Dolor y violencia
Dolor y violencia El asesinato de un niño de 1 años en Los Ángeles es un recordatorio brutal de la espiral de violencia que ha tomado control de amplios sectores de nuestra sociedad. sociedad.
No se trata solo de una cifra más en la estadística criminal; es la vida truncada de un adolescente, el duelo de una familia y el reflejo de un problema que se agrava con el paso del tiempo. La inseguridad y el uso de armas de fuego no son fenómenos aislados, sino que son una amenaza permanente en barrios donde niños y adolescentes deberían poder caminar sin temor.
En datos de 2021, solo en la Región Metropolitana se contaron 17 zonas catalogadas como de “alto riesgo” por prestadores de servicios esenciales (agua. luz. correos, ambulancias y delivery). muchas de las cuales estaban lejos de farmacias, consultorios, comisarías y supermercados. Más de un millón de personas solo en la capital. El informe de la Fiscalía Nacional revela datos estremecedores: 66 menores de edad fueron asesinados asesinados en 2023, un aumento del. 6,6% en solo siete años. Las cifras hablan por sí solas, pero la realidad es aún más dura.
Un 79% de las víctimas eran varones y el (;8% tenía entre lly 17 años, la misma edad del joven asesinado en Los Angeles. ¿Cuántos nombres más se sumarán a esta lista antes de que la sociedad reaccione con la urgencia que esto merece? Los homicidios de menores ya no son incidentes aislados. La violencia armada está cada vez más presente presente en entornos urbanos y en comunidades donde el crimen organizado ha infiltrado la cotidianidad. Es alarmante que un niño de 1. años reciba un disparo en plena vía pública y que su propia madre, en un gesto que resulta desconcertante, no quiera presentar presentar denuncia. Este acto de silencio puede explicarse desde el miedo o la resignación. pero jamás puede ser normalizado. Las autoridades han condenado el hecho y han prometido prometido encontrar a los responsables. Sin embargo, la justicia penal solo es una parte de la solución. Se requiere un enfoque integral que incluya medidas preventivas, control del tráfico de armas y programas programas sociales que alejen a los niños y adolescentes de entornos violentos. El acceso a armas de fuego, cada vez más fácil y generalizado, está cobrando vidas de manera indiscriminada y sin distinción de edad. El dato de que el 38,5% de los homicidios de niños ocurra en contextos delictivos no es menor. Habla de un problema estructural, de menores creciendo en ambientes hostiles donde la violencia se convierte en una posibilidad cotidiana. Si la cifra de homicidios en Chile ha disminuido un 6% en los últimos años, pero la de niños asesinados ha crecido, estamos frente a una tragedia que no puede seguir siendo invisibilizada. Este crimen es tambien un llamado de atención sobre la falta de protección hacia los menores. Se requiere con urgencia políticas públicas eficaces, con prevención del delito desde la primera infancia y un control más estricto sobre las armas de fuego. La subsecretaria de la Niñez ha advertido que casi el 0% de los homicidios de menores son cometidos por personas conocidas. Esto significa que el ligro no solo está en la calle, sino también en los circulos cercanos de los njños y adolescentes. El caso de I. os Angeles debe serun punto de inflexión en la discusión sobre el uso de armas de fuego y la violencia que afecta a la infancia. La indignación no basta si no va acompañada de acciones concretas. No podemos permitir que los niños sigan pagando con su vida las falencias de un sistema que. hasta ahora, no ha sabido protegerlos..