Autor: POR Sergio Paz, DESDE CANADÁ
ESQUIANDO CANADÁ DE COSTA A COSTA
ESQUIANDO CANADÁ DE COSTA A COSTA E ste viaje comenzó en Toronto, la manera más lógica de recorrer Canadá si lo que quieres es testear, costa a costa, los mejores destinos de esquí de este hermoso y gigantesco país. Así, tras unos días aplanando la increíble Toronto (¡ qué ciudad más bella! ) viajé a Calgary. Un vuelo (en dirección oeste) de poco más de cuatro horas en el que de inmediato te sorprendes con que no eres el único que solo piensa en nieve. En el aeropuerto, de hecho, no son cientos sino miles los que viajan de un lugar a otro con tablas de snowboard y esquís a cuestas. Y todo es fácil. Simple. Expedito. Afortunadamente, en Canadá todo está hecho para que no te sientas un nerd con infinidad de mochilas y zapatos de plástico, intentando ir de una puerta a otra. En Canadá, hay que decirlo, esto del esquí, lejos de ser una rareza, es parte de la cultura nacional. Por lo mismo, todo es cómodo. Fácil. Fluido. Ya en Calgary, para entrar en onda hay más de una alternativa. Partiendo por el clásico Olympic Park, a solo 15 minutos del centro.
Claro que lo mío era partir lo antes posible a Banff, icónico pueblo, famoso por su escuela de cine y fotografía más --claro-su célebre festival (The Banff Centre Mountain Film Festival) en el que, cada año, cientos de documentalistas intentan explicar la pasión que generan, en algunas personas, las montañas. Por más extremas que parezcan. Para llegar a Banff, desde Calgary, basta tomar alguno de los transfers que, diariamente, salen desde los distintos hoteles de la ciudad. Generalmente, busecitos con internet a bordo, calefacción y choferes buenos para hablar que te van contando lo que hay allá afuera: básicamente enhiestas montañas, bosques y ríos congelados. Si me hubieran visto la cara cuando abordé el transfer que me llevaría a Banff, hubieran visto la de un tipo feliz. De partida porque siempre había querido recorrer la TransCanadá, la carretera que va de este a oeste, desde Victoria a Vancouver, conectando icónicos destinos como Labrador, British Columbia o St John's. En resumen, una carretera extrema, la más larga de Canadá, bien mantenida pese a que, en invierno, regularmente es taponeada por avalanchas de nieve y hielo. Por eso, cuando la recorres, debes estar siempre chequeando no solo el tiempo, sino también el estado de los caminos. Sea como sea, pronto estoy en Banff, una preciosa villa de montaña en la provincia de Alberta (a hora y media de Calgary), que siempre huele a dulces, chocolate y cerveza IPA. Quizás el único problema de Banff es que es tan linda que a veces es una ciudad demasiado tranquila. Banff, de hecho, fue en sus orígenes una estación de trenes que tomó su nombre de una antiquísima villa en Escocia. Por lo mismo, mantiene ese talante de pueblo junto a la línea del tren. Y sus habitantes, unas 8 mil personas, no se inmutan con el mar de gente que --en temporada alta, baja, lo que sea-taponea las calles.
Es más, los locales son hasta apáticos y, a su manera, evitan a los "turistas". Claro que da exactamente lo mismo porque durante el invierno llega de todo, especialmente jóvenes en working holiday que, después del trabajo, le suben la temperatura al pueblo, saturando las cervecerías y pubs. Todo bien medido, sin locura, ya que al día siguiente siempre hay que trabajar. Banff, de hecho, es el epicentro de quienes llegan a conocer el gigantesco Parque Nacional Banff, sitio patrimonial de la Unesco y, desde hace unos años, el más visitado de América del Norte.
No solo por sus famosas auroras boreales, sino también porque la ciudad ofrece diversos alojamientos y restaurantes, muchos tours y, por supuesto, todo lo que podrías necesitar para pasarte unos días en la nieve: partiendo por gadgets, ropa y, cómo no, vinos y delicateces para disfrutar esas No miento.
Banff debe ser En Banff, parece ser lo más Ayuda a la buena onda que Banff, en todo caso --preEn cuanto al esquí, Banff es centros, basta montarse en alguno de los buses de acercamiento, todos gratuitos y calefaccionados, que funcionan hasta al menos unas horas después del cierre de las pistas. Notable. Si algo así ocurriera en Chile, sería como si El Arrayán se transformara en base de un turismo internacional. Y, durante el día, buses gratuitos te llevaran a Valle, a La Parva, al Colorado. De hecho, es lo que hago en Banff. Por 50 mil pesos chilenos me quedo en un hostal con pieza compartida. Y, al día siguiente, conozco Norquay, un cerro familiar, a no más de 10 minutos del centro, con seis andariveles de silla y la posibilidad de hacer esquí nocturno. Luego está Lake Louise, un gigantesco centro rodeado de impresionantes montañas que te quitan el habla. Sin embargo, en este --mi primer viaje a Canadá-opto por pasar unos días en Sunshine, un gigantesco y bello centro que está en el corazón del Parque Nacional Banff.
Para eso, desde el mismo Banff tomo un transfer que viaja por la Highway 1 y, en no más de 15-20 minutos, llegas a la base de la góndola que sube por un escarpado terreno hasta el fantástico lodge en el que he reservado una pieza, el único de la zona con ski in/ out (Upper Village). Famoso, además, por tener el jacuzzi más grande de Norteamérica. Ya en el tram, mientras mi huevito gana altura, lo que aparece en las ventanas es sencillamente increíble. Sobrecoge. Hace salivar. Según han señalado las mejores revistas de esquí, Sunshine tiene uno de los 10 mejores fuera de pista del mundo. Y eso es lo que aparece cuando monumentales montañas se despliegan frente a tus ojos. Más encima tengo suerte. Mientras mi carrito gana altura, comienza a nevar. Una bendición pues en los últimos años los inviernos han sido más bien secos. Eso pese a que la temporada suele extenderse durante al menos seis meses. Dicho eso, a poco de instalado me gano un polvazo y solo pienso en por qué no vine antes a Canadá. Y, claro, me siento el héroe en mi propio video de acción. Lo que hay en Sunshine lo resumiría así: se trata de un gigantesco centro que conecta tres montañas, en pleno corazón de las Rocallosas canadienses. Sunshine está, además, en el corazón del Parque Nacional Banff. Ahora, lo que de verdad es increíble es que cada montaña tiene su propia personalidad, su encanto y su propio nivel de dificultad. O sea, en cada sector, la experiencia es completamente distinta. Así, nada mejor para el posdesayuno que ingresar a Lookout, la montaña donde está Bye Bye Bowl, un lugar muy familiar, con pocos moguls y mayormente pistas azules. Un lugar fácil. Entretenido. Y, ya lo dije, muy lindo. Las otras montañas en Sunshine son Standish y Goat's Eye. Para la primera, todo comienza en Standish Express, la súper góndola en la que accedes a un terreno de verdad gigantesco y con vistas preciosas. Goat's Eye, en tanto, alberga a Delirium Dive, un fuera de pista que intimida de solo mirarlo. Claro que, una vez que comienzas a caminar por el cerro, te das cuenta de que no es solo para atletas fuera de serie, pues aquí y allá puedes acceder a bajadas difíciles pero abordables. Todas con control de avalanchas. Así, la ruta lógica es, primero, dar unas vueltas por Wildside. Y, solo si te sientes confortable, seguir al famoso Delirium, sí o sí con equiPocos países ofrecen tantas alternativas para esquiar como Canadá. Su oferta es gigante, increíble. Por eso, aquí un resumen --tras un viaje de dos semanas, en avión, bus, Uber, incluso bicicleta-desde Toronto a Vancouver tras las mejores pistas, chuts, cócteles, hot-tubs, hot-dogs y todo lo demás. POR Sergio Paz, DESDE CANADÁ. BANFF. Esta ciudad mezcla, como pocas, turismo y cultura, que incluye su legendario festival de cine. BANFF SUNSHINE. Suma pistas en tres montañas. En Canadá todo es tan gigantesco que necesitas varios días solo para recorrer una pequeña área. BANFF SUNSHINE ACUERDO. Cuando diseñaron Kicking Horse, los vecinos pidieron que tuviera el estilo de los Alpes, pero con toques locales. KICKING HORSE ESTRELLA. Kicking Horse es hoy el destino más hot en British Columbia. KICKING HORSE EMBLEMA. Los osos grizzlie representan la mezcla de salvajismo y dulzura tan propia de la cultura canadiense de nieve. KICKING HORSE SUNSHINE. Está en pleno Parque Nacional Banff, uno de los más bellos de este país. BANFF ESQUIANDO CANADÁ de costa a costa ESTACIÓN. En sus orígenes, Kicking Horse fue una parada de trenes.
KICKING HORSE. - - ESQUIANDO CANADÁ DE COSTA A COSTA po para avalanchas (arva, pala, sonda) y confiar en que, si bien se trata de un terreno muy diverso y a veces realmente difícil, la nieve es estable. No sé. Creo que ni una semana sería suficiente para conocer este lugar, y todo lo bueno que tiene. Te subes a Grizzli Express y la experiencia es tremenda.
O te montas en la silla Top of the World Express y una y otra vez aparecen bowls que las veces anteriores no habías visto. ¿El paraíso? Si te gustan el frío, la roca y los bosques que, en invierno, parecieran que están fuera del tiempo, sin duda.
Más si cada día todo termina en Mad Trappers, una antiquísima taberna (en Old Sunshine Mountaine) repleta de fotos muy viejas, frente a las cuales, además de contagiarte con el espíritu aventurero local, te dará hambre y no podrás evitar un sabroso poutine canadiense más alguna cerveza local. Ya de noche, inevitable es cenar en Alpine Grill. Y, finalmente, relajar el cuerpo en el que, efectivamente, es el jacuzzi mas grande del hemisferio norte. La segunda parte de este viaje --esquiando Canadá, costa a costa-implica llegar a Golden, el ondero pueblo a los pies de Kicking Horse, hoy por hoy, el centro de esquí más ondero del país. Al menos el que está más de moda. Taquilla. Para llegar a Golden, desde Banff, debes tomar un busecito y luego aventurarte. El primer desafío, en invierno, es sortear el Roger Pass, un descomunal paso en medio de altísimas montañas: la Meca canadiense del rando y del esquí fuera de pista. Un lugar donde la carretera suele quedar taponeada por masivas avalanchas. Lo bueno es que, cuando ocurren, la vía se despeja rápidamente. Y el cierre del camino suele durar unas horas. Solo llegar a Golden es una experiencia. Se trata de una pequeña parada en la Columbia Británica que, tal como Banff, fue en sus orígenes una estación del Tren del Pacífico. El punto es que, a diferencia de Banff, en Golden todo sigue siendo pequeño, pueblerino, aunque con todo lo necesario para tener unos días de gloria.
Léase, una librería diminuta, con una selección de libros muy buena, un lug a r d o n d e j u g a r bowling (igual a como eran esos lugares en los años 50), u n a g r a n t i e n d a donde comprar marihuana en forma legal y un par de sup e r m e r c a d o s. Aparte, un par de cafés y varias agencias que, principalmente en verano, ofrecen tours a parques nacionales vecinos como Yoho y Glacier.
De noche, en todo caso, Golden --pueblito que puedes recorrer caminando-cambia de cara y se revela como lo que es: el nuevo epicentro del esquí fuera de pista y todo lo que la cultura free ride implica. Básicamente, una buena mezcla entre deporte de alta intensidad, más dosis de cerveza y whisky cada vez que logras sobrevivir. No es metáfora. Ni exageración.
Es verdad que Golden tiene especiales atractivos como el Golden Sky Bridge, dos puentes suspendidos a más de 100 metros de altura o, no sé, el Museo de Buffalo Bill, pero --para ser francos-lo que vienes a hacer aquí es a esquiar en un terreno escarpado y exigente. Y luego, si no te pasa nada, sociabilizar e hidratarte, principalmente en bares como Riverhouse, un encantador pub (con chimenea exterior, mesa de pool y barra) justo frente al río Kicking Horse. En cuanto al esquí, hay que decir que Golden está justo entre dos monumentales montañas: las Purcell y las Rocallosas, característica geográfica que hace que sea un lugar particularmente hermoso y lleno de vida. Pero hay algo más. Como tiene una mezcla de climas, húmedo continental (por aquí pasan ríos como el Columbia) y semiárido, todo se confabula para que la nieve sea particularmente seca. Lo más relevante, por lo mismo, está justo arriba de Golden. A solo 6 kilómetros del pueblo.
Se trata de Kicking Horse Mountain Resort, un centro con más de 120 pistas, varios hoteles y numerosos condos, diseñado hace unos años por la oficina de Oberto Oberti, el italiano (de Turin) considerado el gurú de los centros de esquí. A la creciente fama de Kicking Horse contribuye que tiene la cuarta pista más alta de Norteamérica y muchísima nieve seca, sobre laderas verticales con mucho desnivel, pero fácil acceso. Hay un dato: cuando Oberti debía mostrar un plan sobre qué hacer en Kicking Horse, a la gente en Golden se le preguntó --mediante una encuesta vinculante-qué tipo de pueblo y de centro querían.
La alternativa ganadora fue la propuesta de Oberti que se resumía en: un pueblo pequeño más, a poca distancia, toda la sofisticación de un tradicional centro en los Alpes, sumando --por cierto-esquí familiar; certeza que, hasta ahí, no formaba parte del ADN de la Columbia Británica, donde --por años-la promesa fue esquiar en pillows sobre cascadas congeladas o, no sé, en estrechos bosques sobre precipicios megaextremos.
Por eso, cuando se pusieron a trabajar, una de las primeras cosas que entregó la empresa fue Golden Eagle Express, una góndola rapidísima que permite llegar --en pocos minutos-a los sectores más altos de la montaña.
Una vez ahí las alternativas son varias y van desde comer en el Eagle's Eye, el restaurante más alto de Canadá, observando los picos de cinco parques nacionales, a buscar lo que la montaña tiene reservado para ti. Y eso va desde pistas para principiantes perfectamente pisadas, hasta lugares como Ozono, un fuera de pista --doble diamante negro-abierto hace poco.
Y que, gracias a la caminata en dirección a Whitewall, permite acceder a un impresionante terreno con bajadas épicas de nunca acabar, todo lo cual se ha transformado en parte del circuito del Freeride World Tour que, sí o sí, tiene al menos una fecha en Kicking Horse. No sé, los podría inundar con datos sobre qué hacer, dónde ir. O decir, por ejemplo, tomen el andarivel Staiway to Heaven, en la base de Crystal Bowl, para luego llegar a Redemption Ridge. O tomen la silla Pioneer en dirección a Whitetooth Mountain. O busquen el Terminator Ridge. Pero, ¿para qué? Solo debo decir que no sé por qué no fui antes a Canadá. Y sí o sí quiero, necesito, volver. A toda costa. Ahora ya. D EQUIPADO. En el pueblo de Kicking Horse encuentra todo: heladería, librería, bowling, súper, restaurantes y bares. ¿Qué más? KICKING HORSE CAMBIO. El perfil de Kicking Horse ha dado un salto ahora que este se sumó al circuito del Free Skiing World Tour. KICKING HORSE BANFF KICKING HORSE VARIEDAD. Desde Banff se accede a tres gigantescos centros: Sunshine, Lake Louise y Norquay. Cada uno con su propio estilo. HOSTAL. Hay gran variedad, y no cuestan más de 50 dólares la noche. ESTILO. De los aeropuertos a los servicios de transporte, todo aquí está hecho para moverse fácil y a bajo costo. Luego, en la montaña, todo es relajo y diversión. KICKING HORSE BANFF SUNSHINE DELIRIUM DIVE. Este es uno de los fuera de pista más impresionantes, e intimidantes, en Sunshine..