EDITORIAL: Otra batalla de Milei
EDITORIAL: Otra batalla de Milei El dato de la inflación de junio --1,6 por ciento-mejoró el ánimo del Presidente Javier Milei después de la dura derrota en el Senado argentino, la semana pasada, cuando se aprobaron varias leyes que el gobierno considera perjudiciales para el equilibrio fiscal, y que fueron impulsadas por los gobernadores provinciales, molestos por los recortes presupuestarios. Ahora, Milei tendrá que concentrarse en reunir los apoyos para sacar adelante un veto.
La vicepresidenta Victoria Villarruel recibió una andanada de críticas de parte de Milei y de la ministra Patricia Bullrich por la responsabilidad que tuvo al permitir que se realizara una sesión que no estaba originalmente habilitada.
Si la r e l a c i ó n e n t r e Milei y Villarruel no ha sido buena desde antes de asumir la presidencia, este último round, con fuertes mensajes en las redes sociales, parece mostrar, más que un deterioro, una ruptura definitiva. En un año electoral y con importantes reformas por realizar, estos incidentes pueden complicar la agenda. En todo caso, no sería la primera vez que las dos más altas autoridades argentinas entran en colisión. Les ocurrió a Fernando de la Rúa, a los Kirchner y a Alberto Fernández, que terminaron sus mandatos en guerras campales con sus vicepresidentes.
En el sistema federal argentino, donde los gobernadores tienen el poder político en las provincias pero no los recursos para desarrollar sus planes y financiar los gastos de educación, salud y salarios de los funcionarios, son imprescindibles las buenas relaciones con el gobierno central. En esta oportunidad, sin embargo, están midiendo fuerzas con el Ejecutivo para presionar por mayores transferencias, pero Milei no está dispuesto a ceder tan fácilmente. Por el contrario, busca ganar tiempo para convencer a un número suficiente de gobernadores, que tienen el control sobre los congresistas de sus provincias, para que lo acompañen en el veto. Su principal argumento es que cuando Argentina está en camino de salir de la crisis, hay que cuidar el superávit y no volver a las viejas prácticas de aprobar legislaciones sin el financiamiento asegurado.
Las leyes en cuestión se refieren a una redistribución automática de los aportes al Tesoro Nacional, de acuerdo con porcentajes establecidos en un esquema de coparticipación de las provincias, sin injerencia del gobierno en los montos. Otra ley tiene que ver con la repartición de los impuestos de combustibles líquidos, para que vayan íntegros a las provincias.
Además, los senadores aprobaron beneficios para discapacitados, un alza a las jubilaciones de siete por ciento, un bono compensatorio y una prórroga a la moratoria de pensiones, con lo cual una persona puede pedir toda su pensión aun cuando no haya cotizado los 30 años requeridos. De acuerdo con el gobierno, todo esto significaría el 2,5 por ciento del PIB.
En medio de estos problemas, pero con las encuestas a favor de su partido y su popularidad en torno al 50 por ciento, Milei mira con optimismo las elecciones de octubre, cuando espera ganar una mayoría en el Congreso que le evite este tipo de desastres legislativos. Habrá que ver si este episodio le trae costos o, por el contrario, le sirve para galvanizar el apoyo de los suyos. El actual conflicto con su vicepresidenta pareciera una ruptura definitiva. Otra batalla de Milei. - - -