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El día de furia de Antonio Solís Marco AFP contra su
El día de furia de Antonio Solís Marco AFP contra su Automedicado La defensa de Marco Antonio Solís dice que, para entender lo que pasó en Las Condes, hay que entender la historia de ese hombre. Sobre todo su relación con su esposa. Marco Antonio Solís y Paulina González se casaron el mediodía del 22 de mayo de 1990 en el Registro Civil de Conchalí. Curiosamente, habían nacido con sólo cinco días día 11 de noviembre, a las 12.20, Marco Antonio Solís Castro (55) llegó a la sucursal de ProVida, en Av. Apoquindo, dentro de la comuna de Las Condes. Sacó un número de atención y esperó. Le tocó el módulo ocho, con la ejecutiva D.R.D., una mujer de 33 años. Luego de entrar al módulo de atención, Solís solicitó algo que venía pidiendo hace tiempo: retirar una pensión de sobrevivencia que estaba a su nombre. Se la dejó su esposa, fallecida en 2019, con quien estuvo casado desde 1990. La ejecutiva, nuevamente, le indicóqueno se podía. Quelo que pedía noestaba en la ley. En eso, Solís se ofuscó -según declaró una trabajadora de la AFP-, agarró a D.R.D. del pelo y sacó un cuchillo de una bolsa de nailon. Lo presionó contra el cuello de la ejecutiva y, luego, sacó otro. Ese lo apuntó contra su espalda. Los demás compañeros de la sucursal se dieron cuenta dela situación y llamaron a Seguridad Ciudadana. Quien también llegó al interior de la sucursal de Apoquindo fue el suboficial John Neira (49), uno de los carabineros que acudieron al llamado. Neira le pidió a todo el mundo en la sucursal que los dejaran solos con Solís y la ejecutiva. Todo esto, mientras un francotirador se apostaba en un edificio cercano, con Solís en la mira. Con el correr de las horas, Solís fue empatizando con Neira, y viceversa. Según fuentes policiales, el suboficial era el único en la sucursal a quien Solís se refería por su nombre. Neira le preguntó al enfurecido hombre qué es lo que quería. Según indicó en la audiencia el fiscal de la Fiscalía Metropolitana Oriente, Luis Jaramillo, Solís le dijo a Neira que quería el millón de pesos de su esposa que estaba fallecida. Neira fue el enlace con los negociadores de Carabineros. Lograron conseguir un millón de pesos en efectivo. Neira contó el dinero al frente de él. Pero Solís cambió de opinión. Ahora quería todo el dinero de sus ahorros previsionales: $ 12 millones de pesos. Lo que sorprendió a todos fue la decisión con la que Solís estaba haciendo este acto. Desde ese punto en adelante, según expuso el fiscal de la causa, Solís no mostró colaboración con la negociación. Orinaba en el la ejemismo lugar donde tenía de rehén a cutiva. Solo soltaba uno de los cuchillos para fumar o tomar agua. Mientras esto pasaba, sus hijos en su casa encontraron algo: un montón de post its con mensajes escritos por Solís antes de salir. Uno decía: “Perdón por todo”. Pero el otro era más revelador. Decía: “Háganla corta con el entierro”. Por Gianluca Parrini y Vicente Floresde diferencia: Solís el 13 de enero de 1969. Ella, el 8. De su unión nacieron cuatro hijos: Felipe (34), Sebastián (32) y Ninoska (30) y una cuarta hija. La defensora penal pública de la Defensoría Metropolitana Centro Norte, Martina Leiva, quedó a cargo de representar a Solís. Dice que su representado trabajó al menos durante 14 años como guardia deseguridad. Esto se condice con los documentos que se pueden encontrar sobre él en el archivo del Poder Judicial: fue testigo en varias causas como guardia contra mecheros. Uno de sus trabajos fue en un supermercado Lider en Recoleta. Solís no tiene antecedentes delictuales. El guardia vivía con su hija en la casa que le llegó de herencia cuando falleció una tía, ubicada en la comuna de Conchalí. Su hija levantó una mediagua en el patio trasero. Residía ahí con sus dos hijos, nietos de Solís. Las rutinas que la familia estableció se rompieron un día de golpe. Según quienes han conocido la historia de Solís, su esposa se quitó la vida tomando medicamentos. Su certificado de defunción indica que falleció el 16 de febrero de 2019 en Independencia. Un mes antes había celebrado su cumpleaños número 50. González era la gran compañera de vida de Solís, con quien había compartido más de 20 años. Perderla para él fue duro. Poco a poco, sus cercanos vieron cómo el estado de ánimo de Solís se iba apagando. Su hija relató que veía que él no se levantaba de la cama en todo el día. O que no salía de su casa para nada. Eso sesumó con otra cosa. El año 2022, relató Solís a su defensora, quedó cesante. Su situación económica se deterioró. No encontró trabajo como guardia y le costaba conseguir oportunidades laborales, ya que superaba los 50 años de edad. No sólo era el único oficio que conocía, sino que tampoco tenía estudios superiores que le permitieran buscar algo en otro rubro. La madre de Solís era quien le entregaba contención emocional. Su hermana, también, le llevaba alimentos no perecibles y útiles de aseo dos veces al mes. Su situación siguió empeorando. Dado que notenía dinero, evitó ira consultas psiquiátricas y psicológicas. Se automedicaba con remedios para la depresión que compraba en la feria. Su defensa sostiene que esta esuna de las razones por las que les complicaprobar una afección de salud mental: Solís nunca asistió a un médico tratante de ese tipo. Para salir de la crisiseconómica por la que estaba pasando trató de echar mano a la pensión de supervivencia que le dejó suesposa. Esto, explica su defensora, es una pensión de un millón de pesos que quedó en la AFP ProVida cuando su esposa falleció. Pero la respuesta desde la AFP era otra. Esa pensión se laiban a entregar en cuotas mensuales de $ 5.905. Solís intentó retirar ese monto presencialmente al menos en otra ocasión.
Desde la AFP ProVida señalan que, además, en las sucursales no manejan dinero ene AÑhad de ASIGUE EN PÁGINA 28 b-». Un guardia de seguridad se parapetó durante siete horas en una sucursal de una AFP en Las Condes y secuestró a la ejecutiva que lo atendía para cobrar una pensión. La Fiscalía quiere encarcelarlo, pero su defensa tiene otra tesis: detrás de este acto existe una historia de miseria y de mala salud mental. La esposa de Marco Antonio Solís falleció en 2019. Eso lo sumió en una depresión.