La crisis sin freno de Valparaíso
La crisis sin freno de Valparaíso O UNO SL sy SL sy Según la Fundación Piensa, desde 2022 han cerrado 393 locales en el casco histórico de Valparaíso.
La crisis sin freno de Valparaíso En el corazón del casco histórico los comerciantes resisten la baja de clientes, la inseguridad y el deterioro urbano, mientras la municipalidad impulsa medidas para intentar recuperar la ciudad, aunque aún con soluciones que parecen lejanas. Por Gabriela Mondaca Vargas esde hace unos meses, Raúl Gallardo (57) ya no abre su local los sábados.
La decisión le duele, pero el cálculo es simple: "No vale la pena, no hay flujo". En plena calle Condell, en el corazón comercial de Valparaíso, su tienda de ropa es una de las pocas que aún resisten con horario extendido. Antes, en 2019, abría entre las 11.00 y las 20.30. Hoy apenas llega a las 18.00. "Si seguimos cerrando más temprano, vamos a tener que ponerle llave al local", dice. Ya vende un 40% menos de lo proyectado y hay días que prefiere no abrir. Su caso no es una excepción. A su alrededor muchas vitrinas están vacías. Algunas fueron saqueadas y nunca volvieron a abrir.
Otras bajaron las cortinas por la falta de clientes, el temor a la delincuencia o la dificultad para encontrar locomoción más allá de las 17 horas. "Había un banco y una multitienda aquí; los dos quemados durante el estallido. También estaba el edificio de la Gobernación y del SII. Todo eso generaba flujo. Hoy se perdió", resume. La postal que describe Gallardo es parte de una crisis que ha cerrado 393 locales en el casco histórico, reflejo de un deterioro sostenido desde 2022, según la Fundación Piensa. Una crisis que no solo golpea al comercio, sino también al patrimonio y al tejido urbano. Y que, aunque comenzó antes del estallido, se agravó tras él. Cuando Camila Nieto (FA) asumió la alcaldía en diciembre de 2024, uno de sus compromisos fue la recuperación de Valparaíso. "Valparaíso no cuenta con medidas específicas que garanticen una experiencia segura", dice su programa. Hoy, a siete meses de asumir, afirma que su administración está "ocupada" y que ha logrado avances concretos. "Cuando asumimos teníamos puntos críticos que evidenciaban un colapso de comercio informal en calles y veredas. Es el caso de los alrededores del Congreso, la Plaza O'Higgins y el sector del Mercado Cardonal y el Eje Uruguay. Todas son zonas con altísima afluencia de públiCo (... ) y durante mucho tiempo estuvieron sin regulación ni fiscalización", detalla. Hoy, dice, esas zonas han sido despejadas. También destaca la limpieza de la ciudad, la reparación de cámaras de vigilancia y el retiro de quioscos abandonados. "Valparaíso será ordenado o no será", sentencia. Pero en el centro comercial la percepción es otra. "Sacaron un quiosco y se instaló un ambulante, solo queda más espacio para otro vendedor informal", acusa Gallardo.
Héctor Arancibia, vocero de la Agrupación Comercio Unido Valparaíso, sí reconoce avances, pero advierte que el esfuerzo ha sido limitado. "Esto funciona como un globo: apretaron un sector y los comerciantes ilegales se trasladaron a otras zonas, como Pedro Montt, Condell o Bellavista". El problema, dice, es estructural. "La cantidad de inspectores municipales es bajísima. Además, la percepción de seguridad no ha cambiado. Cerramos antes porque la gente no anda en la calle", suma.
Según Arancibia, el flujo ha disminuido tanto que muchos locatarios han abandonado la comuna, mientras otros miran con inquietud cómo Viña del Mar, que parecía una opción, va enfrentando problemas similares. "Hay peleas por los sectores para el comercio ilegal", afirma.
En mayo pasado, otro histórico negocio bajó sus cortinas: la Vidriería Scheggia, fundada en 1927 en calle Victoria, cerró su emblemática sucursal por motivos logísticos y de seguridad tras registrar una caída del 50% en sus ventas.
Impacto en el patrimonio Para Eduardo Dib, director ejecutivo de Destino Valparaíso, la ciudad atraviesa una "crisis profunda". "Solo se necesita caminar por las calles del casco histórico para constatar el abandono de edificios emblemáticos, locales cerrados y viviendas vacías. Hay una migración forzada de los habitantes históricos", señala. Según él, la ciudad ha sido víctima de décadas de desidia institucional, coronadas por la "lapidaria administración del exalcalde Sharp". El deterioro ha motivado críticas desde diversos sectores. En junio se presentó ante la Unesco una denuncia internacional por el estado del casco histórico. El abogado Juan Carlos Manríquez, vicepresidente de la Asociación Internacional de Derecho Penal-Grupo Chile, ingresó una acusación por ecocidio, respaldada por el Colegio de Abogados de Valparaíso.
Según argumentó, las condiciones de abandono, delincuencia y la "pasividad extrema de las autoridades" estarían provocando un "desplazamiento forzado" de los habitantes del Sitio Patrimonio de la Humanidad, lo que constituiría una violación a los derechos humanos. La denuncia, que será evaluada en tres meses, incluye cifras del gobierno regional: un 17,6% de los predios del Barrio Puerto está deteriorado, con 34 sitios eriazos y 18 inmuebles abandonados Ooinhabitables. Pero no todo es pesimismo. Dib rescata las primeras señales del gobierno local. "Desde el día uno Nieto se ha hecho cargo de problemas como la suciedad y el comercio ambulante. Está priorizando la gestión del Sitio Patrimonio Mundial y ha golpeado puertas en La Moneda. Eso es nuevo", sostiene. Lo que falta, dice, es que esa voluntad se traduzca en inversión y articulación con universidades, la Armada y el gobierno central. Nieto también lo tiene claro.
Dice que buscan destrabar procesos y sumar tanto al Estado como al sector privado, dueño del 87% de las propiedades del Barrio Puerto. "Nos hemos reunido con autoridades y organismos como el Consejo de Monumentos, Subdere, ministros y empresarios para agilizar proyectos, reparar los ascensores y ejecutar el Plan de Gestión del Sitio Patrimonial", asevera. El problema es que, mientras tanto, Valparaíso sigue cerrando más temprano. Para Gallardo, todo el trabajo en seguridad lo han hecho ellos mismos. "Coordinamos con Carabineros, pedimos presencia en fechas conflictivas. Pero en mi sector no hay ninguna intervención municipal. No se ven más cámaras ni más presencia". De momento, el impulso por levantar a Valparaíso se divide entre la resistencia de sus comerciantes y las incipientes políticas estructurales. La esperanza, para muchos, sigue puesta en que el esfuerzo valga la pena. "Si fuera por una decisión racional ya me habría ido. Pero quiero luchar por la ciudad", dice Gallardo. O.