Cinco días de VOLCANES Y LAGOS
Cinco días de VOLCANES Y LAGOS ININNAVOIGANNIRETACDesde la ducha, el agua cae, se evapora y empaña una gran mampara de cristal que permite ver hacia fuera de la habitación. Al frente, una cumbre solitaria, redondeada y nevada, y en su base el sol que brilla sobre el agua del lago tan fuerte que parece encandilarnos a ambos, a mí yal volcán Osorno.
Unas horas antes había estado sentada en un kayak, justo en la desembocadura de un río, cuando, tras remar un tramo de esa agua dulce que empieza a mezclarse con el mar, apareció a lo lejos el volcán Yates, también con nieve en la cumbre pero con una silueta que se ensancha hasta confundirse con las montañas vecinas. Corto el agua de la ducha y sigo mirando el Osorno pero ahora pienso en el volcán Llaima.
Hace dos días lo vi parada sobre otro volcán, el Sierra Nevada, que se levanta bajo una inmensa concentración de araucarias esparcidas como mostacillas verdes que decoran un glaseado de la nieve más lisa y blanca que haya visto.
También pienso en la concentración de estas montañas de magma que vi ayer mientras caminaba con raquetas en los faldeos del volcán Mocho Choshuenco, mientras en el horizonte se distinguían volcanes como el Lanín y el Villarrica, ambos vivos y activos. Este no es un recuento de volcanes vistos en mi vida o tras meses de vacaciones. Fueron solo cinco intensos días, en los que me sentí una coleccionista de postales de conos nevados esparcidos a lo largo de la Ruta Escénica Lagos y Volcanes.
Con más de 2.000 kilómetros de carreteras entre Victoria, en la Región de La Araucanía, y Cochamó, en la de Los Lagos, esta ruta conecta parques nacionales, algunos destinos turísticos consolidados y pequeños pueblos que quieren hacerse un nombre en esta zona geográfica moldeada por la actividad volcánica. Puede que el nombre todavía no le resulte familiar a muchos, pero los destinos y los caminos que la conectan sí lo son. Hace más de 20 años que estos empezaron a desarrollarse bajo el nombre de Red Interlagos, y los letreros que señalan esos caminos están visibles por todas partes en esta zona. La Ruta Escénica Lagos y Volcanes es algo más reciente. Es una iniciativa públicoprivada que comenzó a diseñarse el 2014 y que nació en el seno de la Red Interlagos como parte del programa Transforma Turismo financiado por Corfo. Recorre parte del mismo territorio, repite algunos sectores y añade tramos nuevos. La diferencia es que se centra en potenciar solo aquellos de gran belleza escénica. Su objetivo es posicionar los paisajes y para ello traza seis circuitos diferentes que incluyen 17 volcanes activos, 26 ríos y 22 lagos.
La ruta cuenta con un consejo directivo y comités que coordinan y articulan a distintos agentes públicos y privados para empujar mejoras que permitan llegar por más y mejores carreteras no solo a contemplar los paisajes, sino también a conocer los emprendimientos turísticos que allí se ubican. En la práctica, se puede volar a Temuco, Osorno o Puerto Montt, y desde cada una de estas ciudades iniciar un circuito: Araucanía Andina, Araucanía Lacustre, Sietelagos, Lago Ranco, Norpatagonia o Lago Llanquihue. La ruta está pensada para ha-SENACLOV Y SOGALATURcerse en casa rodante, moto, bicicleta, auto propio o, más fácil, con un operador turístico local, como hicimos esta vez. Mawida Adventures, una agencia de turismo con base en Pucón, coordinó todo para aprovechar al máximo los días y ver la mayor cantidad de paisajes mientras nos movíamos en una van. Araucanía AndinaPartimos de norte a sur, luego de una de las mejores vistas que ofrece el primero de los circuitos, Araucanía Andina. La estrella aquí es el Llaima, en el Parque Nacional Conguillío. Para apreciarlo como se merece, es necesario ascender al volcán del frente, el Sierra Nevada. Después de tres horas de caminata y seis kilómetros de ascenso de baja dificultad, estamos en este macizo que alcanza los 3.125 metros sobre el nivel del mar. Aquí, en el último mirador del sendero Sierra Nevada, con nieve virgen hasta las rodillas, vemos una ladera con fuertes desniveles de nuestro lado del volcán. Allá abajo, en los barrancos, aparecen poco a poco unas araucarias solitarias que luego se multiplican por miles hasta llegar al lago Conguillío, que nos separa del Llaima. El sendero, ya pisado y fácil de recorrer, comienza en la sombra, con coihues que van desapareciendo a medida que la montaña se expone a los rayos del sol.
Más arriba, los cóndores sobrevuelan las cumbres vecinas mientras los pájaros carpinteros aprovechan de golpear las últimas ramitas antes de que las araucarias, que pueblan el lugar hace 180 millones de años, dominen el paisaje con su follaje punzante.
Para llegar aquí es recomendable partir desde Melipeuco, el pequeño pueblo ubicado a una hora y media del aeropuerto de Temuco hacia la cordillera, donde parece que todas las calles terminan en el volcán Llaima, tan cerca y tan encima que secues-tra la vista de cualquier otra cosa. Melipeuco está tratando de darse a conocer como capital del trekking y dos emprendimientos que trabajan para eso son Turismo Pewen Mapu, de Javier Urra Huilipán, y el Hostal Epumalen, de Gabriel Sepúlveda. Araucanía LacustreLa zona más clásica y conocida de La Araucanía corresponde al circuito Araucanía Lacustre. Aquí el soberano de las postales es el Villarrica, que en Pucón aparece a cada vuelta de la esquina. Comimos justo en una de esas esquinas, pero una desde la que no se ve el volcán. Eso sí, no pudimos evitar pensar en estas cumbres porque en el restaurante Trawen tienen “aventuras gastronómicas”, lo que significa platos que llevan sus nombres.
El Llaima, por ejemplo, es un garrón de cordero patagónico cocinado 24 horas a baja temperatura, acompañado de puré de garbanzos; el Puntiagudo es plateada en cocción lenta, al vino tinto, y con verduras; el Rucapillan, en tanto, es una trucha de río rellena con pesto de espinaca y nueces, aromatizado con aceite de trufa y acompañada de mote. Pasamos la noche en Aldea Naukana Posada Boutique, que tiene 10 habitaciones, fue construida con maderas nativas, tiene pasillos y escaleras en forma de espiral, y accesos en distinto nivel, como si fueran palafitos. Es una construcción que nació con la idea de simular una aldea. SietelagosMás kilómetros de lagos y volcanes, montañas, campos verdes y pueblos rurales hacia el sur, llegamos al siguiente punto escénico en el circuito Sietelagos. Es un día de sol radiante. Nos paramos sobre la ladera del Mocho Choshuenco, que nos permite una vista panorámica hacia la cordillera de los Andes. Los picos más altos son claro volcanes, e identificamos al Lanín, Quetrupillán y al Villarrica. Este circuito se estructura alrededor delos lagos Neltume y Pirihueico, además del Calafquén, Panguipulli, Riñihue, Pullinque y Pellaifa. Y por ahí entremedio, 55 kilómetros al este del pueblo de Panguipulli, están las más de 100 mil hectáreas de bosque valdiviano que posee la reserva Biológica Huilo Huilo, desde donde ascendimos al volcán. Para subir aquí, al Mocho Choshuenco, primero vamos al centro de actividades de nieve Bosque Nevado. El lugar cuenta con un centro de esquí sin andariveles (que funciona entre julio y septiembre). Para tenerlo en cuenta.
Este volcán se caracteriza por sus dos conos volcánicos, Mocho y Choshuenco, y parados justo bajo ellos nos cuentan que la última erupción ocurrió en 1864, y que, según las estimaciones expertas, debiera registrarse una cada 150 a 200 años. Con facilidad comenzamos la caminata de dos kilómetros de descenso entre lengas, esperando que el día de la erupción se tome su (mucho) tiempo. Los terrenos que hoy conforman la reserva, creada en el año 2000, antiguamente formaban parte del Complejo Forestal y Maderero Panguipulli. Su suerte es ahora completamente distinta. En lugar de aserrar madera, bajo la actual administración se realiza un sinfín de actividades de turismo sustentable, como cabalgatas, trek-king, canopy, mountainbike y rafting, ade-más de iniciativas para cuidar la biodiversidad de la zona. Hace 20 años comenzaron a trabajar también con huemules, especie que dejó de vivir en estos bosques en la década de los 80. Trajeron algunos ejemplares desde la Región de Aysén y hoy cuentan con cerca de 40 ejemplares dentro de la reserva. Algunos están en completa libertad y otros, en el Centro deConservación del Huemul del Sur, quese encuentra en un recinto cuya ubicación es reservada. En silencio caminamos por fuera de cercos de alambres tupidos que protegen a los dos huemules que salieron a saludarnos y a los demás que se camuflan entre los árboles. Hay otra área de la reserva donde se está llevando a cabo el proyecto de reintroducción de guanacos. Más fáciles de ver, se mueven por terrenos amplios y llanos, parecidos a la pampa patagónica, también protegidos por alambrados. Otro de los proyectos de conservación se encarga de rastrear y seguir el comportamiento de losSENACLOV Y SOGALATURAREVOGIRDORpumas a través de cámaras.
En el corto plazo, la idea es implicar a los visitantes del lugar de forma más activa en estos proyectos en los que, por ejemplo, podrían participar en jornadas de voluntariado aprendiendo las funciones de los guardaparques. Lago LlanquihueSiguiendo la ruta hacia el sur, pasamos por los circuitos Lago Ranco y Norpatagonia, para llegar al más austral, el circuito Lago Llanquihue. Aquí conquistamos dos vistas escénicas. Una es la del volcán Osorno desde el Hotel Awa, en el kilómetro 27 desde Puerto Varas a Ensenada. Alojándose aquí, no hay forma de no saber dónde ubicarse para mirar. En la piscina, el restaurante, en cualquier sala de espera, incluso desde las duchas de las habitaciones, aparecen el lago Llanquihue y el volcán Osorno.
La arquitectura contemporánea y estructura de hormigón del hotel no desperdicia un solo milímetro de pared que pudiera ser reemplazada por una ventana, y ninguna actividad (comer, nadar, hacer ejercicio o simplemente esperar) puede realizarse sin detenerse a contemplarlos. La otra escena que buscamos está a 50 kilómetros del hotel, en la desembocadura del río Petrohué, y se alcanza remando en kayak hacia el mar por el estuario de Reloncaví.
Aquí, durante kilómetros, el agua dulce avanza hacia el sur y se mezcla con la salada hasta pasar por las faldas del volcán Yates, que con su cumbre nevada, ancha y robusta, tiene laderas casi horizontales que se confunden con las montañas de los costados. Jacynthe Boudreau, quien dirige al grupo desde su kayak, es canadiense y vive en Puerto Varas hace 20 años. Es dueña de la agencia de turismo Jass Puerto Varas y, como parte del recorrido, nos lleva a una pequeña playa donde dejamos los kayaks.
Con los trajes de agua puestos subimos por una ladera hasta unas praderas de suelos ondulados donde crecen manzanos y cerezos, y donde las aves cantan descoordinadas y todas al mismo tiempo en un revoltijo de las melodías más dulces. Estamos en el patio de una casa con cerditos, corderos y el sol parpadea mientras caminamos entre la sombra intermitente de las ramas de los árboles.
Cualquier título estilo “casita en la pradera” se queda corto porque desde esta construcción de dos pisos y tejas de alerce pintadas de un celeste verdoso, además de todo lo anterior, hay vistas al mismo volcán que veníamos contemplando mientras remábamos. Yolanda Villarroel (78) nos recibe para almorzar. Todos los años prepara comida para los turistas. En la estufa de leña en medio de la cocina mantiene caliente la carne, papas y lentejas. Las estanterías de madera que cuelgan de las paredes están cubiertas con telas blancas con bordados, el techo es alto y todo está pintado de un amarillo cremoso. Es la casa donde nació y está decorada como siempre. Yolanda sabe lo que es vivir aquí. El lugar es tan lindo que ni siquiera mira televisión. “¿Para ver algo feo?”, pregunta. Mientras bajamos la colina hasta nuestros kayaks, dejando atrás su casa de postal, pensamos que sí, ella es afortunada. Nosotros también, por haberla conocido.
DBastan cinco días (aunque podrían ser muchísimos más) para asomarse a lo que hace de esta ruta una de las experiencias “panorámicas” más atractivas del país: varios circuitos agrupados en una sola “marca”, donde puede agotar la memoria del teléfono retratando volcanes a lo largo de tres regiones del sur de Chile. POR Caterinna Giovannini.. DOS MIL. Son los kilómetros que abarca la ruta que naci MILENARIAS. Un sendero de araucarias da paso a la postal más impactan ABUNDANTES. En cinco días se pueden ver más de 17 volcanes, 26 ríos FAUNA. En Huilo Huilo hay una zona de conservación de huemules y g CLÁSICOS. Las termas en La Araucanía Andina son un des