Autor: Giovanna Moreira Almonacid, ex delegada presidencial regional
La deuda pendiente con las mujeres en la política
La deuda pendiente con las mujeres en la política as de cien años. Esa es la ventaja que tuvieron los homMbresen Chile para votar, elegir y ser elegidos. Ellos comenzaron en 1833; nosotras recién en 1949. En ese siglo se escribieron las leyes, se repartió el poder y se definió el rumbo del pais sin que una sola mujer pudiera opinar en las urnas. Y aunque suene a tiempos remotos, esa desigualdad todavía pesa en cada elección. Hoy, en pleno 2025, continúa esta distancia.
La Cámara de Diputadas y Diputados apenas alcanza un 35,5% de mujeres y el Senado un 26% (Biblioteca del Congreso Nacional, 2023). En los gobiernos locales y regionales la situación es aún más desalentadora: ninguna gobernadora electa en 2024, apenas un 16,2% de alcallesas y poco más de un tercio de consejeras y concejalas.
En casi dos siglos de vida parlamentaria sólo 109 mujeres han llegado al Congreso frente a 3.940 hombres. ¿ Cómo hablar de democracia plena con cifras como estas? Si observamos las inscripciones de candidaturas recientes, la brecha se confirma.
En nuestra región, un 63,6% de quienes postulan son hombres (35), mientras sólo un 36,4% son mujeres (20). Por distritos, la tendencia se repite: en el 25, los hombres son el 64% frente a un 36% de mujeres; y en el 26, los hombres alcanzan el 63,3% y las mujeres apenas un 36,7% (Servel). Estos números muestran que, Incluso antes de votar, entramos a competir en una pista cuesta arriba. Si bien la ley de cuotas aplicada desde 2017 ayudó a aumentar nuestra presencia, sigue siendo insuficiente.
Los datos lo confirman: en 1990 las mujeres eran sólo el 6% del Congreso; en 2010 subieron a 14,9% en 2017, con cuotas, al 21,2% ; y en 2021 apenas llegaron al 29,4 %. Avanzamos, pero de forma muy lenta. Y el fin de esta norma en 2029 amenaza con retroceder. Es importante comprender que la subrepresentación no es por falta de mérito ni de interés: es por barreras estructurales.
Estereotipos que nos reducen a roles secundarios, financiamiento desigual (según el Servel, en 2017 los hombres recibieron un 32% más de recursos para campañas), además de una sobrecarga de cuidados que ONU Mujeres identifica como uno de los principales frenos para la participación femenina. La paridad no es un lujo ni un favor. Es el piso minimo de una democracia que todavía nos debe demasiado. Porque cuando las mujeres no estamos en los espacios de decisión, la democracia simplemente queda incompleta. Y una democracia incompleta es siempre una democracia más débil, incapaz de representar la diversidad de voces que habitan este paC Columna.