Autor: OSCAR BLANCO MARTÍNEZ - OMD
“Ten valor y espera en el Señor” Sal. 27,14
“Ten valor y espera en el Señor” Sal. 27,14 ¿Dónde encontramos un terrenofirme parasostener nuestra esperanza?¿ Por qué la esperanza cristiana no defrauda?Somos peregrinos de esperanzaEn este contexto, surge una pregunta fundamental: ¿ dónde encontramos un terreno firme para sostener nuestra esperanza? A menudo, al mirar la realidad que nos rodea, parece que hay poco espacio para mantener viva la esperanza. La incertidumbre y la preocupación son sentimientos que parecen abundar, en lo social, económico, político y eclesial.
La guerra, la violencia, la injusticia, la migración, por un lado y por otro, la falta de vocaciones sacerdotales, religiosas, al diaconado permanente y la vida matrimonial, entre otras, son algunas de nuestras preocupaciones presentes en nuestra acción pastoral. Sin embargo, es precisamente en estos momentos de dificultad y desasosiego donde la esperanza evangélica se vuelve más crucial.
La esperanza cristiana no se fundamenta en pronósticos favorables ni en planes pastorales exitosos; “el fundamento de la esperanza cristiana no está en lo que nosotros podemos hacer, sino lo que Dios quiere hacer a través de nosotros”3. Él es nuestra fuente y nuestra verdadera esperanza que nos anima y sostiene.
San Pablo nos recuerda que “la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,1-2,5).” La esperanza nace del amor que emana del corazón de Jesús, traspasado en la cruz”4. Esta esperanza cristiana, en efecto, no engaña ni decepciona, pues está cimentada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos jamás del amor divino.
“¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo?” “Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada”. “Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó” (Rom 8,35s). La peregrinación es una de las actividades importantes del Jubileo. En toda peregrinación hay un punto de partida, un camino que recorrer y una meta donde llegar.
“Ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida”5 Cuando hacemos una peregrinación, vamos descubriendo a lo largo del camino las dificultades que se van presentando: cansancio, sed, desorientación, metas que no llegan nunca, tentación de abandonar el camino, también se experimentan momentos de alegrías que allanan el camino, saber que no caminamos solos, la belleza del paisaje y la palabra de ánimo y esperanza, de parte del hermano que camina a nuestro lado. Tanto los momentos de dificultad como los de alegría ayudan a crecer espiritualmente si se viven desde el corazón.
Dice una conocida canción de nuestra liturgia: “Somos un pueblo que camina y juntos caminando podremos alcanzar, otra ciudad que no se acaba, sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad”, esa es la meta del peregrino, la patria eterna del cielo. Anclados en la esperanza“Ten valor y espera en el Señor” (Sal 27,14 )Sembradores de esperanzasEl ancla de la esperanza es un símbolo vital en nuestras vidas. En medio de la movilidad del mar, como en medio de las incertidumbres de los problemas, el ancla la esperanza es lo que fija, sostiene y asegura no ir a la deriva. En tiempos de tormentas, es bueno tener anclas que nos sostengan, puntos en común en que nos podamos apoyar, medios para permanecer fieles y confiados. El cristiano es un peregrino con un ancla fija en el cielo. “Solo tenemos que amarrarnos al cabo y seguir siempre adelante, porque estamos seguros de que nuestra vida es como un ancla que está en el cielo, fija en el lugar adonde llegaremos”6. En tiempos de tormentas y dificultades, es la esperanza la que nos asegura y nos mantiene firmes en medio de la tempestad.
Este año jubilar, Dios nos quiere renovar su amor de Padre y regalarnos su gracia, “Esta es nuestra ancla espiritual, segura y firma” (Heb 6,19). Queridos hermanos laicos y consagrados, después de un alto en el camino, retomamos nuestro año pastoral. El espíritu del Jubileo nos invita a lanzar el ancla de la esperanza para caminar juntos. No podemos, quedarnos anclados en errores del pasado, lo que nos llevaría a una apatía, a continuos reproches y a caer en una vida amarga.
Tenemos en nuestras manos un presente hermoso con nuestras comunidades parroquiales y unidades pastorales, un futuro abierto a mil posibilidades para amar y servir a la gente que sufre la enfermedad, el duelo, la soledad, el hambre y el sinsentido de sus vidas.
Caminar juntos con alegría, es expresión de lo que queremos ser como Iglesia diocesana, una comunidad vibrante, llamada a vivir en comunión, participación y el deseo de superar las diferencias que pueden existir, escuchando juntos la palabra de Dios, que nos guía a lo largo del camino. También por estos días las comunidades educativas reabren sus puertas para recibir a los jóvenes estudiantes con quienes caminarán juntos este año.
Animamos a los profesores y sostenedores de los colegios y centros de formación a ser sembradores de esperanza en el corazón de los jóvenes, brindando la mejor clase y las mejores herramientas para el desarrollo personal y un futuro esperanzador. Son muchos los que esperan de nuestro testimonio cristiano, cercano, alegres y solidarios. Dejémonos entusiasmar por la esperanza y permitamos que a través de nuestro testimonio sea contagiosa para cuantos la desean.
Que nuestra vida pueda decirles: “Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor” (Sal 27,14 ). Quisiera poner este nuevo año pastoral bajo el amparo de la Madre de Dios, auxilio de los cristianos. Mujer de fe y esperanza. Ella supo confiar y esperar en las palabras del Ángel, Ella que albergó en su seno la esperanza del mundo, Ella debe ser nuestro modelo a seguir. Su mirada de madre y maestra nos conduce al Señor Jesús que es nuestra esperanza. Con afecto y bendiciones. +Oscar Blanco Martínez omd Obispo de Punta ArenasCARTA DEL PADRE OBISPOOBISPO DE PUNTA ARENASQuerida comunidad de la diócesis de Punta Arenas.
Pax ChristiEl Jubileo un año de renovación y esperanzaUn llamado urgente a “reavivar la esperanza”En esta significativa Navidad del 2024, hemos tenido el privilegio de ser testigos de un acontecimiento de gran relevancia en la vida de nuestra Iglesia: el Papa Francisco, desde su silla de ruedas, abrió la Puerta Santa en la majestuosa basílica de San Pedro, marcando el inicio de un año jubilar que se presenta como una oportunidad invaluable de renovación y esperanza. En nuestra querida diócesis, celebramos con alegría la eucaristía de inauguración el 31 de diciembre, proclamando nuestra iglesia catedral como templo jubilar del año 2025. Este Jubileo, es un llamado urgente a “reavivar la esperanza”1 en el camino que recorremos juntos como Iglesia diocesana, con nuestros ámbitos de acción pastoral.
La comunidad se convierte en nuestro espacio sagrado de encuentro, generando procesos de formación permanente, donde somos invitados a ser una Iglesia en salida, comprometida con los jóvenes y dispuesta a celebrar nuestra fe con alegría y acciones concretas en la sociedad magallánica.
Este jubileo no puede ser considerado un mero eslogan, para agregarlo al vocabulario pastoral y manipular nuestras reuniones, ¡NO! “Es ofrecer la experiencia viva del amor de Dios, que suscita en el corazón la esperanza cierta de la salvación en Cristo”2.