario. "¿Qué quieres estudiar, Benjamín?", le preguntó. "Ingeniería en Informática", le respondió con dificultad el joven, quien tiene parálisis cerebral. Su abuela relata que cuando su nieto la llamó para contarle, ella lo felicitó y le cortó la llamada para seguir trabajando.
A los minutos, sin embargo, le vino una idea a la cabeza y le llamó de vuelta: "Oiga, no esté publicando nada, ¿ah?, que esto puede ser una broma y después cómo van a quedar ustedes... ". Cuando Cecilia supo que su hija estaba embarazada, asegura que junto a su marido le indicaron que no se preocupara, pues ellos se harían cargo del niño para que ella terminara su educación. La muchacha tenía entonces 15 años y estaba ingresando justamente al liceo municipal, que en esa época gozaba de fama nacional por su orquesta juvenil de cámara.
El embarazo fue normal hasta el momento del parto, cuando tuvo dificultades debido a que el niño venía con el cordón umbilical enrollado en el cuello. "Tuvo una asfixia neonatal, así que me imaginé que iba a tener secuelas, porque yo lo vi con un familiar al que le pasó lo mismo", cuenta con voz quebrada Cecilia.
La abuela, quien siempre se expresa sobre el niño como "hijo", comenta que rápidamente notaron que la guagua no afirmaba el cuello ni lograba sentarse, por lo que fue derivado a la Teletón a los pocos meses de vida.
Recuerda que cuando llegó al centro que la institución tiene en Concepción le vino a la cabeza una imagen de hace unos años, cuando acompañó a un familiar que estaba en rehabilitación por causas similares a la de Benjamín. --Yo entré, vi a los niños y sentí que no podía estar ahí. Lloraba, lloraba, lloraba.
No podía parar de llorar y dije: "Nunca más vengo para acá" --admite Cecilia-. No sé por qué, pero recuerdo que me sentí tan débil al ver los casos... --Y cuando le tocó ir esa primera vez con Benjamín, ¿sintió lo mismo? --No, no me dio pena, me dio seguridad, porque uno va con una angustia allá y la gente, los especialistas, tienen una dedicación, una pasión, un amor que es como si el corazón de uno fuera respirando, no sé si me entiende... En Teletón una se siente apoyada.
Pese al tiempo de trabajo y sus avances, hasta hoy Benjamín tiene dificultades para caminar y su motricidad fina es tan baja que le cuesta comer solo o realizar acciones tan cotidianas como escribir o picar la carne.
Cecilia cuenta que ella pensó, cuando el niño tenía 3 años, que con las dificultades que lo afectaban había un enorme riesgo de que quedara analfabeto, así que se propuso enseñarle a leer. --Antes se usaban los CD, así que le compraba discos de aprendizaje para niños y me pasaba tardes enteras enseñándole a leer en el computador -relata Cecilia--. Es que yo pensaba que cuando uno empieza a leer se hacen más fáciles las cosas, así que cuando entró a prekínder él ya sabía. La profesora quedó sorprendida. Ese ingreso al colegio le permitió también a la abuela disponer de tiempo libre, el que destinó a trabajar como vendedora de ropa usada en la feria.
Su idea era ayudar a costear los gastos del niño, como sus viajes a Concepción y la enorme cantidad de calzado que requería, pues debido a que arrastra los pies para caminar, los zapatos con suerte le duran un mes. Los abuelos también le adaptaron una bicicleta para que pudiera andar con ayuda.
Benjamín dice que se sintió un niño como cualquier otro hasta que comenzó la enseñanza básica. --Mis compañeros de curso corrían y no me dejaban jugar con ellos, porque decían que me podía caer --explica a través de un mensaje de audio de WhatsApp sobre algo que en realidad a veces le pasaba--. Yo creo que esa fue la primera vez que me di cuenta de que realmente era distinto.
Por esos años, admitirá más tarde, también notó que tenía una capacidad por la que destacaba entre el resto de los niños. --Nos pasaban una plana de cuadernillo con cálculo mental y nos daban diez minutos para hacerla --recuerda--. Yo me demoraba dos minutos en hacer todo y pedía hacer más.
Benjamín salió con excelentes calificaciones de octavo básico de la escuela municipal Buena Esperanza. "Felicitaciones, querido Benjamín... Eres muy inteligente y un excelente niño", le escribió una profesora en una foto que él tiene colgada en su cuenta de Instagram, donde posa con el diploma de egreso. Cecilia confidencia que el paso a la enseñanza media le inquietaba, pues se encontraría con niños más grandes y en una etapa mucho más determinante para la vida. Lo que la tranquilizaba, agrega, era que el Liceo Polivalente Bicentenario Mariano Latorre tenía dos campus, uno más pequeño que el otro y que era al que le correspondía ir a su nieto. El liceo es dirigido desde hace 24 años por Óscar García, profesor de español y filosofía que estudió en ese mismo colegio, al que regresó a trabajar apenas se tituló de la Universidad de Concepción. El establecimiento, el único municipal de la comuna en ese nivel, tiene enseñanza humanista científica, técnico-profesional, sello de escuela artística y de atención a la diversidad.
En esto, tiene un foco especial en la atención de alumnos con discapacidad desde hace décadas, pues partió teniendo una escuela diferencial y hoy es parte del Programa de Integración Escolar (PIE), que incluye subvenciones para estudiantes con necesidades educativas especiales. Gracias a eso, cuenta con 15 educadoras diferenciales, asistentes, psicólogos, terapeuta educacional y kinesiólogos para los muchachos que necesitan de apoyo y adaptaciones constantes para su aprendizaje.
Hoy, de sus 1.200 alumnos, 240 están en ese programa. "Acá siempre decimos que quiénes somos nosotros para negarle la educación a un joven", comenta Óscar García, aunque admite que esa política no está exenta de "complejidades". El docente explica que en sus salas suelen convivir 30 alumnos en promedio, de los que hasta nueve tienen necesidades especiales, seis o siete presentan otros problemas sociales, personales o condiciones no diagnosticadas y cinco a seis son catalogados como "buenos estudiantes". "Los profesores siempre me preguntan: "Director, ¿entonces para dónde nivelo?". Pero ese no era el caso de Benjamín.
Dada su condición, junto con ponerle una asistente permanente, en el liceo adaptaron las clases para que pudiera realizarlas en un computador que maneja a través de un mouse grande, del tamaño de una taza, dadas sus dificultades con la motricidad fina que le impiden escribir sobre un cuaderno con un lápiz. --Él rápidamente demostró que era un alumno brillante --cuenta el director--. Benjamín ayudaba a sus compañeros. Su abuela Cecilia, eso sí, indica que a ella le costó tranquilizarse. --Yo sentía miedo de que lo molestaran. Es que una vez hizo un dibujito en el liceo, en el computador.
Se dibujó él solito en un lado y los demás compañeros compartiendo... y yo sé que fue así un poco, porque no podía hacer amigos altiro --confidencia--. Pero cuando pasó a tercero yo vi que todo se le daba, así que ahí me tranquilicé.
En la casa y en el colegio describen a Benjamín como un niño muy sociable y con un enorme gusto por el ajedrez, algo en lo que una amiga le ayudaba moviéndole las piezas en los campeonatos en que participaba. "Él tenía muchos amigos acá en el liceo. Es un niño muy completo y, a pesar de toda su dificultad, él disfrutó su enseñanza media. Él era muy feliz. La verdad es que nunca se le veía triste. Siempre andaba pensando en algo que hacer, se quedaba a hacer los preuniversitarios que ofrecía el colegio después de clases, compartía con sus amigos, sus compañeros. Él disfrutaba lo que hacía", asegura la jefa de la unidad técnica-pedagógica del liceo, Patricia Torres. Benjamín cuenta que en su liceo siempre lo apoyaron en todo, y cuando notaron sus dones los profesores de matemáticas hasta le adelantaron contenidos para reforzar su desarrollo. El director y la jefa de UTP confirman que los docentes incluso se pusieron a repasar contenidos de la universidad para mejorar sus clases ante el desafío que les demandaba el niño.
Su abuela se emociona cuando recuerda un episodio vivido a mediados de diciembre pasado en la ceremonia de cuarto medio, del que egresó con promedio 6,9. --Un profesor de matemáticas se acercó y le dijo: "Benjamín, gracias por haber aprendido de ti". Desde que el 4 de enero se publicaron los resultados de la PAES, Benjamín fue aceptado en Ingeniería en ejecución en informática en la Universidad del Bío-Bío, que se comprometió a adaptar todas las condiciones para que estudie sin problemas.
Además, ha recibido una serie de regalos de parte de privados anónimos y empresas, entre ellos un computador, una laptop, una tablet, dos pares de lentes, almuerzos, cenas y el compromiso de la fundación Luksic de arrendarle un departamento hasta que termine su carrera.
Su abuela cuenta que están muy agradecidos, porque apenas supo que su nieto obtuvo 1.000 puntos en Matemática y 761 en Comprensión Lectora, le preocupaba pensar cómo iba a financiar todo lo que venía, partiendo porque habían debido adaptar el computador que recibió en séptimo básico gracias a un programa estatal y que tenía los lentes tan rayados que apenas veía. Su otra inquietud era con quién viviría el muchacho, lo que se resolvió con el ofrecimiento de su hija menor de irse con él. Ella, quien es seis años mayor que Benjamín, está en la etapa final de su carrera de Bioingeniería en la Universidad de Concepción. Ella, tal como lo hará su nieto, estudia con gratuidad. --Todo esto me ha sacado un peso de encima --dice Cecilia--, pues de otra forma no habría podido.
En la Teletón festejaron sus resultados, que se suman a los otros dos puntajes nacionales en Matemática que obtuvieron los pacientes Diego Contreras, de Chiguayante, quien va a estudiar Medicina; y Patricio Jara, de Alto Hospicio, quien ingresará a pedagogía. --Creo que todo el país, todos, tenemos que sentirnos muy orgullosos con lo que ha pasado con la PAES --dijo a través de un video Mario Kreutzberger--, porque se han destacado niños que han estado toda su vida en la Teletón. En el Liceo Mariano Latorre, en tanto, celebraron el logro de Benjamín como propio, pues se trata del segundo puntaje nacional que obtienen en su historia.
Y pese a que dicen que han tenido muchos alumnos con buenos resultados, concuerdan en que nunca habían visto a alguien con la seguridad en sus conocimientos como Benjamín. "Esto nos llena de energía", dice el director Óscar García. "Nos da mucho orgullo, porque significa que estamos haciendo las cosas bien, que todo el esfuerzo, porque se hace mucho esfuerzo, se pasan muchos malos ratos para conseguir los apoyos, valen la pena... porque lo que nosotros queremos es que los niños se desarrollen, que logren sacar sus talentos, todas sus potencialidades, que logren insertarse socialmente, que sepan cómo desenvolverse... no queremos solamente que ocupen un asiento", agrega la jefa de UTP, Patricia Torres.
Benjamín les agradece a sus profesores y a su familia la preocupación que siempre tuvieron por él, y les dedica no solamente que le dieron las herramientas para destacar en la PAES, sino que también la posibilidad de conocer Santiago y La Moneda, donde desayunó con el Presidente Boric y conoció a otros jóvenes en condiciones similares.
Sin embargo, admite que está preocupado por lo que ocurrirá desde marzo, cuando inicie esta nueva etapa. --Me voy a tener que desenvolver por mi cuenta en Concepción, que es una ciudad mucho más grande, mucho más rápida, entonces me voy a tener que acostumbrar a movilizarme --afirma el muchacho--. Y también dentro de la universidad... me inquieta cómo me van a evaluar a mí, cómo se van a adaptar a mi condición. En el liceo cuentan que ya hablaron con los encargados de la UBB, a quienes le entregaron todo el material sobre sus terapias y requerimientos, los que en la universidad se comprometieron a cumplir. Su abuela fue quien lo acompañó a La Moneda a inicios de enero para recibir el reconocimiento presidencial. Asegura que recién cuando estuvo en Palacio terminó de creer que la llamada que recibió ese fin de semana era real. Cecilia sostiene que en ese instante se emocionó, pues admite que no suele darse la oportunidad de llorar ni ante las tristezas ni ante las alegrías. Explica que siente que siempre debe mostrarse fuerte para apoyar a Benjamín. Benjamín Rivas obtuvo 1.000 puntos en la pasada Prueba de Acceso a la Educación Superior de Matemática, por lo que entrará por la puerta ancha de la Universidad del Bío-Bío para estudiar Ingeniería en Informática.
Detrás de ese logro hay un círculo virtuoso: el apoyo de una familia cariñosa, un liceo que cuenta con adaptaciones para estudiantes con necesidades especiales y el trabajo que realizó en la Teletón para sortear las secuelas que le dejó la parálisis cerebral que sufrió al nacer. POR LEO RIQUELME Brillar en la ADVERSIDAD "Mis compañeros de curso corrían y no me dejaban jugar con ellos, porque decían que me podía caer.
Creo que esa fue la primera vez que me di cuenta de que realmente era distinto". AR CHIV O F A M ILIAR BENJ AM ÍN RIV A S A R CHIV O FA M ILIA R BENJ AM ÍN RIV AS "Él rápidamente demostró que era un alumno brillante", dice el director del Liceo Polivalente Bicentenario Mariano Latorre, donde Benjamín cursó la enseñanza media. AR CHIV O F A M ILIAR BEN JA M ÍN RIV AS Su liceo le brindó un fuerte apoyo. Como tiene problemas de motricidad fina que le impiden escribir con lápiz, adaptaron las clases para que usara un computador que maneja con un mouse gigante. Cuando Benjamín tenía 3 años, su abuela Cecilia pensó que, por tener tantas dificultades, sería analfabeto. Por eso, se empeñó en enseñarle a leer. empeñó en enseñarle a leer..