Quiebre entre EE.UU. y China plantea el espectro de una nueva Guerra Fría
Quiebre entre EE.UU. y China plantea el espectro de una nueva Guerra Fría nican con funcionarios chinos, la reciente declaración de Beijing de que ha terminado con las respuestas arancelarias estilo ojo por ojo indica que podría estar moviéndose hacia otros métodos no económicos. Ambos países se han acusado mutuamente de ciberataques cada vez más atrevidos.
Una opción que tiene Beijing, según las fuentes, implica aprovechar los datos, registros de llamadas y otra información que ha reunido a través de años de intrusiones en redes computacionales en puertos, empresas de agua, aeropuertos y otros objetivos estadounidenses.
The Wall Street Journal informó a principios de este mes que en una reunión secreta en Ginebra en diciembre con el gobierno saliente de Biden, funcionarios chinos vincularon una serie de ciberasaltos a infraestructura estadounidense con el respaldo de Washington a Taiwán, la isla autónoma que Beijing ha prometido traer a su redil.
Beijing también podría intensificar la coerción estratégica contra asociados de EE.UU., en especial en el Indo-Pacífico, en un momento en que el compromiso del gobierno de Trump de proporcionar seguridad en la región parece estar en duda. Amenazas de seguridad Durante décadas, sin importar cómo fueran los altibajos de las relaciones entre Beijing y Washington, el comercio y la inversión proporcionaban el pegamento que mantenía unidas a las dos potencias.
Hoy en día, con las relaciones económicas entre ambas descarrilándose, China y EE.UU. se dirigen hacia lo que podría ser una Guerra Fría que se extienda más allá del comercio; hacia un conflicto cada vez más profundo o incluso una tensión militar mientras ambas tratan de formar sus propios bloques. El actual escenario antes era impensable. Durante el primer gobierno del Presidente Trump, Washington y Beijing se mostraron reacios a que sus líos profundos cayeran en un caos total. Su primera guerra comercial se desarrolló durante dos años e involucró negociaciones frecuentes y un temor a una escalada en ambas partes. Esta vez, los dos países han establecido en efecto restricciones comerciales contra el otro en menos de tres meses y están llevando la guerra económica hacia un nuevo territorio. Lo que está en juego es la seguridad mundial en general como también la estabilidad económica durante los próximos años.
“Estados Unidos y China están en un estado de desacoplamiento económico y parece que no hay ninguna protección para impedir que las escaladas en las tensiones comerciales se propaguen a otras áreas”, señaló Rick Waters, ex alto diplomático estadounidense que ahora dirige un centro sobre China en Carnegie Endowment for Global Peace.
“Se está volviendo más difícil sostener que no estamos en una nueva Guerra Fría”. Para el líder chino Xi Jinping, es un momento en que se requiere el trabajo de todos para el cual él y su círculo de allegados se han estado preparando desde el primer gobierno de Trump.
Después del impacto inicial por la magnitud de los recientes golpes arancelarios de Trump, Beijing está ahora en un modo de represalia total, prometiendo “luchar hasta el final”. Y sus herramientas para responder a EE.UU. no se limitan a armas económicas como aranceles de represalia, listas negras que apuntan a empresas estadounidenses y restricciones a sus exportaciones de minerales críticos.
Según personas que se comuLas alarmas sobre la amenaza de seguridad por parte de China, las que habían ido en aumento dentro de la clase política y militar estadounidense incluso antes del ciclo más reciente de alzas arancelarias estilo ojo por ojo, han aumentado aún más.
En una audiencia del Senado el 10 de abril, el almirante Sam Paparo, jefe de las fuerzas estadounidenses para el Indo-Pacífico, llamó la atención sobre un incremento de las actividades militares de China cerca de Taiwán, lo que, según él, amenazaba la seguridad de EE.UU. y sus aliados. Por el lado estadounidense, Trump ha señalado que está dispuesto a retirar las garantías de seguridad para los países que dependen del apoyo de EE.UU. a menos que hagan concesiones económicas. Detrás del riesgo mayor de IDAFAS NIRTICARDNAXELA los socios comerciales de EE.UU.
A cambio de las reducciones en los aranceles que impuso EE.UU., el gobierno de Trump está planeando presionar a más de 70 naciones para que impidan que China envíe bienes a través de sus países al mercado estadounidense, restrinjan las inversiones chinas y eviten que los productos chinos baratos inunden sus mercados. En resumen, como Trump dijo en el programa en idioma español “Fox Noticias” la semana pasada, tal vez quiera que los países elijan entre EE.UU. y China. Sin embargo, es poco probable que crear coaliciones sea fácil para uno u otro.
Aun cuando el exceso de actividad manufacturera de Beijing ha provocado la hostilidad de muchos países grandes y pequeños, algunos de ellos, en especial aquellos en Asia que consideran a China como uno de sus mayores socios comerciales y fuentes de inversión, están encontrando muy difícil girar completamente hacia EE.UU. La reciente gira de Xi por el Sudeste Asiático pone de relieve cómo esta región está surgiendo como un campo de batalla clave para Beijing y Washington.
Un poco más de una semana antes de que Xi llegara a Hanoi a mediados de abril, el líder vietnamita To Lam acordó con Trump analizar la posibilidad de un convenio para eliminar los aranceles estadounidenses en una llamada tel e f ó n i c a q u e e l P r e s i d e n t e Trump describió como “muy productiva”. Vietnam, también bajo un régimen comunista, ha tratado de mejorar los lazos económicos con EE.UU. en los últimos años. La llamada, justo cuando Xi se estaba preparando para lo que se anunciaba como una visita de Estado a Vietnam, molestó a Beijing, según personas al tanto del tema.
Al final de la visita de Xi, China y Vietnam hicieron una declaración conjunta en la que prometían intensificar su asociación estratégica sin más detalle; lo que sugería que Hanoi no está eligiendo a una parte por sobre la otra, y que dejaba sus opciones abiertas. Otro foco para la ofensiva de encanto de Beijing es Europa, la que está alarmada por el manejo de Trump de la guerra de Rusia en Ucrania. China nombró a Li Chenggang, quien durante los últimos cuatro años se desempeñó como enviado de China ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), como su negociador comercial en jefe.
El nombramiento indica el deseo del liderazgo de Xi de alinearse con los países europeos más resueltos a proteger las normas de comercio mundial que, según Trump, han beneficiado al resto del mundo, a China en particular, a expensas de EE.UU. Li es un severo crítico de EE.UU.
Como representante de China ante la OMC, describió a EE.UU. como un “abusador unilateral”. Mientras tanto, dado que continúa el impasse de la comunicación entre China y EE.UU., es probable que Washington restrinja aun más el acceso de empresas chinas a la tecnología estadounidense, lo que hará que sea incluso más difícil invertir la tendencia de separación económica que está actualmente en marcha.
Ryan Fedasiuk, exasesor de política china en el Departamento de Estado y actualmente profesor adjunto en la Universidad de Georgetown, señaló que el Departamento de Comercio tal vez aumente en forma significativa su uso de controles de exportación y ponga en lista negra a las subsidiarias de las e m p r e s a s c h i n a s que ya están en su lista de comercio.
“El hecho de poner en lista negra a las subsidiarias aumentaría drásticamente la cantidad de empresas sujetas a controles de exportación estadounidenses”, observó Fedasiuk, “y aceleraría el desacoplamiento provocado por los aranceles”. Si la guerra económica se sigue acelerando, según expertos en política exterior, ambas partes tal vez expandan sus cajas de herramientas para contraatacarse. “Lo que estamos viendo ahora es la mayor guerra comercial en la historia”, aseguró Yun Sun, director del programa de China en Stimson Center, un instituto de estudios de Washington.
“El riesgo de que la guerra comercial se extienda a otros campos es bastante alto”. Artículo traducido del inglés por “El Mercurio”. una escalada más allá del comercio hay una falta de comunicación eficaz entre los altos funcionarios de ambos lados del Pacífico.
En un principio, Beijing esperaba sostener un diálogo pero su insistencia en un protocolo diplomático formal resultó ser incompatible con un equipo de Trump dispuesto a conversar solo con aquellos más cercanos a Xi, en particular el jefe de gabinete del líder chino, Cai Qi, cuya cartera incluye ciberseguridad; una preocupación básica para Washington. En vista del ataque arancelario de Trump, Beijing se ha negado a hablar. Hace poco, mientras las tensiones comerciales siguen un curso en espiral, el mismo Trump manifestó que le gustaría que Xi lo llamara. Personeros de Trump también han sugerido a diplomáticos chinos que el ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi se comunique con el secretario de Estado Marco Rubio, según personas al tanto del tema. Hasta ahora, Beijing se ha negado a participar en uno u otro frente.
En cambio, en busca de formas que puedan minimizar los costos políticos para el liderazgo de Xi, asesores de política en Beijing están mencionando nombres entre los que se encuentran el ex Primer Ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, y Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita, como posibles intermediarios con Trump, según las fuentes. Pero esas conversaciones no han llegado lo suficientemente lejos en ninguna de las capitales, puesto que ninguna de las partes parece tener prisa por negociar. En declaraciones a los periodistas la semana antepasada, Trump reiteró que EE.UU. “hará un acuerdo” con China. “Hemos tenido algunas conversaciones muy buenas”, aseguró, sin dar más detalles, aunque agregó: “Creo que tenemos mucho tiempo”. Elementos fundamentales Mientras continúa el estancamiento comunicacional, ambas potencias están tratando de reclutar aliados en su batalla. El gobierno de Trump está buscando en estos momentos alcanzar acuerdos con docenas de países para que cooperen en aislar a China. Mientras tanto, Xi y sus principales lugartenientes se han desplegado en los últimos días, en un intento por alejar a ALIADOS Beijing también podría intensificar la coerción estratégica contra asociados de EE.UU. Por décadas el comercio y la inversión mantuvieron unidas a las dos potencias: CONTENIDO LICENCIADO POR THE WALL STREET JOURNAL LINGLING WEI. Lo que está en juego, mientras los lazos económicos se descarrilan, es la seguridad mundial en general y la estabilidad económica en los próximos años. Por décadas el comercio y la inversión mantuvieron unidas a las dos potencias: Durante el primer gobierno del Presidente Trump, Washington y Beijing se mostraron reacios a que sus líos profund