“La fe puede devolver la dignidad a quienes han perdido toda esperanza
“La fe puede devolver la dignidad a quienes han perdido toda esperanza Edición del 3 de agosto de 2025 Año 117N6.510 Representante Legal y Director: Obispo Óscar Blanco Martínez OMD Editor: Pbro. Fredy Subiabre Matiacha fredysubiabre@gmail.com Impresión: Patagónica Publicaciones S.A.
Diseño Editorial: Jacqueline D. www.iglesiademagallanes.cl “La fe puede devolver la dignidad a quienes han perdido toda esperanza HERMANA NELLY DE VISITA EN PTA ARENAS La La hermana Nelly León Correa, religiosa chilena de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, ha dedicado más de 20 años a acompañar a mujeres privadas de libertad, entregándoles un mensaje mensaje de esperanza y dignidad. Fundadora de la “Fundación “Fundación Mujer Levántate”, ha impulsado caminos de reinserción social y espiritual para aquellas que han sufrido exclusión y violencia. Durante su visita a Punta Arenas, compartió su testimonio y su convicción convicción de que la fe, la misericordia y la solidaridad pueden transformar vidas y construir una sociedad más fraterna y justa.
En esta entrevista con “El Amigo Amigo de la Familia”, nos cuenta cómo nació su vocación vocación y el desafio de llevar esperanza a las mujeres privadas de libertad (Fotografia Rodrigo Maturana López! LPA). -Hermana Nelly, usted ha dedicado su vida a trabajar trabajar con mujeres privadas de libertad. ¿Qué fue lo que tocó su corazón para iniciar este camino de servicio? “Fue la cárcel de Santa Cruz la queme impactó. Tenía 16 o 17 años y recuerdo ver los barrotes, los fierros, la gente que no podía salir. En ese momento pensé: Ah, yo voy a ser gendarme para trabajar con los presos. presos. Soy del campo de Colchagua, de una familia de mucho esfuerzo, campesinos. Me vine a Santiago para estudiar pedagogía en religión. Eran los años 80, la dictadura militar, y durante mi práctica en un colegio de Pudahuel presencié el abuso a una niña de cuarto básico. Eso me marcó profundamente. Fui a contárselo a un sacerdote y él me dijo que quizás Dios me estaba llamando a la vida consagrada. Yo le respondí que jamás había pensado en ser monja, que quería casarme y tener una familia. Pero poco a poco, a través de ese sacerdote, fui conociendo la vida religiosa. Un día conocí a unas novicias del Buen Pastor que me invitaron a su noviciado. Allí me regalaron un librito sobre la vida de Santa María Eufrasia, la fundadora. fundadora. Su historía me impactó, su fuerza interior, su valentía, y sentí: Yo quiero ser como ella. Participé en jornadas vocacionales y, aunque llevaba a mis alumnas, la única que tomó la decisión de entrar a la congregación liii yo. Mi papá no quería, pero igual ingresé a los 22 años. Con el tiempo, Dios fue allanando allanando el camino. Desde el inicio me atrajo trabajar con mujeres privadas privadas de libertad, porque la congregación del Buen Pastor administraba cárceles en Concepción, Santiago Santiago y Valparaíso. Empecé yendo los sábados a conversar conversar con las internas, cuando todavía había mucho analfabetismo. Escribía cartas para ellas y leía las respuestas de sus familias. Así nació un vínculo que me conmovió profundamente. Después de mis votos, pasé por varias comunidades, trabajando con niñas en hogares, pero siempre con el deseo de volver a la cárcel. En 1999 me enviaron a Valparaíso justo cuando las mujeres eran trasladadas a un penal diseñado para hombres, sin ninguna perspectiva perspectiva de género. Acompañé seis años ese proceso y fue ahí donde terminé de reafirmar mi vocación: las mujeres privadas de libertad son las más vulneradas y heridas. Luego llegué a la cárcel de Santiago, donde donde llevo ya 20 años de servicio. ” -En su experiencia, ¿cuáles son las principales heridas heridas o dolores que llevan a una mujer a estar en la cárcel? “Las principales heridas de estas mujeres vienen desde la infancia. Muchas han vivido situaciones de abandono, no crecieron con sus padres, fueron criadas por abuelas o pasaron por redes de menores. Entre el 43 y 47% de los privados de libertad han estado internados en el Sename. Además, la mayoría ha sufrido maltratos, abusos o violaciones, y han normalizado normalizado esa violencia. Muchas roban o microtrafican para sobrevivir, pero en el fondo llevan un resentimiento muy profundo, porque desde pequeñas fueron golpeadas, abusadas, incluso por sus propios padres, abuelos o hermanos. Recuerdo una chica que me dijo: Yo fui pareja de mi hermano como cuatro años, porque vivíamos en una pieza y vejamos lo que hacía mi padrastro con mi mamá, entonces repetíamos la conducta. Esto es muy precario en lo valórico y muchas no son conscientes conscientes del daño que eso les causa. Cuando son adultas, todos esos resentimientos florecen florecen y se rebelan contra el mundo y contra una sociedad sociedad y un Estado que tampoco las protegió cuando eran niñas. El 83% de las mujeres en la cárcel han sido maltratadas, abusadas o violadas, ya sea fisica o psicológicamente. Y la gran mayoría viene del quintil quintil más pobre de nuestro país.
” -, Qué papel juega la fe y el acompañamiento espiritual espiritual en los procesos de reinserción y sanación de estas mujeres? “Cuando una mujer cae en la cárcel, el mundo se le viene encima y se aferra a Dios, sea de la religión que sea, porque siente que solo Dios la puede salvar. salvar. He visto cómo, mientras están imputadas, tienen esperanza de recibir una condena en libertad. Pero cuando el tribunal las condena, caen en la oscuridad y pierden toda esperanza. Muchas entran en depresión depresión y recurren a la droga para evadirse, porque no ven ninguna luz, sabiendo que deben cumplir 10 o 15 años de condena. Ahí es donde debemos estar muy atentos quienes trabajamos trabajamos en las cárceles, para acompañar a esa mujer que no quiere levantarse. No es fácil, porque algunas ven a un Dios castigador, pero tratamos de mostrarles mostrarles el Dios de amor, que las perdona y las levanta. Somos clave los intermediarios: agentes pastorales, sacerdotes y religiosas que abrazamos con temura y damos esperanza. En la pastoral celebramos los tiempos litúrgicos, como el Adviento, e invitamos a misa los domingos. Muchas me dicen: Sino hubiese estado presa, nunca habría hecho mi primera comunión o mi conlimiación. conlimiación. A veces ni siquiera saben si están bautizadas y lo investigamos. La Fundación Mujer Levántate también las acompaña con terapeutas, psicólogas y apoyo espiritual, siempre buscando que no pierdan el contacto con sus hijos. Eso es fundamental.
” -La “Fundación Mujer Levántate” ha sido una luz para muchas internas. ¿Podría contarnos alguna alguna historia que le haya marcado y que muestre la fuerza de la dignidad humana? “Nuestra Fundación Mujer Levántate ya tiene 16 años, inspirada en el texto bíblico Talita cum, niña a ti te lo digo, levántate. Una historia queme ha marcado marcado es la de Paola, una mujer que fue proxeneta y tenía prostíbulos en Santiago. Vivió con lujos y crió a sus cuatro hijas, pero tras una pelea con otro regente terminó involucrada en un homicidio y recibió una condena de seis años. Paola llegó a pedir ayuda a la capilla y comenzó su proceso con la Fundación. Recuerdo que en su primera primera salida domimcal fue a ver a sus hijas, pero su madre no le permitió entrar por vergüenza. Paola se quedó en un paradero sin saber qué hacer. Llamó a su terapeuta y regresó a nuestra residencia. Desde allí, poco a poco, recuperó el vínculo con sus hijas, encontrándose en plazas para poder verlas. Luego conseguimos trabajo para ella, primero con las hermanas del Buen Pastor y después en Sodimac, donde estuvo seis años.
Más tarde estudió técnico en rehabilitación de drogas y hoy es directora de un centro de rehabilitación, Reconstruyó su vida y su relación con sus hijas, y ahora también cuida de su madre, que fue muy dura con ella. Su historia es un ejemplo de resiliencia y de cómo es posible levantarse. ” levantarse. ” -A menudo como sociedad juzgamos y excluimos.
Desde el Evangelio, ¿cómo cree usted que deberiamos mirar a las personas privadas de libertad? libertad? “El Evangelio nos muestra que Jesús tuvo una opción opción preferencial por los pobres y excluidos, especialmente especialmente por las mujeres. Ahí están la samaritana, la mujer adúltera, María Magdalena o las hermanas Marta y María, ejemplos de cómo Él no juzgaba, sino que acogía y dignificaba. El que esté sin pecado que lance la primera piedra, nos dice Jesús. Las parábolas de la misericordia, especialmente en el Evangelio de Lucas, nos dan una carta de navegación: navegación: acoger, incluir y no condenar. Sin embargo, muchas veces los cristianos entendemos el Evangelio Evangelio al revés y tenninamos excluyendo a quienes más necesitan ser levantados. Las personas privadas de libertad son hijas de Dios, y mirarlas con compasión es vivir el Evangelio auténtico. ” -La Iglesia siempre habla de misericordia. ¿Qué significa para usted llevar la misericordia de Cristo a una cárcel? “Misericordia es redimir la miseria del corazón. En la cárcel, eso significa acoger a las mujeres sin juzgarlas, juzgarlas, porque ya están suficientemente condenadas por la justicia, la sociedad e incluso por ellas mismas. Yo siempre pienso que, si mis pecados fueran públicos, públicos, quizás estaría más condenada que ellas. La misericordia nos llama a ponernos frente al otro con humildad, no desde el poder ni el sentirnos superiores, superiores, sino desde la gratitud por lo que hemos recibido recibido y la disposición a ayudar. La Iglesia debe mirar la justicia no solo de forma punitiva, sino también restaurativa: una justicia que sane y reconstruya el corazón humano.
” -Qué cree que cada cristiano, desde su vida cotidiana, cotidiana, puede hacer para ayudar a la reinserción y dignificación de quienes han estado en prisión? “No todos están llamados a ir a la cárcel, pero todos podemos colaborar. Por ejemplo, cuando vamos al supermercado, supermercado, podemos comprar dos pastas de dientes y donar una, o hacer lo mismo con un champú para una mujer privada de libertad. Son gestos sencillos pero importantes. También podemos orar por ellas y por sus familias, especialmente por sus hijos, para que se sientan acompañadas acompañadas cii los momentos de oscuridad. Como sociedad sociedad civil, debemos generar redes con empresarios para darles oportunidades laborales al salir. Y, si eso no es posible, al menos ayudarlas a prepararse para trabajar de forma independiente y sentir que no están solas. ” -Qué sueña usted para el futuro de las mujeres que hoy están privadas de libertad y para nuestro país en términos de justicia y fraternidad? “Sueño con un país libre y sin cárceles. Creo que es posible si trabajamos en prevención y nos hacemos responsables de la vida de estas mujeres. En Chile hay solo 4.900 mujeres privadas de libertad frente a 63.000 hombres, por lo que podríamos enfocamos en evitar que más mujeres lleguen a prisión. Es clave acompañar a niños y jóvenes de familias vulnerables para que no caigan en la delincuencia. También sueño con que no haya mujeres embarazadas ni con hijos menores de dos años en la cárcel; esos niños no han cometido ningún delito y merecen otra realidad. Mi eslogan sería: Un país justo, mujeres libres. ” Entrevista de la periodista Susy Jacob i.