EL EVANGELIO HOY
EL EVANGELIO HOY E ste domingo la Iglesia celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad, uno de los misterios más profundos de la fe cristiana. Lejos de ser un concepto abstracto o inaccesible, la Trinidad nos revela algo esencial sobre Dios: que no es soledad, sino comunión; no es aislamiento, sino relación. Padre, Hijo y Espíritu Santo existen en una unidad de amor que se comunica y se entrega. Un Dios que es familia, comunidad, vínculo. Desde esa clave se nos invita también a mirar la realidad, el mundo que nos rodea.
Las lluvias de los últimos días han hecho caer agua sobre nuestros campos y ciudades, nieve en la cordillera. ¡Bendito sea Dios! Aunque también a veces empapan de dolor a muchas personas, sobre todo a quienes viven en precariedad habitacional, en campamentos o en situación de calle. ¿Qué tiene que ver el misterio de la Trinidad con esta consideración de la realidad social que nos rodea? Todo. Porque si Dios es relación, y nosotros hemos sido creados a su imagen, estamos llamados a vivir también en relación: no como individuos aislados, sino como comunidad. Y no cualquier comunidad, sino una que se define por el cuidado, la compasión y la justicia, y se da cuenta de quienes en ella sufren más. En la última cuenta del Presidente Gabriel Boric al Congreso pleno estuvieron ausentes quienes viven en campamentos --no se han mencionado en las últimas tres-y las personas en situación de calle. Solo una vez fue mencionada la palabra pobreza. Según el último catastro de TECHO hay en Chile 1.428 campamentos, donde viven 120.584 familias. Según los resultados del último censo, las Personas en Situación de Calle son 21.750. Desde el Hogar de Cristo y otras organizaciones de la sociedad civil, y al ver las calles en nuestras ciudades, consideramos que son muchas más. Cierto es el dicho "ojos que no ven, corazón que no siente". Abramos los ojos a la realidad que está más allá de lo que vemos cotidianamente. La Doctrina Social de la Iglesia nos ofrece dos principios fundamentales en esta mirada: el principio de solidaridad y el principio del bien común. El primero nos recuerda que somos responsables los unos de los otros, que nadie se realiza verdaderamente solo, que somos interdependientes. El segundo, que las condiciones sociales debieran permitir una vida digna para todos --personas, familias, asociaciones y cuerpos intermedios-y especialmente para los más vulnerables entre nosotros. Hoy, cuando tantos hermanos y hermanas sufren prácticamente a la intemperie, estos principios debieran movilizarnos. Es urgente que se traduzcan en políticas públicas eficaces, en solidaridad activa desde la sociedad civil y también en gestos personales concretos. No se trata solo de caridad momentánea, sino también de justicia estructural. En el Evangelio según san Juan que se proclama este domingo (Jn 16,12-15), Jesús promete que el Espíritu de la verdad nos guiará hasta la verdad plena. Y esa verdad no es una idea fría, sino una forma de vida en el amor, que exige mirar al otro como hermano, no como problema. La Santísima Trinidad nos revela que Dios mismo es vínculo y entrega. Y nos invita a vivir de esa manera: atentos al sufrimiento del otro, comprometidos con el bien común, capaces de conmovernos y actuar.
Ante la lluvia que ha caído sobre Chile y la que se espera que vendrá más adelante, la pregunta que queda es simple y profunda: ¿ refleja nuestra manera de vivir ese Dios que decimos creer? ¿ Nuestra fe se transforma en relación, en comunidad, en cuidado, especialmente por quienes más sufren? Ojalá esta fiesta de la Santísima Trinidad no sea solo un momento de celebración litúrgica, también necesario, sino además una invitación a una vida comprometida con la solidaridad para todos quienes profesamos la fe en ella. Llueve JOSÉ FRANCISCO YURASZECK KREBS, S.J.
Capellán General del Hogar de Cristo "Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo ". (Jn. 16,13-14). Según los resultados del último censo, las Personas en Situación de Calle son 21.750. Desde el Hogar de Cristo y otras organizaciones de la sociedad civil, y al ver las calles en nuestras ciudades, consideramos que son muchas más. Cierto es el dicho `ojos que no ven, corazón que no siente'. Abramos los ojos a la realidad que está más allá de lo que vemos cotidianamente". EL EVANGELIO HOY San Juan (14,23-29).