La paradoja de la malnutrición en Ñuble
La paradoja de la malnutrición en Ñuble Ñuble es una región fértil, generosa, capaz de producir alimentos de alta calidad que abastecen a todo el país. Sin embargo, es también uno de los territorios donde peor se alimentan sus niños y niñas. Esa contradicción se refleja con claridad en el último Mapa pudieron prevenirse. ¿Qué hacer? Lo primero es entender que este no es un problema individual, sino colectivo. No se trata de culpar a las familias por sus decisiones, sino de transformar los entornos. Ampliar, por ejemplo, los horarios de ferias libres, eliminar de raíz los kioscos escolares con comida chatarra, y fiscalizar con rigor la ley de etiquetado de alimentos. Cada colegio podría ser un espacio para el cambio, con huertos escolares, educación alimentaria desde la primera infancia y recreos activos.
Incluso, los municipios pueden impulsar ordenanzas para crear entornos saludables, como ya se hace en San Fabián, donde el 43,3% de los escolares presenta obesidad y por lo mismo, se prohibió la venta de comida chatarra cerca de los colegios. mos la vuelta a la manzana” y “Elige Vivir Sano”), pero los resultados muestran que no han sido suficientes. El problema persiste, y en algunos casos se agrava. El 20,7% de los preescolares en Ñuble ya presenta obesiNutricional de la Junaeb, cuyos resultados difundidos días atrás, deberían alarmar a autoridades, comunidades educativas y familias.
En la región, el 55,5% de los escolares presenta malnutrición por exceso, es decir, sobrepeso u obesidad, superando con creces el ya preocupante promedio nacional de 50,9%. Ñuble, además, lidera a nivel país en riesgo de desnutrición. Este fenómeno no se explica solo por decisiones individuales. Como bien advierten especialistas, los entornos determinan profundamente nuestras conductas alimentarias. Vivimos en territorios obesogénicos, donde abundan los alimentos ultraprocesados (baratos, accesibles y pobres en nutrientes) y escasean los espacios seguros para la actividad física. La transición nutricional que ha vivido el país en las últimas décadas ha sido vertiginosa. Pasamos de la desnutrición a la obesidad en una generación. Pero lo hicimos sin educación alimentaria adecuada, sin infraestructura para el bienestar físico, y sin una política dad severa. Ese dato, por sí solo, debiera bastar para cambiar las prioridades de las autoridades regionales de salud y educación.
La obesidad infantil es antesala de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 o la hipertensión, y genera un gasto millonario al sistema público de salud -cercano al 2,4% del PIBpor tratar dolencias que pública robusta y permanente ante ese cambio. Peor aún, se ha retrocedido. La decisión, en 2020, de eliminar la obligatoriedad de la Educación Física en tercero y cuarto medio contradice toda lógica.
Es cierto que hay esfuerzos (“Contrapeso” de Junaeb, “DeEn Ñuble, no podemos seguir alimentando la paradoja de producir alimentos de calidad para el país y el mundo, mientras nuestros hijos e hijas sufren malnutrición por una dieta pobre en nutrientes esenciales y exceso de calorías. EDITORIAL.
En la región, el 55,5% de los escolares presenta malnutrición por exceso, es decir, sobrepeso u obesidad, superando con creces el ya preocupante promedio nacional de 50,9%. Ñuble, además, lidera a nivel país en riesgo de desnutrición. Este fenómeno no se