Autor: ANA IONOVA | THE NEW YORK TIMES
En Brasil, la mafia controlaba la lotería; luego llegaron las apps
En Brasil, la mafia controlaba la lotería; luego llegaron las apps Las apuestas digitales fueron legalizadas en 2018:Taiza Carine da Costa probó por primera vez las apuestas cuando solo tenía 9 años.
Cuando era niña en la periferia de Río de Janeiro, los padrinos de Da Costa la enviaban calle abajo con unas monedas en la mano, para apostar en una lotería popular que, aunque ilegal, ha sido un elemento básico de la vida en Brasil por más de un siglo. Se le quedó la costumbre y, de adulta, a diario participaba en este juego, en el que los jugadores apuestan por animales representados por conjuntos de números.
Como muchos brasileños, cada vez que soñaba con una criatura, lo veía como una señal para apostar en la lotería, conocida como “Jogo do Bicho” (“Juego del Animal” en portugués). “Si sueño, apuesto”, dijo Da Costa (37), vendedora de ropa.
Pero, últimamente, Da Costa recurre a otro juego de azar que tiene al alcance de la mano las 24 horas del día: una máquina tragamonedas digital que ofrece grandes recompensas si consigue sacar tres símbolos iguales.
Tigrinho (Tigrito en portugués) imita un popular juego de tragamonedas chino y ha sido punta de lanza a medida que las aplicaciones de apuestas móviles han ganado popularidad desde que Brasil legalizó el juego digital en 2018. Da Costa juega a diario y, como resultado, sus apuestas y sus pérdidas han aumentado. Calcula que ha perdido unos US$ 80.000 en dos años con la aplicación. “Es difícil parar”, dijo.
La fiebre del juego y la crisis existencial de una tradiciónLos juegos de apuestas en línea, desde los casinos digitales hasta las apuestas de fútbol, han desatado una fiebre en Brasil, alimentando un feroz debate sobre cómo regular la floreciente industria y proteger a las personas con menos ingresos, que a menudo acumulan deudas o pierden grandes cantidades de sus escasos ingresos apostando.
El frenesí del juego también está amenazando al Jogo do Bicho, vin-culado a mafias asesinas y parte inamovible de la cultura popular desde que se creó en Río de Janeiro en el siglo XIX y se extendió por todo el país.
Aunque décadas de medidas enérgicas no han conseguido acabar con la lotería y las bandas criminales que la dirigen, el juego analógico parece estar ahora sumido en una crisis existencial, ya que cada vez menos brasileños están dispuestos a apostar físicamente en las casas de apuestas.
Las alternativas digitales que ofrecen premios mayores y posibilidades infinitas atraen ahora más de 23.000 millones de dólares en apuestas cada año, unas diez veces más que el Jogo do Bicho, según el Instituto de Juegos Legales, una organización sin ánimo de lucro que estudia las apuestas en Brasil. Mientras que el juego analógico tiene seis sorteos al día, el juego en línea no para. “Ahora el jugador brasileño tiene un casino en el bolsillo”, dijo Magno José Santos de Souza, presidente del instituto. La lotería de animales, en cambio, “no ha conseguido renovar su base”, dijo Luiz Antônio Simas, historiador carioca que ha escrito un libro sobre el juego. En los 70, el Jogo do Bichose había convertido en un negocio multimillonario que alimentaba san-grientas disputas entre las mafias de Río, las cuales luchaban por el control territorial. Al final, los jefes del juego dividieron la ciudad y el país en zonas. Para proteger sus negocios ilícitos, los capos de la lotería sobornaron a jueces, políticos y policías. En las zonas obreras de Río, se ganaron los corazones y las mentes comprando equipos de fútbol locales, financiando fastuosos desfiles de Carnaval y repartiendo regalos de Navidad. “Construyeron una fachada juguetona y divertida”, dijo Fábio Corrêa, el fiscal federal de Río de Janeiro que dirige un grupo especial de lucha contra el crimen organizado.
“Querían crear una imagen de buenos samaritanos”. Una puerta abierta a plataformas no reguladasMientras que la mayoría de los juegos de azar, incluidos los casinos y las máquinas tragamonedas, están prohibidos en Brasil, los legisladores legalizaron los juegos digitales, pero retrasaron la redacción de normas concretas de supervisión. Los expertos afirman que este retraso ha abierto la puerta a que miles de plataformas no reguladas, algunas de ellas fraudulentas, inunden Brasil.
Los juegos digitales tuvieron unEN LOS SITIOS se puede participar en un bingo y en apuestas deportivas al mismo tiempo. éxito inmediato en Brasil, un país de 203 millones de habitantes con uno de los índices de uso de internet más altos del mundo. Las plataformas que prometían un camino rápido para salir de la pobreza ganaron popularidad entre las personas con bajos ingresos de un país marcado por una profunda desigualdad.
Coloridas y de aspecto infantil, las aplicaciones eran promovidas a menudo por influencers, quienes decían a sus seguidores en las redes sociales que podían ganar decenas de miles de dólares en efectivo en sitios que resultaron estar amañados. (Algunos fueron detenidos, acusados de engañar a sus seguidores). El gobierno brasileño calcula que casi una cuarta parte de la población ha empezado a apostar por internet en los últimos cinco años.
En la actualidad, los brasileños gastan unos 3.500 millones de dó-lares al mes en apuestas por internet y las apuestas deportivas constituyen un segmento enorme en un Brasil loco por el fútbol, según cifras del Banco Central del país.
Para controlar el sector, las autoridades empezaron a aplicar este mes una nueva ley que obliga a las empresas de apuestas a pagar una tasa y a cumplir las normas federales sobre fraude, mercadeo responsable y lavado de dinero. El Jogo do Bicho sigue siendo ilegal, pero el cambio a las apuestas digitales ha abierto nuevas fuentes de ingresos. Los jefes de las loterías están utilizando sitios de apuestas legales para lavar el dinero amasado con actividades ilícitas como la lotería de animales, afirman las autoridades.
“Quieren dar un aire de legalidad a actividades que, en el fondo, son ilegales en su origen”, dijo Corrêa.. El frenesí por los juegos de azar digitales podría ponerle fin a una lotería vinculada a bandas delictivas, pero que es parte de la cultura popular desde el siglo XIX. Las apuestas digitales fueron legalizadas en 2018: