Gabriela Mistral y el Nobel: himno a la poesía universal
Gabriela Mistral y el Nobel: himno a la poesía universal Comentario de Literaturaraíz del Nobel, la agrupación de obreras de Suecia la 'proclamó "Reina de la poesía”. calma, pidió unonegro, deterciolargas y quero. con mangas pelo, zarasus pies. Encontrar una pren da tan específica en una ciudad aún marcada porlos vestigios de la guerra parecía un desafío insu perable.
Una pequeña boutique ofrecía cinco opciones que la después plíansus deseos Días mismatiendaexhibiría unTecor tedeperiódicocon Gabriela reci biendoel galardón, acompañada por una nota orguilosa: “Aquí se vendióel vestidodelaPremio Nobel de Literatura”. Ese vestido se: ría también el que la acompaña ría ensu despedida de este plano 12 años después en Nueva York. Sucandidaturase habíainicia doen 1939, en medio de los pri merosecosdela Segunda Guerra Mundial.
Desde Ecuador, un mo. vimiento intelectual comenzó a desplegarse por América Latina, elevando su nombre como un clamor continental por justicia poética. de 1945, nelmajestuoso Palacio deConciertosde Estocolmo, reci bióel galardón de manos del Rey Gustavo V de Suecia. Su discurso, marcado por la emoción y autenticidad, resonó en lo profundo de los presentes. Entrelos premiados de lajomada se encontraba sir Alexander Fl ming, el descubridorde la penici lina, pero fue Gabrielaquiencon quistó apasiolas ovaciones más nadas, consolidándose como la voz del continente americano.
Finalmente, el 1o de diciembreSu poesía resonó en un mundo ávido de belleza y verdad, en el fin de la Segunda Guerra Mundial, y con un gran impacto. de Estocolmo como su re temporal, Mistral permaneciócerca de un mes en Suecia.
Durante suestada, las universidades la bus caban con ansias paraescucharsu palabra sabia, embajadores anhe Laban estrechar la mano dela pri mera latinoamericana en con: quistarel galardón, y la prensa, fascinada, multiplicabasucara enlas portadas, elevándolaal estatus de ícono, literario y cultural. TODO UN VESTIDO La mañana de la premiación trajo un contratiempo inesperado que Beritta debió resolver rápido. Gabriela, sin previsión para la magnitud de la ocasión, no tenía un vestido para laceremonia.
ConMientras el aroma de mermeladadearándanos y café filtrado re gresaba a los hogares, y las cenas con albóndigas reconstruían las rutinas perdidas, la entrega del premio se convertía en una ven: tana abierta al aire fresco. Pero para la poeta, aquella no che tenía un sabor agridulce: ape nas dos años antes, había perdido asusobrino-hijo, Yin Yin, quiense quitólavidaenBrasilalos 17 años. La gloriadelNobelllegabaenvuel ta en un duelo que nunca la dejó de acompañar. Era la noche del domingo 9 de diciembre de 1945, bajo unamez cla de lluvia y nieve que acaricia bacon melancolíael puertosueco de Gotemburg. Gabriela, con su presenciaimponente, llegó a bor do de la motonave Ecuador. Allílaesperaba BerittaSjórberg, una joven sueca que, como secre taria de la Embajada de Chile, se convertiría en su guía, traductora ycómpliceen todasu estada. Lue go de esta misión la joven se casa ría con un chileno y viviría toda su vida en nuestro país. Con el imponente Gran HotelPor Nidia Smith Oñate. Historiadora y Académica UCSC. Estocolmo, diciembrede1945. Era uninvierno particularmente hostil, como si el frío llevara en sualiento las heridas abiertas de una Europa que apenas comenzaba a despertar de la pesadilla dela Segunda Guerra Mundial.
Lascalles grisesy apagadas, re sonaban con eleco del conflicto que había dejado a Suecia al bor de delabancarvota Sinembargo, la llegada de Gabriela Mistral al paíssignificó algo más queelre greso de la afamada ceremonia del Nobel: era un símbolo de esperanza, recordatorio de que, in cluso después del horror, la hu manidad podía volvera celebrar la vida, el arteSu obra provocó tal atracción que las gramáticas y diccionarios de español se agotaron rápidamente en Suecia.. A