Centro cultural o estación de paso
Centro cultural o estación de paso habían congregado para recibirlo. Otro tanto había ocurrido a inicios de 1935 con la visita de la "cancionista" argentina Libertad Lamarque, asediada principalmente por periodistas y fotógrafos. Mucho más discreta fue la llegada, en 1922, del dramaturgo español Jacinto Benavente, quien venía cruzando la cordillera cuando recibió el telegrama que le informaba la obtención del Premio Nobel de Literatura. Personajes famosos que a lo largo de los años se sumaron a miles de viajeros anónimos.
Dos años después de su cierre definitivo y con los arreglos urgentes para subsanar el abandono, en 1989 la estación acogió por primera vez la Feria del Libro, que en ocho versiones anteriores se había montado a pocas cuadras, en el Parque Forestal. Cundieron entonces las metáforas: el público ya no viajaba en trenes, sino a través de la lectura y los libros. El futuro traía nuevos aires y el sueño de la democracia se veía cada vez más cercano y nítido. Poco después, y con Patricio Aylwin en el gobierno, se gestó la idea de reconvertir definitivamente la Estación Mapocho en un centro cultural. Paralelamente, se creó una corporación sin fines de lucro para administrar este edificio público. El modelo de gestión, sin embargo, es privado y requiere de autofinanciamiento, lo que implica relajar a veces los límites de lo cultural.
Después de treinta y cinco años de esa primera Feria del Libro que cambió el destino de la Estación Mapocho, surgen algunas preguntas y desafíos. ¿Debe seguir siendo este un espacio en arriendo para las más diversas ferias y actividades?, ¿o podría optar por una Hoy es Art Week, una feria de venta de arte cuya séptima versión se está desarrollando desde ayer en esas instalaciones. Poco antes fue la Feria Internacional del Libro de Santiago, visitada por lectores a la caza de ofertas editoriales o interesados en alguna actividad del programa cultural.
Durante noviembre, por tomar solo un mes, la Estación Mapocho también albergó en una mañana el Encuentro por Chile, organizado por las universidades Católica y de Chile en búsqueda de un diálogo entre los diversos actores de la sociedad y de propuestas para construir en conjunto un país mejor y más unido. Acudieron más de mil personas.
Pero eso no fue todo: el domingo 24, la icónica obra de Emile Jecquier, inaugurada en 1912 en el contexto del Centenario de Chile, volvió a utilizarse como local de votación, esta vez para la segunda vuelta de la elección de gobernadores. Y además se inauguraron dos exposiciones fotográficas --"Fotoprensa 2024" y "Tonos y armonías de la música en Chile"-que podrán visitarse hasta enero de 2025. Un mes nutrido de actividades, sí, pero que al finalizar dejan nuevamente vacío y en silencio este imponente edificio de estilo neoclásico. Declarada Monumento Nacional en 1976, la Estación Mapocho operó como terminal ferroviario hasta 1987, después de siete décadas de actividad y de un sinfín de anécdotas.
Desde allí, había viajes directos a Valparaíso y también se podía ir y volver de Iquique haciendo conexión con el Longitudinal del Norte, o ir y volver de Mendoza y Buenos Aires, conectando en ese caso con el Ferrocarril Trasandino.
Así llegó a Santiago, en 1946, el actor y cantante mexicano Jorge Negrete, desatando una histeria colectiva entre las miles de personas, la mayoría mujeres, que se oferta cultural permanente; por ejemplo, con biblioteca, talleres, salas de exposición, de música, estudios de grabación, por mencionar algunas ideas? Los espacios que habitualmente no se utilizan son múltiples y esta segunda alternativa no sería incompatible con el arriendo del área central para actividades más numerosas, pero con una curatoría acorde a los lineamientos del centro cultural.
Aunque cuenta con financiamiento público y depende del Ministerio de Educación de su país, un buen ejemplo es la Casa de la Literatura Peruana, en Lima, ubicada a pocos metros del Palacio de Gobierno en lo que fue ¡ una estación de trenes, construida en 1912! Abierta en 2009 con "el propósito de difundir el conocimiento de la literatura del Perú, promover experiencias literarias diversas y fomentar la producción literaria nacional", destina todos sus espacios a estos fines, ofrece numerosas actividades e incluso otorga un premio anual a escritores e investigadores destacados.
Con dos premios Nobel y una rica tradición literaria, ¿no podría Chile aspirar a algo parecido? Respecto de la Filsa, que ya no es la Filsa que conocimos en tantas versiones pasadas, ¿no es hora de pensar en una verdadera Feria Internacional del Libro de Santiago en la que estén representadas nuevamente todas las editoriales que se escindieron de la Cámara Chilena del Libro? ¿ No es posible sumar y coordinar esfuerzos de todas las agrupaciones editoriales y libreras para organizar una gran muestra anual que ponga a Chile en el circuito internacional de las ferias de libros? Quizás es el momento de que la Filsa crezca y se despida de la Estación Mapocho, y que, a su vez, el edificio les dé un espacio permanente y vigoroso a la literatura, las artes y el encuentro. ¿Debe la Estación Mapocho seguir siendo solo un espacio en arriendo para las más diversas ferias y actividades?, ¿o podría aspirar a tener una oferta cultural permanente? la columna de María Teresa Cárdenas M. Es hora de pensar en una Feria Internacional del Libro de Santiago en la que estén representadas nuevamente todas las editoriales.. -