Autor: JUAN RODRÍGUEZ MEDINA
"Raymond Aron No creía que la naturaleza humana pudiera cambiarse fundamentalmente”
"Raymond Aron No creía que la naturaleza humana pudiera cambiarse fundamentalmente” RAYMOND ARON: UNA INTRODUCCIÓNDaniel J. MahoneyTraducción de Andrea Torres. IES Chile, 2024,297 páginas, $19.000 FILOSOFÍA POLÍTICALe quedaban cinco años de vida.
En la última conferencia que dio en el Collège de France, el 4 de abril de 1978, Raymond Aron (1905-1983) recordó a quienes lo oían que la libertad es impensable sin hacer algún esfuerzo para que la razón y la voluntad dominen las pasiones, sin el cultivo de la virtud cívica y moral. “En aquella ocasión, Aron identificó la auténtica libertad con el derecho del individuo a encontrar su camino en la vida, pero no a inventar su propia concepción del bien y del mal. Para él, eso implicaba nihilismo puro y simple”. Quien recuerda las palabras de Aron es Daniel J.
Mahoney, politólogo estadounidense y profesor de la Assumption University, autor de un importante ensayo sobre el pensamiento político del filósofo y sociólogo francés, que ahora llega al castellano y a librerías chilenas con el título “Raymond Aron.
Una introducción” (IES Chile). El libro, que será presentado este jueves 23 de enero por Carlos Peña y Daniel Mansuy en la sede del IES (Renato Sánchez 3838, Las Condes, Santiago), reflexiona sobre el pensamiento a la vez conservador y liberal de Aron, sobre su reivindicación de la política y no solo de la economía liberal, sobre su modernidad que no renunciaba a la tradición, sobre su democracia por prudencia y realismo más que por idealismo. Todo esto, claro, en medio de un siglo que se llevó a Europa entre guerras mundiales y dictaduras.
Si Marx dijo que la religión era el opio del pueblo, y Simone Weil, que el marxismo había devenido en religión, Aron agregó que el marxismo revolucionario y el nacionalismo se habían convertido en “el opio de los intelectuales”. En su libro homónimo habla de la “alienación de los intelectuales” y de “los intelectuales en busca de una religión”. En el prefacio de ese famoso ensayo, él se define políticamente así: “A principios de 1955, las controversias sobre la derecha y la izquierda, sobre la derecha tradicional y la nueva izquierda, han vuelto a ponerse de moda. Aquí y allá se preguntan si a mí se me debe situar en la antigua o en la moderna derecha. Pues bien, rechazo tales categorías.
En la Asamblea, los frentes se delimitan de diferente manera según los problemas discutidos”. “Pensador antitotalitario por excelencia, Aron despreciaba la barbarie nazi y la mendacidad comunista y, contra ellas, defendió un liberalismo que era también una forma de conservadurismo democrático”, dice Mahoney.
Sociedad y libertadENTREVISTA Teoría política:“Raymond Aron“Él era especialmente sensible a la ineludible antin o m i a e n t r e l i b e r t a d e igualdad, que es parte de la condición humana”, agrega el académico. “Esta tensión irresoluble se exacerba paradójicamente en las sociedades democráticas modernas, que pretenden combinar las aspiraciones igualitarias con las jerarquías funcionales necesarias en cualquier orden social. Con la moderación que le caracterizaba, Aron creía que esta tensión debía gobernarse de manera sobria más que ser superada arbitrariamente.
En consecuencia, rechazó sacrificar las preciosas libertades personales y políticas en el altar de las espurias libertades reales que ofrecían los marxistas”. Detrás de esa moderación hay, claro, una certeza: “Aron no creía que la naturaleza humana pudiera cambiarse fundamentalmente. Por eso criticaba con determinación a los intelectuales modernos de cierto tipo que idolatraban las revoluciones que solo dejaron escombros a su paso.
Creía que el progreso económico, social y tecnológico, que nunca es un mero progreso moral, siempre estaría ensombrecido por lo que él llamaba la historia de siempre, el auge y la caída de los imperios, la rivalidad de los regímenes, las hazañas desastrosas y benéficas de los grandes hombres. Deudor a este respecto de Aristóteles y Tucídides, afirmaba la irreductibilidad de la política a todo lo que no fuera ella misma”, explica Mahoney.
“La competición por el ejercicio del poder, es decir, la democracia política, parece, a la larga, incompatible con el liberalismo e c o n ó m i c o ”, e s c r i b i ó Aron en “La definición liberal de la libertad”, un ensayo en el que hace una crítica a la obra de su amigo Friedrich Hayek. No es que renegara del liberalismo económico, sino que cuestiona el énfasis económico, o economicista.
“Si en nuestra época se intentase realizar un sistema económico liberal como el que desean Friedrich Hayek o Jacques Rueff, sería necesaria lago estadounidense. dictadura política”, dice Aron, que en “El opio de los intelectuales” se había definido como un “keynesiano con ciertas inclinaciones al liberalismo”. “Se pueden exagerar las diferencias de Aron con Hayek y Rueff”, cree Mahoney. “En opinión de Aron, Hayek no prestó suficiente atención a los fundamentos morales de la sociedad libre, a los principios y costumbres que, en última instancia, la mantienen unida. Como Aron sorprendentemente dijo, antes de que una sociedad pueda ser libre, primero debe existir.
En este sentido fundamental, el liberalismo de Aron era más conservador que el de Hayek”. ¿Es un cuestionamiento al economicismo?“Aron pensaba que el enfoque de Hayek sobre la economía política era demasiado doctrinario, demasiado economicista, por así decirlo.
Pero no hay que olvidar que Aron fue un crítico de las equivocadas políticas económicas aplicadas por el gobierno del Frente Popular en Francia después de 1936 y por los socialistas y comunistas franceses en los años setenta y principios de los ochenta”. ¿Qué importancia tienen en Aron el juicio individual y la libertad en la toma de decisiones políticas?, ¿el aspecto social de su pensamiento apunta a eso, a permitir y resguardar la esfera privada, individual?Liberal y demócrata, porque era conservador y creía que el asunto era la política y no solo la economía. En “Raymond Aron. Una introducción”, el politólogo Daniel J.
Mahoney presenta las ideas del filósofo francés que, dice, “temía que las sociedades liberales hubieran olvidado las virtudes morales y cívicas que dan al ejercicio de la libertad cierta energía y elevación”. “Ciertamente compartía la preocupación liberal clásica por salvaguardar la esfera privada e individual frente a diversas formas de colectivismo y burocratismo.
En su alocución del 17 de junio de 1939 ante la Sociedad Filosófica Francesa sobre Estados democráticos y estados totalitarios, el discurso en el que Aron identificó por primera vez su liberalismo con el conservadurismo democrático, argumentó que había límites a las intervenciones del Estado y que no puede haber libertad política sin una cierta libertad de la economía.
Esto ocurría en una época en la que la economía planificada estaba de moda”. Max Weber fue una influencia esencial en la formación intelectual de Aron, especialmente la idea de que el conflicto es intrínseco a las sociedades.
De tiempo en tiempo, los gobernantes suelen llamar a la “unidad nacional”, a dejar de lado las diferencias, a los grandes acuerdos. ¿Qué lugar le da Aron al conflicto en política? ¿ Y a la unidad?“Aron fue profundamente crítico de la aspiración utópica de crear una sociedad sin conflictos ni divisiones. Esa visión, a la que finalmente se adhirieron los marxistas, solo podía llevar al despotismo y a la represión de la libertad individual y de la propia política. Pero las sociedades libres también yerran cuando no cultivan el espíritu de compromiso que impide que la vigorosa disputa política colapse en formas apenas disimuladas de guerra civil.
En efecto, estaba profundamente en deuda con Max Weber, pero Aron también criticó al gran sociólogo alemán por sucumbir a un falso realismo que negaba que la búsqueda de la justicia y el bien común fueran también partes esenciales de la realidad humana y política. Y a diferencia de Weber, Aron creía en la capacidad de la razón práctica para discernir las diferencias primordiales y duraderas entre verdad y falsedad, y entre el bien y el mal.
Aron, entonces, rechazaba la extrema neutralidad axiológica que Weber situaba en el centro de la empresa científico-social”. La naturaleza intrínseca del conflicto en las sociedades y la ausencia de un punto final en la historia política fueron ideas que confrontaron a Aron con Sartre.
A poco más de 30 años del anuncio del fin de la historia, en la versión de Fukuyama, del supuesto triunfo final del capitalismo y el liberalismo, ¿qué lecciones se pueden sacar de aquella disputa?“Aron nunca creyó en un ficticio fin de la historia. Siempre permaneció alerta a las dimensiones trágicas de la condición humana. Como estudiante e investigador en el Berlín de 1933, fue testigo de cómo una nación civilizada y culta de primer rango sucumbía a un despotismo y una demagogia monstruosos, a tormentas históricas casi inimaginables. Sabía que lo peor siempre era posible yY ENOHAM. JLEINADEDAZELITNEGpor eso nunca sucumbió a lo que llamó progresismo fácil.
En su opinión, no hay evidencia de que la historia como siempre, o, en este caso, de que las perniciosas tentaciones ideológicas o totalitarias vayan a desaparecer nunca de la faz de la tierra”. Principio de realidadRaymond Aron abogó por evitar una política “literaria”, idealista.
Esa es la tarea de la ciencia política, dijo, además de adoptar la perspectiva de un estadista prudente y responsable; perspectiva que, sin embargo, no confundió con la del “experto tecnócrata apolítico”, aclara Mahoney. ¿Qué lugar les da Aron a los ideales, a los sueños y, en fin, al cambio político?“Aron fue por sobre todo un pensador político que se oponía a imponer esquemas abstractos y sueños imposibles a la recalcitrante naturaleza humana y a sociedades complejas y llenas de tensiones. Ese es, siempre y en todas partes, el camino hacia el desastre. Rechazó el mito de la revolución, ensalzado por demasiados intelectuales parisinos, precisamente porque deseaba conservar lo mejor de la civilización occidental al tiempo que promovía reformas necesarias y saludables. Ocasionalmente citó la Idea reguladora de Kant de una humanidad reconciliada, pero nunca vio en ella un marco para promover la transformación radical de los hombres y las sociedades.
Se aferró a la esperanza precisamente porque nunca la identificó con sueños ideológicos imposibles”. ¿De ahí surge su idea del “determinismo probabilístico”?“Aron se oponía rotundamente a las doctrinas de la inevitabilidad histórica y creía que los ciudadanos y los estadistas eran libres de dar forma al futuro dentro de unos límites circunscritos.
De ahí el enfoque que denominó determinismo probabilístico, que preservaba márgenes de libertad para el hombre que actúa, a la vez que reafirma sobriamente las constricciones y los límites”. Según dice en su libro, “Aron puede proporcionar una guía poderosa en la reconstrucción de un racionalismo liberal, político y humano, un racionalismo igualmente en desacuerdo con la tentación totalitaria y el problema ahora apremiante del nihilismo posmoderno”. ¿Por qué, en 2025, es necesaria esa reconstrucción, qué fisuras o roturas ve en el orden liberal actual y cómo podría servir el liberalismo de Aron para enfrentarlas?“En los últimos quince años de su vida (1968-1983), en particular, a Aron le preocupaba que las sociedades liberales hubieran perdido el instinto de existencia política, por citar una acertada frase de Pierre Manent. Temía que las sociedades liberales se hubieran vuelto decadentes, olvidando las virtudes morales y cívicas que dan al ejercicio de la libertad cierta energía y elevación.
Creía que un orden político liberal no podía prosperar sin instituciones con autoridad (desde las iglesias y el ejército hasta las universidades) que fueran inmunes, al menos en parte, tanto a las modas ideológicas como a la autoindulgencia hedonista. Se negó a decir adiós a la razón, en particular a la razón práctica que permite a los seres humanos y a los ciudadanos actuar y elegir de forma razonable y decisiva. Contra la izquierda posmoderna, defendió el principio de realidad y se negó a identificar la libertad con el principio del placer, la liberación del eros. Era un liberal sensible a la importancia de lo que en otros lugares he llamado los fundamentos conservadores del orden liberal.
Y los escritos y el testimonio de Aron siguen siendo un poderoso recurso para resistir a las nuevas formas de la tentación totalitaria”. Aron creía que la superada más que ser debía gobernarse tensión entre libertad e igualdad de manera sobria arbitrariamente”. Fue por sobre humana y a naturaleza abstractos y esquemas político que se todo un pensador oponía a imponer sueños imposibles a la recalcitrante sociedades complejas y llenas de tensiones”. Despreciaba la forma de defendió un contra ellas, comunista y, mendacidad barbarie nazi y la liberalismo que era también una conservadurismo democrático”.. Daniel J. Mahoney,