Las Bellas Artes
Las Bellas Artes Más elocuente que la interpretación política, a estas alturas un lugar común, es la implícita en la carta de respuesta a la columna, firmada por un apabullante elenco de treinta y cinco personalidades de la cultura iberoamericana, entre artistas, curadores, académicos y directores de museos.
Ofendidos por el atrevimiento de quienes se han inmiscuido en un espacio reservado para auténticos conocedores del arte, parten acusando que en la controversia hay "descalificación desinformada". Son tiempos en los que se llama a pensar dos veces antes de opinar sobre una infinidad de temas, Seguíamos con atención la polémica por las obras de connotados artistas chilenos, despojadas de sus marcos para la exposición "Luchas por el Arte", cuando nos topamos con la columna de la periodista y académica Elena Irarrázabal, publicada el martes en este diario. La columnista expone su desazón frente al relato de la persona que guía a un grupo de jóvenes en el recorrido por el Museo de Bellas Artes, al que se une en una reciente visita.
En síntesis: el museo transmitiría una mirada de la belleza "patriarcal y paternalista", decisión de un "grupo de hombres, descendientes de europeos"; la propuesta del arquitecto que diseñó el edificio, Emile Jéquier, sería "simbólicamente, me parece, muy violenta". Quien guía a los visitantes sentencia que se está en un museo "racista, clasista y machista". La conclusión más a la mano, después de la polémica sobre la muestra de los cuadros sin marco y esa nota, es la instrumentalización ideológica de la cultura. Si todo es política, entonces asociar una exposición de pintura con las "luchas" y el recorrido por el principal espacio de artes visuales del país, ofrecerían una oportunidad para adoctrinar. Y hacerlo desde una mirada oscura de nuestra historia, reveladora de la conspiración colonizadora y arribista de artistas y arquitectos.
Bastante de eso tuvimos en la experiencia de la C o n v e n c i ó n C o n s t i t u c i o n a l, partiendo por el discurso de su primera presidenta, Elisa Loncón, llamando a "refundar este Chile". junto al recorte de la mentada columna de Elena Irarrázaval. Hay un creciente cansancio frente a los discursos moralizantes, las reacciones ofendidas y la obsesión de reescribirlo todo.
Nuestra trayectoria cultural, modesta o magnífica (dos premios Nobel de Literatura y el reconocimiento de exponentes de la pintura, la música, la escultura, no está mal para un país pequeño) expresa el camino de una sociedad, con sus luces y sombras. Todos los debates sobre la cultura son punzantes. Y está bien que así sea. Quiere decir que sus expresiones, montajes y las historias que rodean a sus protagonistas importan.
Que, incluso en medio de los acuciantes problemas que enfrenta en Chile, los de todos los días y que afectan a tantas vidas, hay una demanda para disfrutar de unas horas de belleza y de admiración por talentos ajenos. Y, también, para interpretarla con total libertad, sin la imposición de discursos y prejuicios. Es valorable la decisión del Museo, dada a conocer ayer, de revisar las líneas argumentales de las visitas guiadas, para que sean pluralistas y respetuosas.
Más importante incluso que esa debida revisión, es reconocer el derecho, tanto de especialistas como de simples mortales, a evaluar no solo las expresiones de arte sino también el desempeño de las instituciones públicas. n alrededor de los cuales se han fundado monopolios.
Para contradecir a quienes se arrogan la titularidad sobre asuntos de la mujer, derechos humanos y, ciertamente, la cultura, hay que estar disponible para la respuesta, que pued e i r d e s d e e l desprecio por la i g n o r a n c i a, hasta la cancel a c i ó n p o r l a osadía. "No más" escribía alguien e n l a r e d X, OPINIÓN Las Bellas Artes "HAY UN CRECIENTE CANSANCIO FRENTE A LOS DISCURSOS MORALIZANTES, LAS REACCIONES OFENDIDAS Y LA OBSESIÓN DE REESCRIBIRLO TODO. NUESTRA TRAYECTORIA CULTURAL, MODESTA O MAGNÍFICA, EXPRESA EL CAMINO DE UNA SOCIEDAD, CON SUS LUCES Y SOMBRAS". ISABEL PLÁ.