¿Qué está en juego en EE.UU.?
¿ Qué está en juego en EE.UU. ? T E M A S E C O N Ó M I C O S El debate presidencial en los Estados Unidos recibió la atención de los agentes económicos en todo el planeta. Las dudas respecto de las capacidades del Presidente Joe Biden (81) fueron confirmadas durante los 90 minutos del evento. Su desempeño ha generado alarmas en el Partido Demócrata. Por su parte, el expresidente Donald Trump (78) tampoco estuvo a la altura. Si bien sus intervenciones iniciales fueron controladas, rápidamente volvió a una retórica grandilocuente basada en falsedades. Así, ninguno de estos liderazgos ofrece garantías para la primera economía del planeta, representando un riesgo para la débil estabilidad del orden mundial. Desde un punto de vista económico, la situación de EE.UU. está lejos de poder ser considerada como problemática, lo que debería constituir una ventaja para el actual mandatario.
En materia de crecimiento, el producto se expandió un 2,5% real el 2023, fuertemente influido por el virtuoso impacto que ha tenido el desarrollo del sector tecnológico, de la mano de la inteligencia artificial, sobre la formación bruta de capital fijo.
Para 2024 se anticipa de nuevo un crecimiento por sobre el 2%, alejando la posibilidad de una contracción debida a las decididas acciones de la Reserva Federal (Fed) para controlar la inflación (el piso del rango de la tasa de política monetaria pasó de 0% a 5,25% en 17 meses, lo que auguraba una recesión). Adicionalmente, en los dos ámbitos de mayor sensibilidad para el votante estadounidense, las cifras también son positivas. En empleo, si bien el mercado laboral ha iniciado un cierto enfriamiento, la tasa de desempleo es de solo 4%, con salarios reales creciendo en una base anual. En cuanto a la inflación, si bien se ha estabilizado en torno al 3,3%, producto de cierta inercia en el sector servicios y shocks en energía, está lejos del 9,1% observado en junio de 2022. Más compleja es la situación fiscal. Durante la década pasada, y luego de los esfuerzos por estabilizar una economía golpeada por la crisis subprime, la deuda pública se había ubicado en torno al 100% del PIB.
Bajo la administración Trump, la combinación de recortes impositivos y un aumento en el gasto para contener los efectos de la pandemia llevó a que superara el 130% del PIB (2020), para luego estabilizarse en cerca de 120%. La reducción de este porcentaje es uno de los principales desafíos para los Estados Unidos. ¿Qué está en juego en EE.UU. ? El producto de los Estados Unidos representa sobre el 25% del PIB mundial. El futuro de su economía es por ello central. A cinco meses de la elección presidencial, el magro desempeño de los candidatos representa una fuente de incertidumbre ineludible. Las diferencias económicas El enfoque fiscal de lo que sería el segundo mandato de ambos candidatos es uno de los temas distintivos.
Mientras Biden propone aumentos de los impuestos para impulsar una reducción de la deuda equivalente al 15% del PIB en 2034 y continuar financiando programas sociales, Trump apuesta por reducir la tasa de impuesto corporativo desde 21% a 20%, extendiendo y haciendo permanentes los recortes de su primera administración.
Se estima, sin embargo, que el impacto de ello sobre el crecimiento, sumado a las medidas arancelarias contenidas en su programa (10% sobre importaciones en general; 60% sobre productos chinos), no sería suficiente para estabilizar la deuda pública. Esta situación, se teme, podría acelerar las presiones inflacionarias, desencadenando una nueva respuesta de la Fed y dudas respecto del real efecto dinamizador de los recortes. Esto explica la preocupación institucional frente a la inclinación que ha mostrado Trump por reducir la independencia de la autoridad monetaria. También en el ámbito local, si bien ambos expresan la intención de contener la inmigración ilegal, la extensión y profundidad de las iniciativas son distintas. Para Trump, los esfuerzos deberían significar incluso la deportación de millones de indocumentados; esto ha generado alertas de un posible impacto sobre la oferta de mano de obra. Biden evitaría este tipo de medidas apostando por un control fronterizo con mayor empleo de tecnología.
En materia internacional, mientras que para el republicano el rol de EE.UU. en la OTAN parece no ser una prioridad, lo mismo que el apoyo a Ucrania o Taiwán, o el fortalecimiento de las alianzas históricas, una segunda administración Biden continuaría el reposicionamiento del país como fuente de estabilidad geopolítica global. En un contexto marcado por la creciente influencia de China y su acercamiento a Rusia, los mercados prestarán mayor atención a cualquier error de EE.UU. en materia internacional. Posible reemplazo de Biden Frente al mal desempeño de Biden en el debate, no han sido pocos los esfuerzos demócratas por buscar alternativas. Una es la vicepresidenta, Kamala Harris (59), quien sería su continuadora natural.
Sin embargo, no solo debería revertir su baja popularidad, sino también despejar las dudas por las posiciones más de izquierda en materia económica (regulación y gasto) que fueron parte de su agenda en las primarias de 2020. Pete Buttigieg (42), secretario de Transporte y quien ha mostrado una visión más de centro (también estuvo en la primaria de 2020), asoma como otra carta.
Se suma el gobernador de California, Gavin Newsom (56), pero su agenda es sindicada como un factor clave en el declive de San Francisco (fue su alcalde hace dos décadas), por lo que su candidatura requeriría un claro giro centrista.
Este no sería el problema del gobernador de Illinois, Jay Pritzker (59), quien ha combinado medidas propias del Partido Demócrata con una agenda económica de centro en uno de los estados más importantes del país.. - - -