Autor: ESTELA CABEZAS
ENRIQUE PARIS La calma después de LA TORMENTA
“Que salga otro ministro del gabinete a decir que la van a intervenir es como insólito, es como si en la época mía, cuando todos me criticaban, el ministro del Interior hubiese salido a decir “la solución está en que vamos a intervenir Salud”. Yo habría presentado mi renuncia de inmediato”. “En esa época la pandemia se co: El era el vocero de eso (.. ). Cuando el vocero comienza a tener problemas, como lo que SS ahora con la ministra Izquia AS Enrique Paris, médico pediatra, 73 años, ex ministro de Salud, abre la puerta de su departamento ubicado en Providencia, amable, como siempre se le vio en cada una de las cientos de conferencias de prensa que tuvo que dar durante los veinte meses que estuvo en el Gobierno. Afuera, casonas, árboles y avenidas; alolejos, ruidos de autos y una locomoción colectiva incesante. Son las 1 de la mañana de un miércoles y él, después de haber trabajado muchas veces día y noche, hoy disfruta el poder estar en un horario. Como este en su casa para hacer la entrevista, —Hace un mes que dejé el ministerio y, aunque ya estoy recuperado, aún me siento cansado a ratos.
Lo que sí tengo son dolores musculares, a lo mejor es porque antes estaba muy tenso y ahora me relajé —dice mientras ofrece y pre para él mismo el café. —Puede ser el síndrome del montañista: cuando se va subiendo no se siente duda ni cansancio, pero al llegar vienen todos los achaques. —Claro y la bajada de la montaña también es difícil porque te puedes tropezar por el afán de bajar rápido o te puedes caer porque piensas que es más fácil el descenso que el ascenso. Hay que andar con cuidado también. —Usted estuvo sometido a mucho estrés.
Enfrentó bien, según sus correligionarios, y mal, según sus adversarios, la peor pandemia de la historia reciente. —La verdad es que el nivel de estrés era muy alto y era diario y no solamente de día, sino que también de noche, o en la madrugada, a cualquier hora, porque saps llegaban por montones, y los fines de semana también, no había descanso. Enrique Paris recuerda que todos los días debían ir a La Moneda, hacer reuniones con el presidente, los jefes de gabinete, periodistas del ministerio, los subsecretarios y luego hacer conferencias de prensa.
Luego de sus veinte meses en el Ministerio de Salud y a treinta días de haber dejado el gobierno, cuenta que aún se siente cansado a ratos y que tiene dolores musculares producto de la tensión que vivió durante la pandemia.
También dice que el premio Franz Edelman es un “tapabocas para todos los que dijeron que no estábamos haciendo las cosas bien” y que a la ministra Izkia Siches, quien fue una de sus mayores críticas, “le falta preparación, pero no una preparación solo política, yo creo que le falta un poco más de cultura, de pensar las cosas con más tranquilidad”. Además, revela detalles inéditos de su infancia, habla por primera vez de por qué no se casó y de su relación con la culpa. —Usted parece tener un carácter bien calmado, no es alguien que se salga de sus casillas fácilmente. —No me estreso fácil, sí, pero a veces tenía que tranquilizarme.
En esos momentos siempre me acordaba de Gabriela Mistral, así que rezaba algo de ella —dice y repite: En este nuevo día que me concedes, oh, Señor, dame mi parte de alegría y haz que consiga ser mejor. —Quedé pegado con eso y lo repetía siempre antes de las conferencias de prensa: “haz que consiga ser mejor” —dice y repite— “mejor”. Enrique Paris nació en su propia casa en el barrio Angelmó, muy cerca del puerto en Puerto Montt. Fue el primer hijo de Enrique Paris y Carmen Mancilla, su padre trabajaba en el Banco Español Chile y su mamá, en una farmaci. Que estaba al frente del banco.
Erala década de los 40 y su madre ya era una mujer particular: aunque en esa época no era común que las jóvenes fueran profesionales, ella tenía su título de química farmacóutica, Ambos juntaron dinero y con la ayuda de un socio compraron una farmacia. La casa familiar que arrendaron quedaba a pocos metros.
Ahí nació el hijo mayor. —Yo siempre pensaba cómo pudieron juntar el dinero para comprarse una farmacia, pero ahora veo las fotos y me doy cuenta de que era un local humilde, muy chico, con puertas de madera, con vitrinas chiquitísimas. Cuando yo era niño pensaba que la farmacia era gigante. Fue regidor por Puerto Montt y tuvo la vi: educar en Santiago a todas sus hijas. —A mi mamá la mandaron a estudiar al liceo de Santiago como a los 12 o 14 años. Para ella fue una odisea, pero era muy intelectual. Era muy ordenada, yo heredé eso de ella. Era bastante preocupada de nosotros, nos ayudaba a hacer las tareas, nos compraba libros, nos compraba estas enciclopedias antiguas. A pesar de trabajar, era una madre muy presente, dice. Trabajaba hasta las cinco de la tarde y luego se iba a su casa a cuidar a sus cuatro hijos. Con ellos estudiaba en la mesa del comedor de diario. —Era una mesa redonda de madera, y ahí nos hacía hacer las tareas, era bien buena pedagoga, medio estricta —dice y ríe. Nde enrique Paris estudi Montt, de los jesuitas. —Los jesuitas son conocidos por t alto sentido del deber. —Y un sentimiento de culpa también, que es brutal. Ellos inculcaban mucha culpa, mucho pecado, que esto era peca do, que lo otro era pecado. Yo salí bien marcado con eso. Hoy dice que no es católico practicante. —¿ Por qué? —No sé, dejé de ir a misa, por ese sentimiento de culpa.
Antes, si no iba a misa me sentía tan culpable que me resultó mejor alejarme, Al salir del colegio, Enrique Paris entró a estudiar Medicina ala Universidad Católica, por lo que se trasladó a vivir a Santiago al pensionado del Cardenal Caro. —Ahí vivía gente que después iba a ser muy importante enel mundo público: Enrique Correa, Sergio Galilea, Davor Harasic, entre otros Cuenta que en ese pensionado se realizaban foros y que una vez fue Bernardo Leighton, quien había sido ministro del Interior de Eduardo Frei Montalva, a dar una charla. También, Clotario Blest. —Yo lo fuia dejar a su casa, siempre quedé muy impresionado con él. Era un hombre humilde, andaba con un mameluco, siempre guardé mucha admiración por él. De hecho, he aprovechado algunas de sus frases. Acuérdate de que él dijo que ojalálos gremios no se metieran en la política y que los políticos no se metieran en los gremios. Eso lo repetí mucho en el Colegio Médico.
En esa época, recuerda, había paros, huelgas, incluso paros de médicos, pero él no participaba. —Me sentía muy feliz porque en esa época estaba de pasantía por el Sótero del Río, un hospital gigantesco en donde nos dejaban una sala con todos los enfermos para un interno, un lujo. Cuando ocurrió el golpe militar, cuenta, entraron al pensionado y sacaron a varios de sus compañeros de sus piezas. En esa ocasión, dice, los militares rompieron libros, pósteres, y los dejaron ahí encerrados varios días. Finalmente, les dieron permiso para abandonar el lugar. Al terminar la universidad se fue de general de zona a Achao, en Chiloé. En esa época, recuerda, lo usual era que los médicos se fueran ya casados, pero no fue su caso. -Mi papá siempre estuvo preocupado de que me casara. En el Colegio San Javier de Puerto “atar de educar con un En esos años, tener una opción sexual distinta era muy complejo, por lo que uno tenía que tratar de ser prudente. Nunca fui de los que se rebelaban.
Soy hijo de mi tiempo, de mi época”. “Yo creo que faltan muchas cosas más que hay que ir relevando poco a poco, porque nosotros nos sacamos la mugre trabajando y que nos hubiesen dicho en algún momento infelices, criminales, fue injusto”. Enrique Paris hoy trabaja como decano de la Facultad de Ciencias en la Universidad Mayor y evalúa unirse a Horizontal, el think tank que dirige Ignacio Briones.
Además, está viendo si tener o no un futuro en la política, “He tenido ofertas, pero aún no lo decido", dice y reconoce que hoy su cercanía es con Evópoli, mi mamá no, ella era mucho más liberal.
Al terminar su general de zona hizo una beca de pediatría en el Calvo Mackenna y luego se fue a Bélgica, estaba pololeando y los planes eran que se casarían cuando volviera, pero al retorno él ya había tomado otra decisión. —Yo ya tenía 35 años y estando allá me dí cuenta de que no iba a hacer una vida con una mujer. No fue fá como hijo mayor yo tenía una carga y como había s cado en los jesuitas, también tenía muy fuerte el tema de la culpa. Enrique Paris recuerda que estos temas se trataban de una manera muy dura en su colegio.
En la década de los 50 y principios de los 60 había que tener una personalidad muy particular para que una persona que no fuera heterosexual saliera libre de traumas en un establecimiento católico. —Los curas nos tiraban señales indirectas. Recuerdo como si fuera hoy que un cura nos contó en clases de dos mi ños que eran muy amigos y que los habían encontrado quemados juntos en la cama. Que los habían ido a ver en la mañana y estaban completamente quemados. Cosas contaban todo el tiempo, —Inhumano y poco pedagógico el ejemplo —Claro, pero así era en esa época. Nos echaban mucho susto con eso. Al llegar de Bélgica le tuvo que decir a su polola que no se casarían y le contó por qué.
Ella no le creyó y le pidió que se hiciera asesorar por un médico, Él lo hizo. —Pero me tocó un psiquiatra muy religioso —dice y se ríc—; igual me sirvió para hacer yo mismo mi propia reflexión. —En esa época muchas personas optaban por casarse igual. —Yo sabía que eso pasaba, pero desde mi punto de vista era impensado, y necesitaba ser honesto conmigo mismo.
Además, para mí, eso era moralmente inaceptable. —é Nunca se rebeló frente a las normas sociales tan conservadoras? esos años, tener una opción sexual distinta era muy complejo, por lo que uno tenía que tratar de ser prudente. Nunca fui de los que se rebelaban.
Soy hijo de mi tiempo, de mi época. —Hoy es distinto. =Sí, hoy es maravilloso que los niños puedan expresar lo que les sucede, lo que van sintiendo, Lo vi siendo pediatra, niños que decían me siento así o asá a sus papás, al doctor. Es una duda terrible para ellos; no es que sea una cosa fáci tampoco, pero yo creo que es mucho mejor que lo digan, que transparenten sus problemas, sus inquietudes, y no que las oculten. Yo creo que antes uno tenía más miedo de transparentar los pensamientos que tenían, porque, claro, se enfrentaban a un escenario adverso, hoy ya no es tan así.
Enrique Paris dice que a pesar de los avances, hay lugares que aún están en tránsito. —Una profesora en la universidad fue a mi oficina a contarme que un alumno le había dicho que era no binario y no sabía qué hacer. Yo creo que los colegios, las universidade: todos, deben estar preparados; hay que tener un reglamento, hay que tener una forma, no se puede dejar ala opinión personal. Las personas deben ser llamadas por su nombre social, así es que ya estamos trabajando en eso. Sido su vida más fácil si hubiese nacido en esta época? Si ahora tuviera diez o catorce años.
Enrique Paris sonríe. —No, yo creo que no, ereo que nací en la época que me correspondía nacer y las mismas vicisitudes de la vida te ayudan a ser como tú eres. —¿ Y cómo es usted? —Un poco perfeccionista, un poco exigente, muy controlado, un poco miedoso como decía alguien hoy en el diario. Soy Virgo; los virgos son muy perfeccionistas, muy ordenados, muy culposos. Yo creo que soy muy culposo, entonces obviamente que eso, por un lado, te inhibe de algunas cosas, pero te permite también navegar mares tormentosos. Cada época tiene su tormenta y eso es lo que hace a una persona. Yo estoy muy feliz con lo que he llegado a ser. Won Enrique Paris durante sus veinte meses en el Ministerio de Salud siempre fue el mejor evaluado del gabinete, con porcentajes que fluctuaban entre el 70 y el 75 por ciento de buena evaluación. Pero no fue la primera opción. —Cuando entré al comando de Piñera y preparamos el programa de salud, empezó a sonar mucho que el presiden= te me iba a nombrar ministro. Salió en La Segunda, se hicieron encuestas y yo me entusiasmé, El día que nombraron al gabinete fue terrible, me llamaban de La Tercera, “El Mercurio”, de todos lados.
Me decían “lo vieron entrar en La Moneda, ¡ba tapado con una frazada, en un auto”, y yo estaba aquí en mi casa, imagínate los inventos Tras el nombramiento fallido, Piñera le ofreció ser el nuevo superintendente de Salud, pero algo pasó y quedó fuera.
Entonces, decidió entrar a la Unive rrae. —Te voy a contar algo bien anecdótico, chistoso casi: yo metí a la Finis Terrae porque Alberto Dougnac —que después fue mi subsecretario— era el decano, pero él ya no iba a estar porque le habían dicho que lo iban a nombrar subsecretario de Redes.
Un día estábamos en reunión de posgrado y llega Alberto con la cara hasta el suelo y me dice: Enriquito, no me van a nombrar subsecretario y yo renuncié ala universidad”. Y le dije “no te preocupes, yo iba a ser superintendente y tampoco”, y nos largamos areír. Estábamos los dos looser en la misma reunión. Siempre brom bamos con eso y las vueltas de la vida, después yo fui ministro y lo llamé y fue un 7 trabajar con él.
Desde su trabajo en la Universidad Mayor, “muy bueno, muy entretenido, porque era lo que siempre había queri- “Delegué mucho, tenía reuniones de gabinete una vez a la semana, y entre muchas cosas, hicimos un cambio fundamental en la parte comunicacional, yo los dejé volar. Le di a Paula Daza todo mi apoyo, cosa que con Jaime, desgraciadamente, no tenía”. do”, veía los devenires de la pandemia y el trabajo que estaba haciendo Jaime Mañalich en el ministerio.
Qué le parecía lo que veía? —Me producía un poco de pena y un poco de preocupación por el gobierno, porque en realidad fue su personalidad, la forma que tenía de relacionarse con la prensa, con los alcaldes, lo que fue deteriorando la relación del gobierno con ellos.
En esa época la pandemia se comía casi todas las noticias y él era el vocero de eso, no había más; entonces cuando el vocero comienza a tener problemas, como lo que estamos viendo ahora con la ministra Izquia Siches, se comienza a contaminar todo el gobierno. Yo creo que él se dio cuenta de eso y dijo basta y por eso renunció, Además, estaba muy cansado. Ahí lo llamó el Presidente. Todo se dio muy rápido. —Entré con mucho entusiasmo y me di cuenta de que, dentro del ministerio, y lo he dicho muchas veces, había un equipo maravilloso. Delegué mucho, tenía reuniones de gabinete una veza la semana y entre muchas cosas hicimos un cambio fundamental en la parte comunicacional, los dejé volar. Yo le di a la Paula todo mi apoyo, cosa que con Jaime, desgraciadamente, no tenía. Lo mismo con Arturo Zúñiga. —+¿ Paula Daza no tenía todo el apoyo de Mañalich? —No, porque a él no le gustaba nadie y a ella la criticaba. Tenían mala relación; eso Paula Daza lo ha dicho en much: partes.
Mira, a mí hasta su familia me agradeció el trato diferente que yo le daba, su mamá, sus hermanos, todos, su marido, Ella lo pasó muy mal. —Cuando se está en situaciones tan extremas es importante que haya también un apoyo humano. —Por supuesto; nosotros éramos un equipo, nos veíamos todos los días, todas las mañanas, los fines de semana, viajes a regiones, a inaugurar cosas o a entregar material, era un convivir eter= si te Mevas mal, se hace invivible. Enrique Paris se detiene, guarda silencio y luego sigue. El trabajo, las largas jornadas, todo, fue tremendo. Para los que tenían familia con hijos chicos fue muy duro.
La Paula tiene una hija adolescente o un poco más que adolescente, y era difícil para ellos, igual que para los jefes de ga= binete, que todos tenían niños pequeños, o los periodistas que trabajaban con nosotros; bueno, eso influyó en los matrimonios, muchos se separaron, hay alguna autocrítica del trabajo realizado en el ministerio con la pandemia?—En el manejo dela pandemia es fundamental el testeo, la trazabilidad y el aislamiento.
Yo creo que deberíamos haber sido más estrictos en testeo y tra= zabilidad; después, obviamente, la Pau= la desarrolló todo un sistema magnífico y nos recuperamo: —AI principio fue solo con voluntarios y no funcionaba bien. Al principio era todo voluntario, era porque no había dinero? —No, ahí hubo diferencias de opinión entre el ministro Mañalich y la subse= cretaria.
La información que yo recibí, cuando asumí como ministro, era que había diferentes estrategias dentro del Ministerio de Salud para la implemen= tación del programa de testeo, trazabilidad y aislamiento, finalmente se profesionalizó. —También estuvo el arriendo de Espacio Riesco a un precio muy alto y finalmente se ocupó muy poco. —Es que, paralelamente, entregamos siete hospitales nuevos, entonces mien= tras no se tenía la seguridad de que íba= mos a tener esas camas, se habilitaron más camas ahí. Y sobre el sobreprecio, todo se aclaró: la Contraloría encontró que había que pagar menos y se pagó menos. Ahora, yo no creo que haya sido un error, porque en ese momento no se sabía cuál iba a ser el impacto, era mejor tener camas aseguradas que no tener dónde poner a los pacientes.
Hace unas semanas, Chile obtuvo el Franz Edelman Award 2022, que premia logros en análisis avanzado, tigación de operaciones y gestión de ciencias, Lo recibió por su desempeño en el manejo de la pandemia del covid-19 respecto al mundo, especificamente por un sistema integrado, desarrollado durante el gobierno anterior, para impulsar la búsqueda activa de easos del virus —El premio es un tapabocas bastante importante para todos los que dijeron que no estábamos haciendo las cosas bien. —¿ Sintió que finalmente se había hecho justic creo que faltan muchas cosas más que hay que ir relevando poco a poco, porque nosotros nos sacamos la mugre trabajando y que nos hubiesen dicho en algún momento infelices, criminales, fue injusto.
Una de las más críticas a lo que el gobierno estaba haciendo con la pandemia fue la hoy ministra del Interior, Enrique Paris ya había tenido algunos problemas con ella desde 1vesantes de jurar como ministro de Salud. —Fue cuando estuvimos en la Mesa so pusimos a discutir algo y entonces me dijo “por qué está a no debería estar acá, a quién representa” y yo quedé plop. Nunca entendí esa agresión, sobre todo porque fue debido a que yo le estaba discutiendo.
Yo estaba ahí porque el gobierno me había pedido que estuviera ahí como expresidente del Colegio Médico, así como había una exministra de Salud, como estaban los rectores de las universidades, como estaba la presidenta actual, como estaba la OPS. —Usted pensó, con la personalidad de Izkia, que es impetuosa y que usted la conoció de cerca, que ella iba a terminar como terminó, ahora, hoy.
Pienso que es una persona a la que le falta preparación, pero no una preparación solo política, yo creo que le falta un poco más de cultura, de pensar las cosas con más tranquilidad, porque esas cosas como las que le conté son solo un exabrupto.
Y no, no pensé que fuese a llegar a este punto que, imagino, ha sido bastante doloroso para ella porque creí que había aprendido, que iba a ser más prudente, que iba a pensar mejor las cosas, pero aparentemente no ha cambiado. —¿ Cree usted que debería renunciar? —No, yo creo que la renuncia tiene que pedírsela el Pre: dente, o ella misma renunciar si considera que está haciendo las cosas mal o dañando a su Presidente, pero yo no me 'meto en eso. Lo aprendí siendo ministro: pedir renuncias no conduce a nada.
“Una de las cosas que aprendí en estos dos años es a eriticar con evidencia, y jamás con frases soeces o con palabras inadecuadas o pidiendo la renuncia al voleo, si estos no son cargos de elección popular”. —Usted dijo hace unos meses que la ministra se llevó al gobierno a toda la gente del Colegio Médico.
Y hoy la gran crítica que se le está haciendo es a su poca profesionalización; incluso la vocera, Camila Vallejo, salió a decir que losiban a intervenir. —Eso fue terrible, porque que salga otro ministro del gabinete a decir que la van a intervenir es como insólito, es como si en la época mía, cuando todos me criticaban, el ministro del Interior hu= biese salido a decir “la solución está en que vamos a intervenir Salud”. Obv mente, que en ese caso yo habría presentado mi renuncia de inmediato, porque eso tendría que decírmelo el presidente y en privado, nunca un ministro, Eso debe haber sido muy doloroso para ella. —Es un poco humillante... —Depende de la relación que tienen entre ellas, quizás tienen tanta confian= za que se pueden decir esas cosas; yo creo que no existe esa relación entre ellas —Si tuviera que darle un consejo a Iz Kia Siches, ¿cuál sería? —Actúa con prontitud, pero piensa lentamente, Enrique Paris hoy trabaja como decano de la Facultad de Ciencias en la Uni versidad Mayor y evalúa unirse a Horizontal, el think tank que dirige Ignacio Briones. Además, está viendo si tener o no un futuro en la política. “He tenido ofertas, pero aún no lo decido”, dice y reconoce que hoy su cercanía es con Evópoli. En las paredes de su departamento cuelga su colección de arte que incluye a Mario Toral, Guayasamín y otros. Encima de la mesa del comedor está el libro “Poeta chileno”, de Alejandro Zambra, también “Bajo el manto de Urania”, de José Maza, ambos ya leídos. Dice que en este mes se ha dedicado a leer harto, aunque durante su tiempo en el gobierno... —Me leí toda la biografía de Balmaceda. Por qué le interesa tanto Balmaceda? —Porque es muy interesante la forma en cómo solucionaron ellos los conflictos. Dos o tres períodos después de que Balmaceda se suicidó, ya un ministro de Balmaceda fue Pre= sidente de Chile, porque se lograron reconciliar. Con cuatro o cinco leyes de amnistía, ellos lograron perdonarse entre los que habían ganado y los que habían perdido. Se habían dicho de todo por la prensa, había habido una guerra civil, pero lo lograron solucionar. Cuando veía los ataques que recibía el gobierno, y especialmente el presidente, pensaba 'mucho en eso que sucedió con Balmaceda.
“Yo le decía al presidente '¿ por qué no podemos hacer lo mismo en Chile?. A lo mejor el mismo tema de los mapu= ches requiere una amnistía, un perdonazo para ambas partes, así al menos se solucionó el año 9”, —La derecha no estaría muy de acuerdo con lo del perdonazo en La Araucanía. —Bueno, yo no soy tan de derecha y creo que eso es mejor a cómo estamos hoy. A pesar de que Izkia Siches se equivocó rotundamente al ira meterse allá, yo estoy de acuerdo con el diálogo. Creo que ese es el camino. S 'al Covid-19, Nos