Autor: como el Marco Polo o el Doni-
Valparaíso siempre puerto (1)
Valparaíso siempre puerto (1) ARCHIVO EL MERCURIOcomienzos de 1957, A procedente de Lota, llegué a Viña del Mar con el objeto de estudiar Derecho en la Universidad Católica de Valparaíso.
No era mi primera experiencia en la Ciudad Jardín, pues parte de mi infancia la había vivido con mis abuelos en una preciosa casa de Uno Poniente, entre Siete y Ocho Norte, lugar donde hoy se levanta una gran construcción. Erael Viña dedos pisos, sin edificios, con una calle Valparaíso que era un placer transitar y donde se distinguía la elegancia delas viñamarinas y un comercio moderno, pero tranquilo.
Era la época en que los que vivíamos cerca dela avenida Libertad nos movilizábamos diariamente al puerto en la micro N? 1 de la Empresa Central Busy los que habitaban en Miraflores y Chorrilloslohacíanen unas azules que se diferenciaban por un número ubicado al frente del vehículo. Alrededor de 1959 llegaron unos grandes, cómodos y modernos buses japoneses Mitsubishi, que nos hicieron olvidar las un tanto destartaladas miros mencionadas.
Dicho sea de paso, nos causaba admiración que un país que sólo hacía 14 años había sido totalmente destruido por la guerra y que había tenido el triste privilegio de ser único en la historia que habíarecibido dos bombas atómicas, fuera enese instante capaz de construir y exportar vehículos de ese tamaño y de esacalidad. Claro queenel “país del sol naciente” no existían jornadas detrabajo de 40 horas semanales, pero sí había una gran disciplina laboral, un tremendo respeto porlasociedad misma y los padres eran losverdaderosguías de sus hijos. Pero esa es harina de otro costal. Un pequeño número de alumnos de los ingresados haun cia lustro terminamos nuestra carrera en 1961.
Abandoné esas aulas con el título de egresado de Derecho después de haber tenido la experiencia maravillosa de haber sido formado por grandes maestros, quienes no sóloeran unos distinguidos abogados de la plaza, sino que, al mismotiempo, eran hombres debien quenos trataron deinculcar la decencia y el apegoa la justicia en el ejercicio de la profesión.
Al mismo tiempo, durante aquel lapso tuve el privilegio de cimentar unas lida amistad con distinguidos compañeros que luego dieron la profesión, entre brillo a ellos, Enrique Vicente Molina, quien por más de 40 años fue el abogado procurador fiscal de Valparaíso, siendo el único funcionario en la historia del Consejo de Defensa del Estado que ha ocupado ese alto cargo por tan larga data. En los años mencionados Valparaíso gozaba con el esplendor de ser sede de importantes empresas nacionales. Carozzi, Sudamericana de Va-pores, Hiicke, Compañía Na-viera Interoceánica, CementoMelón, Ambrosoli, Perlina, etc. Tenía su propia Bolsa de Comercio, que funcionaba absolutamente independiente dela de Santiago. Lógicamente, el puerto mismo era la base dela actividad de la zona y el que le otorgaba progreso y grandeza.
Era la época en queel activo movimiento marítimo era realizado especialmente por la Compañía Sudamericana de Vapores y la Naviera Interoceánica, por el lado chileno, y entre las empresas extranjeras destacaba Grace Line, lanorteamericana que hacía el tráfico a Estados Unidos con sus preciosos y modernos buques que llevaban el nombre de alguna Santa. Luego se levantó la nacional Martínez Pereira, que tambiénentró adar mayor movimiento al puerto.
Enesaépocano sólo se miraba a las exportaciones, sino que también había unintenso tráfico marítimo de cabotaje, el que era especialmenteservido porla Empresa Marítima del Estado, una especie de empresa estatal hecha al modelo de los Ferrocarriles del Estado. Llegaban al puerto, además, dos compañías extranjeras que ponían a disposición deloschilenos hermosos y cómodos buques deles, nose percatan de aquello. Existe una verdadera competencia entrelos intereses privados envueltos en proyectos específicos a construirse en la zona portuaria que impide levantar la cabeza para pensar en grande. Por otra parte, los organismos pertinentes del Estado no la zaga en se quedana esa desidia. Ningún puerto del mundose daría ellujo de tener botadas las hectáreas de la zona de Barón y no aprovecharlasenla ampliación y modernización de lazona portuaria. Basta vera Hong Kong, Singapur o Wellington para comprobar el pecado quese comete con ese pedazo de terreno queyaceinútil por años y años ametros del mar. Los privados interesados y el Estado buscan crear proyectos que aparecen como muy hermosos ante la opinión pública sin importarles la verdadera “farra” que conlleva olvidarse del puerto 'mismo.
La realidad quese vivirá cuando los grandes barcos portadores de contenedores tengan por su tamaño problemas enel Canal de Panamá, lo que significa que deberán hacer uso del Estrecho de Magallanes y, por ende, Valparaíso sea el primer puerto que tendránal frente tan pronto como entrenal Pacífico, por simisma debería llamarla atención.
Sia lo anterior agregamos que Perú, previendo lo que viene, ha construido un amplio y moder'nopuertoen Chancay, cercano al balneario de Ancón, a inaugurarse los próximos meses, y la urgencia de tener en mente quelaconstrucción del túnela nivel entre Chile y Argentina permitirá que toda la producción exportable del centro de ese país pueda salir al Asia por Valparaíso, son consideraciones quesepasan absolutamente poralto.
Mientras tanto, se siguen mostrando proyectos donde entodaesa área cercana al mar se construirían algunos edificios, restaurantes o paseos peatonales que significarían la nada misma pararealidad y parael futuro que vivela ciudad, (3 pero queson populares. pasajeros, que hacíaneltráfico entre Valparaíso y Europa, tocando los intermedios del Pacífico y de Centroamérica.
Una erala italiana, que con navescetti ofrecía una placentera navegación entre Valparaíso y Génova; y la otra una inglesa, la PSNC, que con sus dos barcos, el Reina del Pacífico y luego el Reina del Mar, daba la alternativa de viajar elegantemente entre Valparaíso y Liverpool. El puerto en sí funcionaba deuna maneraartesanal queen parte obedecía al desarrollo propio delaindustrianaviera de la época y en parte a intereses pero poderoso deun minúsculo grupo quecomo una verdadera maña poseía un poder inimaginablesobrelaactividad.
Conocí bienauno delos “capos” deesa especie de mafía cuando él se desempeñó como agregado laboral en la Embajada de Chile en Washington, Wenceslao Moreno (don Wenche), hombre grato en lo personal, pero inconmovible al momento de ejercer el poder del cualsesabía poseedor. A una sola orden suya se podían parar todos lospuertos en Chile y contaba con contactos enel extranjero para boicotear a las exportaciones nacionales.
Era una época en queno existían los contenedode cargay res y las operaciones descarga de las mercaderías se hacía por medio de grandes cajones queen el puerto eran movidos porañejasgrúas y cuya actividad dependía de las decisiones de esa maña, acuya direct va erantodos susmiembrosabsolutamente fieles. Eran los llamadosestibadores. Aquella otorgaba una especiede carneta sus socios y nadie que no fuera portador de aquel podía trabajar en el movimiento de carga o descarga delos buques. Los dueños de esos carnets, a su vez, podían arrendarlos y así permitir que otros trabajaran por ellos con el compromiso de pagarles una suma sustantiva por ese arriendo. Asínacieron los pollos y los medios pollos. Pero pesea esa realidad doméstica, el puerto era capaz de ser el motor principal de la vida dela zona, una prestancia que hoy no tiene.
Si hacemos una comparación con la realidad actual, esefectivo que los pollos y los medios pollos han desaparecido y quelasgrúassonlasmásmodernas del mundo, pero el resultadoparalazona de Valparaísono puedesermástriste y, porende, lo que fue y es la base de la región ha caído en una pendiente lamentable.
Porotraparte, Viña del Mar dejó de ser la ciudad tranquilay grata de vivirquefue antes y Valparaíso mismo, pese a que eshoy lasedeel Congresose encuentra enunes-Nacional, tado de deterioro que produceuna tristeza inmensa en todosaquellos que vivimosla otraépocay, loquees peor, ellosetraduceen una pobreza humana que aprieta el alma. De todo lo que hubo y que fue brevemente señalado precedentemente, lo único que queda como esperanzas de futuro sigue siendo el puerto, que por lo demás fue larazón dela creación de la ciudad. El puerto mismo es la salvación de toda la zona y el motor que podría llevarla de nuevo a un bienestar yaido. Pero la mayoría de los que viven aquí, especialmente los sesudos burócratas y las autoridades regiona-. POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO ARCHIVO EL MERCURIO