Autor: Carlos Peña
Columnas de Opinión: Monseñor y una canción de Viña
Columnas de Opinión: Monseñor y una canción de Viña rona de espinas que, rodeado de sus amigos, describe el sufrimiento y la discriminación de que es víctima. No hay nada ni en la canción, ni en el video que pueda ser considerado rigurosamente hablando una blasfemia, una ofensa injuriosa, afrentosa, contumeliosa y gratuita a la iglesia o ala fe.
Lo que hay, es más bien, el relato de una experiencia que el espectador que mira el video o el espectador que escucha la canción, advierte opresiva y discriminadora: la sensación del cantante, y con él otros miles, de estar al margen de la naturaleza, de ser un error que merece ser ocultado, o castigado, y que en cualquier caso ha de mantenerse en la sombra, co-decondena quelos homosexuales han vivido, muchos miembros de la iglesia-no todos, para ser justos, pero si la mayoría, incluido el magisteriohan contribuido confundiendo la antropología cristiana con un mandato de corrección y disciplina, yala tarea sacerdotal como un quehacer de vigilancia y de castigo.
Todo ello ha causado mucho sufrimiento a miles y miles de seres humanos, el mismo sufrimiento que en el video que acompaña a la canción se escenifica con el muchacho tocado on una corona de espinas.
Por supuesto Monseñor Cho-malí, y carel discurso que pueda resul-la Iglesia mediante él, tiene todo el derecho de criti tarofensivo ala fe o que desco-Monseñor Chomalí y el Obispo González han denunciado una grave ofensa a los creyentes y a la Iglesia en la canción Infernodaga que participará en el Festival de Viña. La canción describe las angustias de un muchacho que revela a su madre su homosexualidad. Describe, sin detalles, la experiencia y la forma en que “se abre una puerta que da luz a mi oscuridad”, cuando se acepta a sí mismo.
El video que acompaña a la canción está llela no de imágenes alusivas a iglesia -un cura severo, un confesionario sombrío, el muchacho arrodillado frente al primeroy entre ellas destaca sobre todo la imagen del muchacho homosexual tocado con una co-'mo algo vergonzante e indigno hasta que se libera y abraza lo que se le ha enseñado es un infierno ¿ No es acaso esa la experiencia que la iglesia, empeñada en disciplinar la sexualidad ajena, ha alimentado por siglos, enseñando a los homosexuales, uobligándolos, a vivir su condición como un error? Se equivoca, entonces, Monseñor Chomalí cuando reacciona de esa forma frente a una canción que en vez de ofender ala iglesia o a la fe, simplemente recuerda y enseña-la calidad artística con que lo hace, ya se verácuál ha sido la experiencia de millones de personas estigmatizadas durante siglos por Y a esa su orientación sexual. experiencia de marginación ynozca lo que la Iglesia enseña es sagrado; pero es una exagerala ción que no le hace bien a Iglesia reaccionar con molestia o con una condena, o lo que es peor con la pretensión que se le acalle, frente a una canción que, bien o mal ya se verá, intenta describir la experiencia de miles y miles que han padecido el resultado de una mala comla antropología prensión de cristiana y el papel misionero dela Iglesia.
La Iglesia tiene el derecho a describir la condición humana en la forma que indican la tradición y la fe, e incluso defender esa descripción como apoyada por la razón y así enseñarla e intentar persuadir con ella; pero de ahí no se sigue, como la Iglesia lo ha mal enten-dido tantas veces, un mandato para imponer orden y disciplina ala forma en que las personas viven su sexualidad, ni se deriva una condena.
Monseñor Chomalí quien se ha empeñado -para bienen recuperar el papel de la Iglesiaeen la esfera pública, yerra si piensa que eso se puede lograr quejándose por una canción y sin acercarse reflexivamente a la propia praxis eclesial que, cuando se trata de comprender y aceptar a los homosexuales, desgraciadamente tiene poco de que enorgullecerse,.