"La culpa y los remordimientos son grandes torturadores"
"La culpa y los remordimientos son grandes torturadores" Mario Rodríguez Órdenes/ Fotografía: Mateo Goycolea "La culpa y los remordimientos son grandes torturadores" L a tragedia ocurrió en las cercanías de Los Ángeles. "Corral" (Cuarto Propio, 2024) la califica como la segunda mayor catástrofe del Ejército de Chile en tiempos de paz, considerando el naufragio del vapor Cazador, ocurrido en 1856 en Punta Carranza, donde murieron 458 personas entre civiles y militares.
En el año 2007 la Corte Suprema confirmó la condena a los oficiales responsables de la tragedia de Antuco, el coronel Roberto Mercado y el mayor Patricio Cereceda, a tres años y un día, y cinco años y un día, respectivamente. Cereceda fue el único que debió cumplir la sanción en el Penal de Punta Peuco, pero solo la mitad, ya que en noviembre de 2011 obtuvo el beneficio de la libertad condicional. En 2016, en tanto, las familias de las víctimas fueron indemnizadas. Los conscriptos, a diferencia de los oficiales y suboficiales, sólo tenían tenidas de género, totalmente inapropiadas para una misión de esa naturaleza. Solo los oficiales y clases tenían tenidas térmicas de gerotex. La tragedia ocurrió en condiciones extremas con temperaturas de 35 grados bajo 0 y a 1.500 metros sobre el nivel del mar, donde el mando militar tomó decisiones equivocadas. Nicolás, ¿cómo aparece "Corral"? "Corral surge como una serie de historias personales que conforman un tapiz más social, más histórico.
Aquí hay distintos puntos de vista, el de un militar joven, el de un anciano (que representa nuestra historia como colonia española), el de un hombre viudo, y el de un joven perturbado por la muerEl 18 de mayo del 2005, un sargento y 44 conscriptos murieron congelados en una de las laderas del volcán Antuco.
Nicolás Poblete en un lúcido relato, "Corral", se sumerge en la historia, pero también incursiona en otras aristas, algunas inquietantes te de su amigo... La narración surgió como la posibilidad de hacer conversar todas estas historias en un formato de novela, con un desarrollo en la trama y los personajes, y una conclusión que cierra sus procesos". ¿Qué estrategia literaria utilizó para encarar la novela? "Aquí utilicé un narrador omnisciente en tercera persona y me regí por algunos preceptos presentes en la ficción gótica y en la novela de terror. La tercera persona requiere mirar a todos los personajes con amplitud.
Como la acción transcurre mayoritariamente entre Valdivia y Corral, la atmósfera sureña con sus lluvias y neblinas se presta para una narración de esta naturaleza". Los personajes de la novela parecen atrapados por su pasado... "Sí, en el mundo en que ellos viven, y en el mundo que vivimos como sociedad, siempre estamos proyectándonos en un afán de dejar atrás lo pasado, cosa que en nuestra cultura es muy difícil de hacer.
En algunas religiones orientales se considera la noción de `karma' y eso quizá permite aceptar o resignarse a tu lugar como ser que se reencarna, pero en nuestra cultura debemos buscar un horizonte y ahí sale a flote nuestro pasado, como carga e, idealmente, como experiencia". Hay una profunda violencia en la sociedad chilena, ¿de dónde surge? "En el caso de Corral hay distintas fuentes: la violencia que tú recibes por nacer en un lugar desventajoso y la violencia que te permites cuando tienes un poder y un subalterno al cual puedes ordenar y maltratar.
Gran parte de la violencia en la novela surge del resentimiento y la impotencia que produce la injusticia, en todo orden, legal y existencial". La tragedia de Ernestina, ¿es una muestra de ello? "Sí, su tragedia es la peor de todas, porque ella pierde a su único hijo por una negligencia de su superior; entonces algo tan trágico es muy difícil de procesar, especialmente cuando entiendes que la justicia oficial no llegará.
La violencia es una forma de lidiar con esa tragedia, un mecanismo de defensa, en busca de un saldo". La tragedia de Antuco Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es doctor en literatura hispanoamericana por la Washington University.
Además de dictar clases de literatura, es traductor y colaborador estable del diario Cine y Literatura, de la revista cultural La Panera y de la publicación valenciana Ucrónica. ¿Cómo se cruza el relato con la tragedia de Antuco? "La tragedia de Antuco es un hito muy Nicolás Poblete Pardo es doctor en literatura hispanoamericana por la Washington University.. "La culpa y los remordimientos son grandes torturadores" terrible en nuestra historia y, como tal, es de esperar que se cruce en la vida de muchas personas, en particular en los familiares de sus víctimas, como es el caso de la señora Ernestina y de Kevin, su gran amigo sobreviviente de esta tragedia.
Antuco es una fractura en nuestra historia, como lo es Putre, casi veinte años después". Las víctimas de Antuco, ¿lo son también de una sociedad jerarquizada? "Totalmente, partiendo porque los soldados que murieron ahí obedecían a sus superiores. La jerarquía militar es muy estricta y funciona como una dramatización de nuestra sociedad.
Independientemente de nuestro lugar social, siempre estamos supeditados a una jerarquía y, según el escalafón en el que te halles, debes rendir cuentas". Esos dolores profundos de la sociedad, ¿cómo se sanan? "Es difícil un saldo a nivel social, entonces hay que hacer un trabajo personal.
En la novela vemos que uno puede hacer un trabajo personal, un ritual que no está estereotipado por una religión, por ejemplo, y que te permite abrir una ventana hacia un espacio psíquico donde elaboras tus heridas, intentando darle un significado al dolor". Pero como sucede con Ernestina, en muchos casos no hay sanación... "Es que la pérdida de un hijo realmente te sitúa en otra dimensión, porque el trauma es muy grande, entonces ese es un caso extremo, pero sí que ella sigue haciendo su vida e, inteligentemente, ha proyectado el amor hacia su hijo en el amigo de él, Kevin, entonces sí que tiene una fuente afectiva.
También su vínculo con los animales, la comunicación de la que es capaz con ellos, habla de un ser sabio y más fluido". ¿Existe la posibilidad de que los responsables queden en la impunidad? "Claro, eso siempre lo vemos. Por eso, la búsqueda de otras alternativas para encontrar sentido a la laxitud legal". ¿Comparte que no asumir la responsabilidad cuesta caro? "Creo que sí, porque la culpa y los remordimientos son grandes torturadores. Ahora, hay gente que nunca asume sus culpas y tampoco sufre por eso, como el caso del anciano en la residencia de Corral.
Pero en una persona con un mínimo de conciencia siempre palpita una noción de responsabilidad, de autocrítica, idealmente". Al final, de una u otra manera se produce un ajuste de cuentas... "Sí, hay un ajuste de cuentas doméstico a falta de justicia oficial. Esto es lo que los personajes pueden hacer con sus propios medios para conseguir cierta estabilidad psicológica, para conseguir reestablecer un orden". ¿Comparte que no es posible escapar al pasado? "Eso es relativo.
Puedes escapar de un lugar físico que representa tu pasado, por ejemplo, y puedes trabajar toda una vida para sanar heridas infligidas en el pasado... Hay quienes dicen que el mejor predictor del futuro es el pasado. Esto explica el comportamiento predecible de la mayoría de la gente". El oficio Nicolás, el paisaje de la novela es muy cercano a usted, porque un tío abuelo vivió la experiencia del terremoto de 1960. Y siendo usted un niño se la contó vívidamente. ¿Cómo lo marcó esta experiencia? "Exactamente. Es así tal como lo dices. Esta experiencia marca a cualquiera que la escuche con un mínimo de interés. El paisaje de Corral es muy impresionante, toda esa zona, la turbulencia de las aguas, lo salvaje del mar. Imagínate vivir un tsunami ahí. Tiene que ser una experiencia única para un sobreviviente.
Esto fue hace cuarenta años y jamás me imaginé que saldría en una composición mía". ¿Qué le ha dejado incursionar en el lado más oscuro del alma humana? "No tengo mucha conciencia de que sea oscuro, aunque obviamente es una narración enmarcada por un género, que fluctúa entre el gótico y el terror psicológico.
Es posible que muchos prefieran ignorar los aspectos más perturbadores, conflictivos y polémicos de nuestras personalidades, nuestras sombras, pero a mí me permiten explorar pulsiones más diversas, más opacas, muchas veces configurando tabúes". En su caso, ¿trabaja los textos o espera la inspiración? "Depende del proyecto.
Hay mucho trabajo, por ejemplo, en crear un personaje, en describir una atmósfera o elaborar un diálogo, pero siempre es necesario algo más, algo que saque a flote la historia, una chispa, porque si no, sería un testimonio, un reportaje o una reseña". Sé qué está trabajando en un relato sobre sectas, ¿que podría adelantar? "Sí, estoy destilando la idea de la secta para llevarla a su grado mínimo, que es el de una secta de una sola persona. Un `maestro' y un `discípulo'. Aquí también hay un trabajo en torno a las jerarquías.
Me ha servido mucho la aproximación antropológica, en particular el libro canónico `Patrones de cultura', de Ruth Benedict". Una sociedad tan desigual como la chilena, ¿es perturbadora? "Sí, es muy impresionante la desigualdad en nuestra sociedad chilena, pero quizá uno solo ve de modo superficial, porque cuando observas otras sociedades, ¿cómo lo haces? Ir de viaje a otra parte no te permite observar en profundidad, ni hablar de la perspectiva del turista. Personalmente viví en los Estados Unidos por casi una década y ahí yo vi una desigualdad feroz en el país más poderoso, una democracia. Las clases también están muy marcadas y la discriminación racial es increíble"..