EDITORIAL: El terror no puede normalizarse
EDITORIAL: El terror no puede normalizarse El ataque con armamento de guerra perpetrado la noche del sábado último en un predio forestal en Victoria, región de La Araucanía, que cobró la vida de un guardia y dejó a otro gravemente herido, es un recordatorio brutal de la crisis que enf rentamos hace demasiado tiempo en la macrozona sur, hechos de los cuales nuestra provincia de Biobío no ha estado exenta. No hablamos de hechos aislados, sino de una escalada escalada sostenida de violencia que vulncra derechos básicos, básicos, destruye la convivencia y siembra el terror entre quienes solo buscan trabajar y vivir en paz. Desde este mismo espacio hemos insistido en ocasiones ocasiones previas en que la violencia, venga de donde venga, no puede convertirse en parte del paisaje ni ser aceptada con resignación.
Cada ataque, cada muerte, cada familia marcada por una tragedia tan fuerte como la pérdida de un ser querido en ci contexto de la denominada “violencia rural”, es también un golpe a la democracia y al Estado de Derecho. El silencio o la indiferencia, en este contexto, se convierten en una forma de complicidad que no podemos aceptar. Por ello, resulta urgente que las autoridades asuman asuman esta situación con la seriedad que merece. No basta con declaraciones de condena ni operativos esporádicos y planes que no logran frenar la espiral espiral de violencia.
Se requiere una estrategia integral y sostenida, que combine presencia efectiva de las fuerzas de seguridad, fortalecimiento dcla capacidad invcstigativa de las policías y de la acción de lajusticia, así como medidas que apunten a las causas sociales, económicas y culturales que han permitido que este clima se perpetúe. Pero también corresponde a la sociedad civil y a las comunidades locales no permanecer pasivas. La construcción de paz y seguridad demanda corresponsabilidad. corresponsabilidad. No podemos dejar que los hechos violentos opaquen los esfuerzos de desarrollo ni que la inseguridad inseguridad erosione el futuro de nuestra zona sur. Lo ocurrido en Victoria no es un episodio más: es un nuevo llamado de alerta. Yen época electoral ese llamado debe ser asumido con total claridad. A los parlamentarios que serán elegidos les cabe la responsabilidad responsabilidad de llegar al Congreso con plena conciencia de la gravedad de esta situación ypreparados para legislar de mejor forma, sin evasivas ni cálculos partidistas. Y a los candidatos presidenciales les corresponde pronunciarsc pronunciarsc sin ambigüedades: primero para condenar duramente estos actos de terrorismo y. asimismo, para comprometer propuestas serias y efectivas que devuelvan la seguridad a los territorios. Honrar a las víctimas implica exigirjusticia, pero también demandar compromisos firmes de quienes aspiran a liderar Chile en los próximos años. Nuestro país no puede acostumbrarse a vivir con miedo, y sus futuros gobernantes y legisladores no pueden seguir mirando hacia otro lado frente a una herida abierta en el corazón del sur del país. El terror no puede normalizarse.