Autor: JUAN RODRÍGUEZ MEDINA
“Que la vejez vaya de la mano con la sabiduría es enteramente inexacto”
“Que la vejez vaya de la mano con la sabiduría es enteramente inexacto” Agustín Squella:convencional constituyente entre 2021 y 2022. Agustín Squella¿ Entiende el reproche que le hacían a Cordua?“Hablar de la muerte es tan normal como hablar de la vida.
Lo que pasa es que eludimos el tema de la muerte y solo hablamos de él cuando vamos a un funeral, y esto último con suerte, puesto que en los funerales se hace más vida social que de recogimiento y silencio. ¿Cómo se puede reprochar a Carla Cordua que haya escrito acerca de la muerte? Por lo demás, nuestra filósofa mayor es total.
La muerte, decía Elías Canetti, es la gran enemiga, una auténtica aguafiestas, y el escritor búlgaro escribió mucho sobre ella”. En otra oportunidad, Roberto Torretti, también ya mayor él y además con problemas de salud, dijo que le “aproblemaría ser inmortal, porque qué terrible no descansar nunca de esta vida.
Yo hallaría terrible ser inmortal, e incluso hallo terrible vivir cien años y los últimos cinco estar idiota, por ejemplo; lo hallo espantoso”. ¿A usted le gustaría ser inmortal?“Acierta también Torretti. ¡Qué pareja hicieron él y Carla! Tan inusual como ser una pareja de filósofos, y de los grandes, además de tener ambos un gran sentido del humor. De lo que dice Roberto Torretti eliminaría solo el verbo descansar. La muerte no es un descanso. La muerte es nada. Morir es algo, un hecho por el que todos vamos a pasar; la muerte, nada. Somos completamente insensibles y no conscientes de ella si hemos muerto. La muerte no es un estado en el que alguien se encuentra.
Dejamos simplemente de existir y retornamos a la inconsciente y prolongadísima oscuridad en que también estuvimos antes de nacer”. Y la inmortalidad, ¿la desea?“¿ Desear la inmortalidad? Larga vida no más, y que el cuerpo que es todo lo que somos en su fascinante complejidad aguante lo más posible”. Imagínese la impresión sueño!”. cuando mi padre me llevó a ver Mi secreto me condena de Hitchcok, con Montgomery Clift y Anne Baxter. ¡UnEn su ensayo se pasea por libros y películas; mucha o al menos una parte significativa de su experiencia de vida parece ser, por así decirlo, de papel y pantalla. “Dice usted bien: papel y pantalla. Así fue no más.
Llegué al cine y a la literatura gracias a que mi padre me dio el impulso inicial, llevándome a veces a ver películas para mayores y pasándome novelas que no se consideraban apropiadas para mi edad. Me salté la literatura juvenil y fui directamente a la adulta; y en cuanto a películas, vi también mucho cine de matiné. Imagínese la impresión cuando mi padre me llevó a ver Mi secreto me condena de Hitchcok, con Montgomery Clift y Anne Baxter. ¡Un sueño!”. Una vez lo castigaron sin ir al cine. “Un confesor muy desubicado me impuso la penitencia de un mes sin ir al cine luego de haber entrado furtivamente al entonces cine Pacífico de Valparaíso para ver Y Dios creó a la mujer.
Como era de esperar, quebranté esa penitencia a los 15 días, y la verdad es que no sé cómo pude resistir tanto”. LA VEJEZAgustín SquellaEdiciones UDP, 2024,268 páginas, $22.000 ENSAYOy adolescentes generalmente con muchísima acción que los adultos van a ver diciendo que es porque llevan a sus hijos. ¡Falso! Son los adultos quienes prefieren ese tipo de películas y el embrutecimiento de las audiencias se vuelve entonces un fenómeno intergeneracional.
También pasa que los adultos disfrutan mucho más el pop corn y el olor de los hot-dogs que engullen en unas salas mal llamadas Premium”. ¿Con qué libros comenzó su vida lectora?“Había partido tempranamente por El poder y la gloria y el Rubayyat de Omar Khayyam”. ¿Y qué sigue con usted de entre los papeles y pantallas?“Conmigo sigue el cine de Visconti, De Sicca, John Ford, Fellini, Scorsese, y esta lista podría continuar por largo rato.
En cuanto a novelas, no suelo releerlas, pero ¿ qué hace usted si tempranamente descubre a Proust, Greene, Waugh, Conrad, Melville, Virginia Wolf o Heinrich Böll?”. Es probable que, en sus 80 años de vida, haya sido la experiencia que más lo expuso.
Tras una exitosa campaña, Agustín Squella fue elegido como uno de los 154 convencionales constituyentes que, entre el 4 de julio de 2021 y el 4 de julio de 2022, redactaron una propuesta de nueva Constitución. El proceso culminó con el rechazo del texto el 4 de septiembre de 2022. “Es harto triste lo muy poco que se mueve y cambia la institucionalidad de nuestro país. Somos un país lento al que nos gusta vivir en pausa, si no directamente en siesta.
Es mi ejemplo de siempre: solo con Bielsa aprendimos a jugar fútbol mirando hacia el arco contrario y no con nuestros habituales pasecitos cortos, para el lado, también para atrás, y hasta buscando las manos de nuestro propio arquero”, dice Squella al recordarle ese período. “Tuvimos en realidad cuatro procesos constitucionales, aunque solo dos de ellos acabaron sucumbiendo en las urnas.
A estos dos hay que sumar el intento en el último tiempo del segundo gobierno de Michelle Bachelet y el texto consensuado por unanimidad de la así llamada Comisión Experta. ¡Qué despilfarro constitucional nos mandamos!”. Squella le dedicó un libro a su año como representante popular, “Apuntes de un constituyente”. En “La vejez” también escribe algunas líneas sobre ese pasado reciente.
En particular, recuerda las conversaciones con Benito Baranda para incluir en el texto el reconocimiento y protección de los derechos y en general de la dignidad de las personas mayores. ¿Es algo rescatable del texto, más allá de que haya sido rechazado?“Claro que eso es rescatable, como lo fue el completo capítulo de los derechos sociales.
Sin embargo, y aun sin haber sido aprobados, se instalaron en el discurso público y privado de nuestro país, lo que no es poco decir si se considera que hasta hace muy poco tiempo, aquí y allá, se afirmaba que los derechos sociales no existían, que eran solo un invento de los izquierdistas”. Usted dice que tanto la legislación internacional como la chilena, si bien han hecho reconocimientos a la vejez, van atrasadas. “Es cierto que el derecho internacional y los derechos nacionales van atrasados en cuanto a derechos de la vejez. Pero el hecho incuestionable es que hay y habrá cada vez más viejos y viejas, más personas que llegan a la vejez y que vivirán más tiempo en esta. Eso requiere cuidados, otra palabra de la que también nos hemos vuelto conscientes hace poco.
Y esos cuidados, si bien parten por el círculo familiar y luego el de las personas más próximas, incluyendo vecinos, amistades y compañeros de trabajo, también existe un tercer círculo, el de aquellos cuidados que se contratan privadamente o son asumidos altruistamente por organizaciones de la sociedad civil, mientras que el cuarto es el que corresponde a los Estados por medio de la adopción de políticas públicas y de una legislación nacional e internacional adecuada”. ¿Le parece correcto hablar de “fracaso” a propósito del proceso constitucional?“En cuanto a los dos procesos que fracasaron en las urnas, fracasaron solo en su objetivo reemplazar la Constitución del 80, mas no en su cometido: hacer entrega en tiempo y forma de similar número de propuestas de nueva Constitución.
Haya o no en el futuro un nuevo proceso de este tipo, o cuando menos unas reformas constitucionales que respondan a la cuarta parte del siglo que llevamos ya recorrido, lo cierto es que las dos propuestas que conocimos y agrego lo que se avanzó durante Bachelet y el informe de la Comisión Experta van a constituir antecedentes muy valiosos en ambos sentidos.
En lo personal, déjeme agregar que el éxito no es la única medida del sentido que damos a las cosas que hacemos en la vida”. ¿Aún reivindica el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad?“Se trata de un postulado moral al que al menos en mi caso no estoy dispuesto a renunciar. Podemos creer que las cosas irán mal, o no todo lo bien que quisiéramos, pero tenemos el deber de hacer lo que esté en nuestras manos para que todo vaya lo mejor posible.
F. Scott Fitzgerald fue incluso más lejos cuando habló de la inevitabilidad del fracaso y, no obstante, de la determinación de triunfar”. vida no más, y que el cuerpo que es todo lo que somos en su fascinante complejidad aguante lo más posible”. Ha escrito, o siendo más precisos, ha ensayado sobre Dios o el ateísmo, la felicidad, el liberalismo, la igualdad, la libertad, la fraternidad, la democracia, la desobediencia, la dignidad, la justicia, los derechos humanos y la filosofía, entre otros asuntos humanos.
Lo que no ha escrito son unas memorias, y parece que no lo hará, sin embargo, Agustín Squella (Santiago, 1944, criado en Viña del Mar y porteño por elección) ha entretejido esos temas con recuerdos personales, de modo que sin querer queriendo sí ha construido una suerte de memorias desperdigadas entre libros.
Lo vuelve a hacer en “La vejez” (UDP), obra recién aparecida, subtitulada “Tiempo contra el tiempo”, en la que este abogado de 80 años, especialista en filosofía del derecho y Premio Nacional de Humanidades 2009, reflexiona sobre esa etapa final de la vida en la que parece estar.
Lo hace recurriendo a datos nacionales e internacionales sobre el envejecimiento de la población, opiniones y experiencias personales (como ir a buscar un libro y un lápiz y volver solo con el libro), pero sobre todo a la literatura (filosofía y novelas, principalmente), al cine y, claro, a anécdotas, desde la infancia en adelante. “Cuando tenía más o menos esa misma edad”, así comienza el libro, “esta frase me interpretó: He tenido 20 años y jamás permitiré decir que es la edad más hermosa de la vida. Me apresto a cumplir 80 y ahora tampoco permitiría que se afirme algo semejante. Lo que diría es que la parte más hermosa de la vida es aquella que se prolonga entre bien pasados los 20 y antes de la llegada de los 80.
Descontada la niñez, por cierto, supuesto que se la hubiera tenido feliz, como fue mi caso”. ¿Desear la inmortalidad? Larga cómo se dio cuenta?“Yo nunca seré viejo, porque para mí ser viejo es siempre tener diez años más de los que tengo. Pero Bernard Baruch, quien dice eso, no es capaz de consolarme. Soy viejo, y me fui dando cuenta muy insensiblemente según pasaban los años. Por lo común, la vejez lo toma a uno por asalto.
Uno cree que la edad fisiológica y psicológica son siempre menores que la cronológica, hasta que llega el momento en que el cuerpo avisa”. ¿Es usted viejo? Y, si lo es, ¿cuándo y¿ Qué le parece la identificación que se suele hacer entre vejez y sabiduría?“Que la vejez vaya de la mano con la sabiduría es uno de los más antiguos clichés consoladores y enteramente inexactos. ¿De quién puede decirse que es sabio? Los propios filósofos griegos de la antigüedad renunciaron a ese ampuloso apelativo y se consideraron únicamente filósofos, esto es, fieles y perseverantes amigos del saber”. O sea que el diablo sabe más por diablo que por viejo. “El diablo no sabe absolutamente nada, porque no existe.
Para bien y para mal, somos responsables de nuestros actos, y no es necesario andar acusando que el diablo metió la cola”. Hablar de la muerteEn 2011, como ganador 2009, a Agustín Squella le tocó ser parte del jurado que reconoció con el Premio Nacional de Humanidades al matrimonio de filósofos conformado por Carla Cordua y Roberto Torretti (fallecido hace dos años). Cordua ha contado que algunas personas la habían recriminado por escribir sobre la muerte en uno de sus libros.
Al ser el de Squella un ensayo sobre la vejez, es inevitable que tambiénALLICNAMNAHTANOJfisiológica y psicológica son siempre menores que la cronológica, hasta que llega el momento en que el cuerpo avisa”. La vejez lo toma a uno por asalto. Uno cree que la edad“¡ Qué despilfarro constitucional nos mandamos! ”En “La vejez”, el abogado y ensayista reflexiona sobre ese período final de nuestras vidas. Lo hace a partir de recuerdos, libros y películas. En esta conversación habla sobre la muerte, la literatura y el cine que aún lleva consigo y de su experiencia como. Premio Nacional de Humanidades 2009.